París.- El líder espiritual del Tíbet, el Dalai Lama, finalizó hoy su visita de dos días a París en la que ningún miembro del Gobierno le recibió y en la que se le impuso la condecoración de ciudadano de honor de la capital francesa.
Durante dos días, el Dalai Lama ha multiplicado los actos públicos pero el único contacto con la política lo tuvo en el Ayuntamiento parisiense, donde el alcalde, Bertrand Delanoe, cumplió su promesa de hacerle ciudadano de honor.
Es la tercera vez que el líder espiritual tibetano visita Francia y el Gobierno galo le ha dado la espalda temeroso a las protestas de China.
En esta ocasión, el Dalai Lama se dio un baño de multitudes en una conferencia que pronunció en un polideportivo y que fue seguida por casi 10.000 personas, donde no perdió la ocasión de atacar al régimen chino.
"Las relaciones con el Gobierno chino son difíciles. Su actitud es compleja, cuando no brutal", dijo al término de su conferencia titulada "Ética y sociedad".
El monje budista hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que interfiera en favor del Tíbet.
Pidió a los asistentes que viajen a la región para que comprueben con sus propios ojos el sufrimiento de su pueblo e invitó a Pekín a que abra las puertas del Tíbet si realmente no hay ningún problema como sostiene el Gobierno chino.
El Dalai Lama aseguró que la lucha del pueblo tibetano continuará hasta que China no rectifique su política.
"Cuanto más severa es la represión, mayor es la determinación de los tibetanos", clamó.
El líder tibetano mantuvo a lo largo de sus dos días en París reuniones con la comunidad china residente en la capital y también con sus paisanos.
París fue la última escala de su gira con Europa que le llevó por Dinamarca, Islandia y Holanda.
En sus anteriores pasos por Francia, el Dalai Lama también afrontó la frialdad de las autoridades ante la presión china.
En octubre de 1996 el entonces presidente Jacques Chirac encargó a su ministro de Justicia de recibirle en privado.
En agosto pasado, mientras en China se disputaban los Juegos Olímpicos, el Dalai Lama visitó un templo budista francés y se reunió con la primera dama, Carla Bruni-Sarkozy, y, en privado, con el ministro de Exteriores, Bernard Kouchner.
Esos encuentros levantaron críticas de Pekín, que elevó el tono en marzo de 2008, cuando el Ayuntamiento de París decidió por una corta mayoría nombrarle ciudadano de honor de la ciudad.
"Es una injerencia grosera que afecta gravemente a las relaciones franco-chinas", escribió la Embajada china en una carta enviada a todos los concejales parisienses.
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