Es de las decisiones que más trabajo le costará adoptar a Zapatero porque fue uno de las medidas estrella en su campaña electoral en enero del 2008. Cuando anunció su "cheque fiscal" —la deducción de 400 euros de la cuota del IRPF para todos los contribuyentes— se llevó por delante la oferta de Rajoy, que acababa de plantear una bajada del IRPF de un 16% de media. El efecto se hizo notar en los sondeos, al igual que el anuncio de los 2.500 euros del cheque bebé, ahora también cuestionados
Aquel día de enero de 2008, Zapatero prometió la deducción para todos los trabajadores y pensionistas, sin diferencias de rentas. Además, manifestó la intención de dejar instaurada la deducción en los siguientes ejercicios. La operación costaría algo más de 5.000 millones de euros y afectaba a casi 14 millones de trabajadores y pensionistas. Un año después, la crisis está a punto de llevarse por delante el grueso de una medida que al presidente le produjo tanto placer anunciar como críticas levantó entre la oposición. Y todo bajo el silencio irritado de su vicepresidente económico, Pedro Solbes, que se enteró demasiado tarde del regalo y siempre reconoció que se le había acortado el margen de actuación para más rebajas.
Ha pasado poco más de un año y parece que han sido cien. La sucesora de Solbes, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, se empeña en repetir, un día sí y otro también, que la medida no está sobre la mesa. Esta mañana mismo se lo ha reiterado a nuestra periodista, Pilar Portero. Y sin embargo, aunque literalmente pueda resultar cierto que la medida no está sobre su mesa, tanto los expertos de La Moncloa como los de Hacienda, junto con los diputados socialistas que preparan las tripas del Presupuesto 2010, han hecho ya los cálculos sobre a cuánto reducir el tope de rentas a las que se aplicará la deducción. En los despachos del caserón de la calle Alcalá, sede del Ministerio de Economía y Hacienda, y entre los expertos a cargo de Javier Vallés —director de la oficina Económica de Zapatero— se maneja una horquilla que va de los 24.000 euros —la renta media 'per capita' de los españoles en 2008— al tope situado en las rentas inferiores a 17.000 euros, según una de las fuentes del Gobierno consultadas.
En medios parlamentarios socialistas se cuenta ya con la posibilidad de que los grupos de la oposición le exijan en voz baja a Zapatero que elimine la medida, una decisión que sería luego utilizada para "machacarle desde la tribuna". Por eso, el presidente se resiste a hacerla desaparecer del todo, igual que sucede con el cheque bebe. "Septiembre traerá un nuevo ciclo de datos económicos y decisiones más o menos drásticas, pero algo tendremos que hacer con las dos medidas. Y entra en la filosofía socialista y del presidente mantener estos beneficios, aunque sólo sea para los más necesitados, incluso en tiempos de crisis" remachan las mismas fuentes.
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