Lima.- Las iglesias evangélicas representadas en Perú pidieron hoy a los ciudadanos luchar por la justicia, pero sin violencia, durante una ceremonia de Acción de Gracias en Lima, a la que asistió el jefe de Estado, Alan García.
Durante su sermón, el pastor Javier Cortázar dijo: "Lo que falta para que esta nación sea bendecida, es que todos los peruanos nos comprometamos a enfrentar el problema ético del país" para hacer que esta "riqueza llegue a todos y se administre bien".
Para lograr "un Perú más justo" se necesita una "violencia interna y no externa", que parta de una rebelión contra el orgullo, las "ambiciones" y "sueños personalistas" y no de un descontento masivo, acotó.
Así el pastor Cortázar hacía alusión a las protestas amazónicas, una de las peores de los últimos años y que se saldaron en junio pasado con la muerte de 24 policías y 10 civiles.
Por su lado, el presidente ministro de Acción de Gracias, Miguel Bardales, subrayó en su oración de cierre que Perú necesita la bendición de Dios "a pesar de la crisis económica mundial, moral y espiritual, que se hace evidente en casos de corrupción que se han descubierto y todavía se seguirán descubriendo".
La ceremonia de Acción de Gracias, en la sede de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Lima, se realiza por cuarto año consecutivo con presencia del presidente García, después de la misa católica que se ofrece tradicionalmente en la Catedral de Lima cada 28 de julio, por el aniversario patrio.
Al acto también asistieron varios ministros, el presidente del Poder Judicial, Javier Villa Stein, legisladores y alcaldes, entre otras autoridades.
Tras la ceremonia, el pastor Cortázar defendió un proyecto de ley a favor de la igualdad de credos, tras subrayar que la presencia hoy del presidente García es una "expresión de un proceso de una no discriminación e inclusión social que se debe dar en todas las naciones".
Aunque la Constitución del país reconoce desde 1919 la libertad religiosa, establece, también, que la Iglesia católica "es un elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú", y añade que el Estado "le presta colaboración".
Esto se traduce en una partida presupuestaria que en 2008 fue de unos 876.230 dólares, además de exenciones tributarias, el monopolio de la educación religiosa en las escuelas públicas y el mantenimiento de capellanes católicos en instituciones como el Ejército, la Policía, los hospitales y las cárceles.
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