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El médico ante la ley

Por ESTHER SAMPER (SHORA)
Actualizado 12-01-2009 19:44 CET

La mayoría de médicos serán denunciados al menos una vez en su vida profesional . Las denuncias hacia este colectivo están aumentando notablemente e influenciando el ejercicio de la medicina hacia otra más defensiva. Pero, por ley, ¿qué obligación tiene el médico hacia el paciente?

Muchos dicen que lo bonito de la medicina está en que no es una ciencia exacta. La elevada complejidad del cuerpo humano nos impide conocer muchas veces cómo responderá el paciente hacia un determinado tratamiento o cómo evolucionará de una determinada enfermedad. Siempre existe ese margen de misterio, intriga e incertidumbre.

Esta visión "emocionante" de aquello que se sale de nuestro control es, sin embargo, un gran problema para el paciente: No podemos garantizarle al 100% los resultados. Por mucho que un médico se esfuerce en hallar el diagnóstico, conseguir la curación o prevenir la muerte, frecuentemente habrá algo que se escape del control del médico y termine apareciendo en forma de error o suceso inexplicable. A pesar de que en medicina (salvo alguna excepción) no se puedan garantizar resultados, sí se pueden exigir medios. Exactamente todos aquellos de los que disponga el médico para tratar y cuidar al paciente.

Cada vez que acudes a la consulta (ya sea en la privada o en la pública) estás realizando un contrato con el médico sin que te des cuenta. A cambio de tu pago (ya sea directamente o a través de la cotización a la Seguridad Social o a otra entidad), el médico se compromete moral y legalmente a utilizar los medios a su alcance y hacer lo que esté en su mano para tratarte. Eso significa que no puedes exigirle que te cure de tu enfermedad, tampoco que una determinada operación salga bien. En su lugar, estás en tu deber de exigirle lo que esté en su mano para garantizar tu salud.

Lo anterior viene recogido en lo que llamamos Lex Artis. En medicina, la Lex Artis se refiere al conjunto de actuaciones médicas que se consideran correctas para tratar al paciente en el momento en que se atiende y tienen un respaldo legal. Surge de la necesidad de garantizar la óptima atención al enfermo y también de proteger al médico de exigencias imposibles y acusaciones injustas.

Quizás, visto desde el punto de vista del paciente, podría parecer que la exigencia de medios y no de resultados en medicina lo colocan a éste en una situación desfavorable. A todos nos gustaría, cuando estamos enfermos, poder exigir curaciones asegurándonos así que ésta pueda llegar a darse. Algo que, en realidad, dista mucho de la verdad. Si el paciente pudiera exigir legalmente resultados a la medicina ocurrirían una serie de hechos muy dañinos para ambos:

El médico, a la vista de que podría ser culpable de no ofrecer resultados ante determinadas enfermedades, se aseguraría de elegir a los pacientes con aquellos problemas más fácilmente solucionables. Aquellos casos difíciles o con mucho riesgo serían sistemáticamente rechazados por casi todos los médicos (salvo a alguno que le fuera la aventura). De esta forma ya no sería el paciente el que eligiera médico, sino el médico el que eligiera pacientes, concretamente los "facilones".

Como he comentado, por lo general, al médico sólo y exclusivamente se le pueden exigir medios. Pero hay una gran excepción: La medicina estética. En esta rama de la medicina no hay exigencia de medios, sino de resultados. Por ejemplo, cuando una persona acude a operarse la nariz por motivos de belleza y desea tenerla de una determinada forma y tamaño está legalmente amparada a exigir los resultados que ella desea. De no cumplir los objetivos marcados por la persona, está en posición de denunciar al médico con todo el peso de la ley.

En los últimos años, se ha incrementado sustancialmente el número de denuncias hacia los médicos. Este hecho tiene por un lado algo bueno y por el otro algo malo. Sin lugar a dudas, un reflejo de este incremento de denuncias es que ya no ocurre como antaño en donde las malas actuaciones del médico no eran perseguidas o se enterraban. Muy a menudo, el galeno se consideraba un "intocable" al que difícilmente se le podían exigir responsabilidades. Buena parte del aumento de denuncias se debe a que el médico ha perdido su escudo de "inmunidad" y la población sabe que al tramitar una denuncia, tiene probabilidades de salir adelante si los hechos la respaldan.

Pero lo anterior es sólo la parte buena del conjunto. También existe el lado malo del aumento de denuncias, que reflejan que muchas personas están denunciando sistemáticamente sin el respaldo de la ley. Dicho de otra forma, hay muchas personas que están denunciando basándose en la exigencia de resultados y no de medios. Eligiendo el método "denuncia, que algo queda" hay un importante porcentaje de las denuncias que son motivadas por cuestiones económicas (a ver si se puede sacar algo) , por ignorancia o por la incomprensión de unos resultados no esperados.

Por ejemplo, una operación que en principio no tiene apenas riesgo para un paciente puede complicarse y causarle la muerte de forma imprevista aunque el médico utilice todos sus medios para salvarle. Después de esto suelen ocurrir dos reacciones muy humanas en los familiares: La primera suele ser la negación o el dolor y la segunda suele ser la búsqueda de responsables.

Como consecuencia de lo anterior: La amplia mayoría de denuncias médicas son archivadas y no llegan a más. Aunque esto no es impedimento (aunque parezca un chiste) para que algunos abogados especializados en denuncias médicas se paseen por hospitales y centros de salud a la búsqueda de suculentas denuncias que tramitar como tiburones a la espera de la carnaza.

Otra de las facetas negativas del aumento de denuncias es que, ante la presión, los médicos tratan de salvaguardarse de las denuncias realizando pruebas que de forma normal no se harían. Radiografías sin motivo, análisis de sangre sin justificación, exigencia de documentos firmados para cualquier mínima actuación son ejemplos de medidas que pueden realizarse erróneamente no para proteger al paciente sino para que el médico se proteja de futuras denuncias. Es lo que se llama medicina defensiva. Una medicina que empezó hace ya décadas en Estados Unidos y que aquí está surgiendo cada vez con más fuerza.

Y es que el aumento de denuncias, cuando son inmotivadas, daña tanto a médicos como pacientes. La relación entre ambos se rompe, estando los médicos más pendientes de su propia seguridad y los pacientes más pendientes de exigir resultados o atisbar malas actuaciones donde no las hay.

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