Desde hace años la fábrica de hacer dinero que es Hollywood se ha vuelto loca y, cada vez más, nos avasalla con enormes productos comerciales. Su potencial y, en muchos casos, escasa calidad le ha llevado a hacer campañas masivas basadas en el concepto 'Hit & Run' (golpea y corre). Los 'blockbusters' son la élite de este grupo... y, contra la conciencia colectiva, no todos son malos.
El concepto 'blockbuster' no tiene un origen claro pero ha sido usado como sinónimo de éxito en el negocio del entretenimiento. A principios de siglo, se llamaba 'blockbuster' a aquella obra de teatro tan arrolladora en taquilla que arruinaba ('buster') a sus competidoras más cercanas. También, en la Segunda Guerra Mundial, servía para denominar a una bomba con suficiente fuerza para destruir bloques de viviendas. Actualmente, 'blockbuster' se emplea para catalogar a aquellas bombas cinematográficas que nos llegan de forma periódica, especialmente en verano, y que son avalanchas promocionales capaces de hacer cifras de vértigo. Las actuales 'Terminator: Salvation', 'Transformers 2' o 'Ice Age 3' pertenecen a esta especie.
La primera vez que se usó la palabra 'blockbuster' referida a una película fue en 1975 con el éxito de 'Tiburón', de Steven Spielberg. La película amasó más de 100 millones de dólares, una cifra descomunal para la época, y toda una sorpresa para los estudios Universal, que no esperaban ese éxito. A partir de aquel momento, la etiqueta comenzó a colgarse a todas esas películas de gran formato que en dos-tres semanas empezaban a ser comentadas por todos y producían grandes colas, llegando incluso a ser vistas varias veces por algunos espectadores. 'Tootsie', 'E.T.', las películas de 'Star Wars', 'Indiana Jones', 'Superdetective en Hollywood', etc. lo fueron, y aguantaron en taquilla semanas y semanas. En los 90 el término pasó a aplicarse a las conocidas como 'tenpole', las películas estrella de los grandes estudios. Fue en esta época cuando la industria del cine dejó de encontrar los 'blockbusters' para empezar a producirlos al milímetro.
Hasta ese momento, Hollywood hacia todo tipo de producciones, confiando en que unas tendrían el éxito de la taquilla y otras, el prestigio. Pero la locura del dinero siempre lleva a más y la presencia de éxitos descomunales como 'Jurassic Park' (siempre Spielberg) o 'Terminator 2' provocó que los estudios entraran en la denominada "era del blockbuster". La fórmula, que tanto se extendió, consistía en hacer un producto comercial a nivel internacional, pensado para público variado de entre 0 y 25 años, con alta capacidad de 'licencing' (merchandasing) y potente en explotaciones doméstica (vídeo y ahora DVD) y televisiva. Ya a partir del 94-95 los estudios se repartían la época del verano para estrenar películas del tamaño de 'Twister', 'Independence Day', 'Godzilla', 'Batman Forever', 'El profesor chiflado', 'La roca', 'Men in black', 'La momia' y un larguísimo etcétera.
A finales de los 90 la locura de los 'blockbuster' era sinónimo de costes de 90 a 120 millones de euros en producción y de 40 a 60 en promoción, y, con el siglo XXI, la locura añadió el concepto de franquicias. Ya no sólo se buscaba el 'blockbuster' de turno, sino que la idea era alargarlo en el tiempo para poder explotarlo más. Actualmente el concepto de bomba cinematográfica es descomunal y parece que toca su techo. Los costes se han disparado a más de 200 millones, con campañas de promoción de más de 100 millones y unas edades de público objetivo reducidas a los 15-18 años.
Pero trágicamente todo esto choca con los nuevos usos y costumbres de nuestra sociedad, en la que el cine ha perdido peso en el ocio general y el consumo doméstico se ha visto afectado por otras opciones 'más baratas'. Algo huele a cambio. En los últimos años, películas con recaudaciones excelentes en todo el mundo han sido denominadas fracasos. 'Las Crónicas de Narnia: el Príncipe Caspian' (420 millones de recaudación), 'La momia 3' (398), 'Mission: Imposible III' (398), 'Terminator 3' (433) o 'Terminator: Salvation' (323 y sumando) son ejemplos de ello. Sin duda, el mercado actual indica que las 'majors' van a tener que dejar de gastarse estos dinerales en producir 'blockbusters', porque no hay créditos que puedan mantener la producción de tres o cuatro películas de tal calibre cada temporada.
Para detectar un 'blockbuster' hay varios trucos, y el más efectivo son las cadenas de comida rápida y los supermercados. La presencia de estos filmes en tales lugares, así como en las cajas de cereales, galletas y productos varios, es un claro indicio de su diseño 'blockbuster'. El porqué es muy sencillo: las grandes multinacionales trabajan su marketing a nivel mundial y por esa razón exigen que, para que el muñeco esté en la comida o en la caja de galletas de turno, el estreno sea planetario.
A esto hay que añadir que para sufragar los elevados gastos de producción se necesita una rápida entrada de dinero, por lo que la campaña global se hace perentoria. 'Transformers 2' ha producido en su lanzamiento mundial más de 350 millones de dólares en sólo cinco días; 'Ángeles y demonios', cerca de 150, y 'Lobezno', casi 140. Cada vez son más habituales los estrenos simultáneos ('day-and-date') y este año los veremos de forma constante ('Harry Potter', 'Bruno' y, esta misma semana, 'Ice Age 3').
La piratería es otra de las razones por las que las 'majors' utilizan estas estrategias como forma de ganar tiempo antes de que las copias que circulan por la red reduzcan sus beneficios. Es por eso que España tiene el honor de ser siempre uno de los primeros países en albergar 'blockbusters'... porque somos muy impacientes.
*Pau Brunet es editor y director de la web Boxoffice.es
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