HUMANES DE MADRID.- Unos 17 millones de afganos están llamados este jueves a las urnas para elegir a su presidente así como a sus representantes en los consejos provinciales en unas elecciones que los talibán han prometido boicotear, atacando, entre otros, colegios electorales, y con las denuncias de fraudes planeando ya en el ambiente. Así las cosas, la abstención es el peor enemigo del presidente Hamid Karzai, que espera lograr un nuevo mandato sin necesidad de segunda vuelta.
Karzai, quien accedió al poder con el respaldo de la comunidad internacional tras la caída de los talibán en 2001 y fue refrendado en su cargo en las primeras elecciones presidenciales en 2004, es el gran favorito para alzarse con la victoria, según todos los sondeos, si bien no está claro que pueda superar el 50% de los votos necesarios para evitar tener que enfrentarse al segundo candidato más votado en una segunda vuelta en octubre.
Para evitar esta posibilidad, Karzai se ha ido granjeando en los últimos meses, e incluso esta misma semana, el respaldo de importantes líderes étnicos del país y de antiguos 'señores de la guerra', entre ellos el ex gobernador de Herat y actual ministro de Energía Ismail Jan, o el ex general uzbeco Abdul Rashid Dostum. Este último, conocido por cambiar de bando en varias ocasiones, regresó el domingo al país y el lunes hizo un llamamiento claro a sus numerosos partidarios a que apoyen al actual presidente.
El apoyo de estos líderes milicianos y 'señores de la guerra' a Karzai ha suscitado las suspicacias tanto en Occidente como en la ONU, ya que se teme que tras los comicios algunos de ellos --con delitos contra los Derechos Humanos pendientes-- puedan ocupar puestos clave en el Gobierno, como ya ocurriera al principios del mandato del actual presidente, si bien fueron apartados paulatinamente de estos puestos gracias a la presión internacional.
CORRUPCIÓN
Contra Karzai también juega la corrupción reinante en el país que no ha conseguido controlar en estos años --según Transparencia Internacional, Afganistán estaba en el puesto 176 de 180 países en 2008 en esta materia--. Para su principal rival, el ex ministro de Exteriores Abdulá Abdulá, la mala actuación del presidente para combatir la corrupción es una de las causas del incremento de la insurgencia.
Aunque Karzai ha reconocido la gravedad del problema, la última vez en el debate del pasado domingo con algunos de sus rivales, no ha formulado soluciones claras para resolverlo. Por ello, otro de sus contrincantes, el ex ministro de Finanzas Ashraf Ghani, ha advertido de que la corrupción es un cáncer para Afganistán que se encuentra ya en fase de metástasis y se está "comiendo a la sociedad".
Pero la gran preocupación del Gobierno afgano de cara a estos comicios es la seguridad. Los talibán han dejado claro que atentarán contra colegios electorales y otros objetivos sensibles, y de hecho ya han cumplido sus amenazas llevando a cabo atentados en los últimos días, como el ocurrido el martes en Kabul en el que murieron siete personas, entre ellas dos empleados de la ONU, y que tenía como objetivo un convoy de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF).
El temor a estos ataques, y a que puedan disuadir a los afganos de acudir a las urnas, explica el que el Gobierno aprobara el martes dos decretos en los que se pide a los medios locales y extranjeros que no informen sobre los eventuales ataques que se puedan producir mientras permanecen abiertos los colegios electorales y que se mantengan alejados de los lugares donde se produzcan dichos ataques.
DENUNCIAS DE FRAUDE
Entretanto, varios medios extranjeros han denunciado casos de fraude electoral. El martes fue la cadena británica BBC y este jueves la agencia internacional Reuters la que asegura que se están vendiendo las tarjetas que los votantes deben mostrar a la entrada de los colegios electorales para poder depositar su voto.
Este hecho, junto a la compra de votos y otros probables problemas que puedan surgir durante la jornada de este jueves, podrían poner el tela de juicio, en función de su magnitud, la legitimidad del ganador de las elecciones. "La aceptación de los resultados por los principales candidatos y sus partidarios es absolutamente vital", subraya el portavoz de la Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA), Dan McNorton.
Desde el Consejo Internacional sobre Seguridad y Desarrollo (ICOS) advierten de que "la percepción de una elección ilegítima beneficiaría a los talibán" y podría complicar aún más la situación en el país si fuera necesario recurrir a una segunda vuelta.
También Abdulá Abdulá confesó en una entrevista a una cadena estadounidense que teme que haya fraude, tras acusar a Karzai de haberse aprovechado del "aparato del Estado" para hacer campaña. "Hay muchas tarjetas (de censo) duplicadas (...) y el número de personas que se han registrado en algunas partes del país equivale al conjunto de la población". Así pues, "hay posibilidades de fraude", opinó.
Todo esto viene a explicar por qué sólo uno de cada cuatro afganos llamados a las urnas, según una reciente encuesta realizada por Gallup, cree que las elecciones de serán justas y transparentes.
MEDIDAS CONTRA EL FRAUDE
Para que esto ocurra, la Comisión Electoral Independiente ha adoptado varias medidas como la mencionada tarjeta de censo y la obligación de marcar con tinta indeleble uno de los dedos del votante, con el fin de impedir que éste pueda votar más de una vez, aunque llevara varias tarjetas de identificación.
Asimismo, una vez en el interior del colegio electoral la persona encargada de entregar las papeletas deberá sellarlas con el fin de que éstas tengan validez y quede demostrado que se trata de papeletas oficiales y no falsificaciones. Una vez marcadas las papeletas por el votante, el controlador de las urnas deberá constatar, antes de que las papeletas sean introducidas, que éstas han sido selladas y validadas.
Igualmente, la Comisión Electoral ha adoptado medidas para evitar el fraude durante el recuento. Este se llevará a cabo en el colegio electoral, tras haberse sellado previamente todas las urnas y en presencia de representantes de los candidatos y observadores. Una vez finalizado el escrutinio, se publicará el resultado en el centro para que los ciudanos puedan consultarlo y se enviarán las urnas con las papeletas a la Oficina Provincial Electoral.
El traslado podrá ser supervisado tanto por representantes de los candidatos como por observadores, pero ninguno de ellos podrá viajar en los vehículos de la Comisión Electoral. Una vez en la oficina, las urnas permanecerán selladas y sólo serán abiertas si se produce alguna denuncia de fraude y es necesario un recuento.
En cuanto al resultado, estos se remitirán por provincias a la sede de la Comisión Electoral donde se procederá a su suma mediante ordenadores bajo la supervisión de funcionarios electorales y en presencia de observadores e interventores electorales.
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