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Errores que dañan... o matan

Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 16-07-2009 20:00 CET

La muerte del pequeño Rayan pone de manifiesto la enorme responsabilidad que los profesionales de la salud tienen hacia sus pacientes. Las consecuencias de sus errores son fatales y el año pasado se realizaron más de 12.000 denuncias por supuestas negligencias médicas. Aún así, el 90% de ellas terminan en absolución. ¿Por qué?

La responsabilidad de una enfermera, un médico, un ATS o cualquier otro profesional de la salud es enorme. La salud y la vida de las personas están en sus manos y el más mínimo error puede pagarse muy caro. De los millones de actos médicos que se realizan con éxito en nuestro país cada año, un porcentaje muy pequeño terminará en una tragedia. Pero, ¿son todas estas tragedias evitables? ¿El profesional al cargo es el culpable y responsable del desenlace en todos los casos?

Para comprender estas cuestiones hay que comprender la medicina, una ciencia que es de todo menos exacta. La elevada complejidad del cuerpo humano impide conocer muchas veces el diagnóstico, cómo responderá el paciente hacia un determinado tratamiento o cómo evolucionará de una determinada enfermedad. Siempre existe ese margen de misterio, intriga e incertidumbre.

Esta visión "emocionante" de aquello que se sale de cualquier control es, sin embargo, un gran problema para el paciente: No pueden garantizarse al 100% los resultados. Por mucho que un médico u otro profesional de la salud se esfuerce en hallar el diagnóstico, conseguir la curación o prevenir la muerte, frecuentemente habrá algo que se escape del control de éste y termine apareciendo en forma de error o suceso inexplicable. A pesar de que en medicina (salvo alguna excepción) no se puedan garantizar resultados, sí se pueden exigir medios. Exactamente todos aquellos de los que disponga el profesional para tratar y cuidar al paciente.

Eso significa, por ejemplo, que no se puede exigir la cura de una enfermedad o tampoco que una determinada operación quirúrgica salga bien. En su lugar, todo profesional de la salud tiene el deber y la obligación de realizar todo lo que esté en su mano para garantizar la salud de sus pacientes.

Lo anterior viene recogido en lo que llamamos Lex Artis. En medicina, la Lex Artis se refiere al conjunto de actuaciones médicas que se consideran correctas para tratar al paciente en el momento en que se atiende y tienen un respaldo legal. Surge de la necesidad de garantizar la óptima atención al enfermo y también de proteger al médico de exigencias imposibles y acusaciones injustas.

Cuando la Lex Artis se incumple es cuando hablamos de negligencia, que puede haber aparecido de forma voluntaria o involuntaria. En estos casos existen sanciones económicas, de prisión y/o inhabilitación según la gravedad de la negligencia. Como ejemplos de incumplimientos de Lex Artis reales tendríamos los siguientes: Una operación de la pierna izquierda cuando la pierna que se tenía que operar era la derecha, la extirpación del riñón equivocado, el retraso de un año para realizar una prueba que confirmarse la presencia de un tumor maligno...

Del total de 12.276 denuncias por supuestas negligencias médicas que se realizaron en nuestro país en 2008, aproximadamente el 90% terminará o ha terminado en la absolución del personal sanitario. ¿Por qué ocurre esto?

Entre la población existe una gran y lógica confusión entre lo que es una negligencia y lo que es un desenlace fatal de una actuación médica que se llevó a cabo correctamente. Esto lleva a dos grandes problemas:

  1. Se denuncian prácticas médicas llevadas a cabo correctamente y cumpliendo la Lex Artis pero que, por diversos factores ajenos al profesional, terminaron mal.
  2. No se denuncian verdaderos casos de negligencia por desconocer el paciente o la familia, a priori, que esa práctica llevada a cabo fue incorrecta.

Dicho de otra forma, se denuncian muchos más casos de negligencias médicas de los que existen en realidad pero también se omiten muchas denuncias fundamentadas que no se llegan a realizar por la ignorancia de lo que ha sido un mal ejercicio de la profesión.

En el caso del pequeño Rayan, todos los datos indican una negligencia (supuesta, porque aún no ha tenido lugar una resolución judicial) por una actuación incorrecta de la enfermera a su cargo que Incumplió (involuntariamente) la Lex Artis y, con ello, produjo la muerte del bebé. Aún así, las responsabilidades pueden ampliarse a más personas o incluso al hospital si se evidencia que han tenido su parte de responsabilidad en ello. En medicina, las buenas prácticas no garantizan el éxito al 100% pero no hacer uso de ellas condenan, con frecuencia, al fracaso mientras aparece el terrible daño en el paciente o la muerte.

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