Buenos Aires.- El diálogo político puesto en marcha por la presidenta argentina, Cristina Fernández, destapó diferencias dentro del opositor Acuerdo Cívico y Social (ACS) por el rechazo de miembros de esa alianza a conversar con el Gobierno.
"Si durante seis años vinimos pidiendo el diálogo, no podemos dejar de ir el día que nos llaman", sostuvo hoy Margarita Stolbizer, uno de los referentes del ACS, al criticar la posición renuente de su aliada Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica.
"Podemos pasar todas las facturas que queramos, pero no podemos darle vuelta la cara al Gobierno el día que nos llama a hablar", insistió en declaraciones a radio Mitre de Buenos Aires.
Stolbizer remarcó que "no es un momento para hacer una especulación sobre la debilidad y la derrota del Gobierno" en las elecciones legislativas del 28 de junio, en las que el oficialismo peronista y sus aliados perdieron la mayoría en el Parlamento.
El diálogo comenzó este miércoles con una cita a la que asistieron los dirigentes de la Unión Cívica Radical (UCR), segunda fuerza parlamentaria y el partido más antiguo del país, así como líderes socialistas.
Carrió y sus correligionarios de la Coalición Cívica rechazaron la invitación por el argumento de que el diálogo es una "trampa" del Gobierno y que el ámbito más adecuado para conversar es el Parlamento.
Stolbizer opinó que la invitación al diálogo "es el reconocimiento de los errores" del Gobierno en los últimos seis años y también consecuencia "de la derrota electoral" del peronista Frente para la Victoria de Fernández, esposa y sucesora en el cargo del ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007).
"Me queda un poquito de desconfianza sobre cuáles son las intenciones del Gobierno", admitió la dirigente, para quien "ahora es el Gobierno el que tiene que demostrar que esto no fue una fotografía más para salvar la ropa".
El Gobierno lanzó el lunes una ronda de conversaciones con los 50 partidos con representación parlamentaria para consensuar una amplia reforma del sistema electoral, pero aceptó ampliar la agenda a otros temas a petición de las principales fuerzas de la oposición, que en un primer momento habían rechazado la propuesta del Gobierno.
La convocatoria al diálogo, anunciada la semana pasada por Fernández, también divide las opiniones en la opositora Unión-Pro, una alianza de peronistas disidentes con la conservadora Propuesta Republicana (Pro), la otra fuerza ganadora de los últimos comicios.
Como consecuencia de la apertura dialoguista, los grupos mayoritarios en la Cámara de Diputados han consensuado debatir una serie de temas que hasta ahora había frenado la mayoría oficialista, entre ellos la presión fiscal sobre el sector agropecuario, el motivo del conflicto que estalló el año pasado con el campo.
También acordaron tratar los llamados "superpoderes", que vencen el próximo agosto y permiten al Gobierno manejar a discreción los fondos públicos, entre otros asuntos que querían discutir las principales fuerzas de la oposición.
El alcalde de Buenos Aires y líder de Pro, Mauricio Macri, ha aceptado la invitación a dialogar con el Gobierno a diferencia del peronista disidente Francisco De Narváez, quien encabezó la lista de Unión-Pro vencedora de la de Kirchner en la elección de diputados por la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país.
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