Madrid.- Un avión de Iberia, con destino a Múnich y 134 pasajeros a bordo, ha tenido que regresar al aeropuerto de Madrid-Barajas, poco después de despegar, al colarse un ave en uno de los motores del aparato, han informado a Efe fuentes aeroportuarias y de la compañía aérea.
Las fuentes han indicado que, aparte del susto, el incidente no ha causado mayores problemas, pero siguiendo el protocolo previsto para estos casos se ha activado la alerta local en el aeropuerto de Madrid.
Al parecer, y según las fuentes aeroportuarias, el incidente ha ocurrido poco después de que el aparato despegara sobre las 08.45 de la mañana, y la alerta ha estado activada entre las 9 y las 9.45.
Debido al incidente, el piloto del avión ha solicitado el regreso y ha tomado tierra en Barajas, sin problema alguno. Iberia ha embarcado a los pasajeros de este vuelo en otro aparato, que ha despegado dos horas después del suceso.
La alerta local supone movilizar a bomberos, personal sanitario y Fuerzas de Seguridad con base en el aeropuerto, por si su intervención hiciera falta.
La paloma bravía, torcaz y zurita, el búho real y el buitre leonado, se encuentran entre las especies de mayor peligrosidad a la hora de una posible colisión entre aeronaves y aves, debido a la frecuencia de su paso por los aeropuertos y a la severidad de los posibles impactos, dada su masa corporal.
También resultan peligrosas la cigüeña común o la gaviota argéntea, según la clasificación que establece Aena en su Informe de Gestión Ambiental 2007 del aeropuerto de Madrid-Barajas.
Los golpes con aves o los fallos de sistema en la aeronavegabilidad lideran, entre otros, la lista de los 2.392 sucesos registrados en el 2007 por el SNS (Sistema de Notificación de Sucesos (SNS), dependiente de la Dirección General de Aviación Civil).
Desde 1970, en el aeropuerto de Madrid-Barajas existe un Servicio de Control de Fauna que persigue entre otros objetivos el desvío de flujos de aves sobre áreas conflictivas y la reducción de la permanencia y nidificación de aquellas especies que pueden resultar más peligrosas.
Para ello cuentan con más de 60 rapaces (halcones) criadas en cautividad y sometidas a un adiestramiento específico, que vuelan sobre las pistas del aeropuerto los 365 días al año durante las horas de luz.
Además de las aves de presa, se dispone de otros sistemas disuasorios como cañones que emiten periódicamente detonaciones en zonas estratégicas, para evitar el asentamiento de poblaciones de aves en zonas de riesgo para la navegación aérea.
Según datos de Javier Pérez de Uribarri, director de infraestructuras y medio ambiente del COPAC, uno de cada cincuenta impactos registrados entre un avión y un ave puede ser considerado peligroso por el daño causado a la aeronave.
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