Ginebra.- Al menos 17 países, entre los que se encuentran Brasil, China, Israel, Rusia y Estados Unidos, siguen produciendo "en cierto grado" bombas de racimo, según un informe presentado hoy por organizaciones defensoras de los derechos humanos.
El estudio se presenta seis meses después de haberse aprobado la Convención sobre Bombas de Racimo, suscrita hasta ahora por 96 países, de los que por el momento sólo siete la han ratificado, aunque varios están en el proceso legislativo para hacerlo.
La Convención prohíbe el uso, producción y transferencia de esas armas, la destrucción de las reservas en un plazo de ocho años y su remoción de las zonas afectadas al cabo de 10 años como máximo.
El representante de Human Rights Watch (HRW), Steve Goose, se mostró optimista por el creciente rechazo internacional a las bombas de racimo y precisó que de los 34 países que producen o han producido en algún momento estos explosivos, "la mitad ya han firmado la Convención".
Fue aún más lejos y recordó que, aunque este tratado internacional no ha entrado en vigor (se requieren 30 ratificaciones para ello), "varios países signatarios ya han comenzado a destruir sus reservas".
España fue el primer país del mundo en completar el pasado marzo la eliminación de sus existencias de bombas de racimo, mientras que "Colombia destruyó el mes pasado casi todas sus reservas", comentó Goose.
En relación a los países que pueden seguir con su producción, el experto dijo que el hecho de que Brasil se encuentre entre ellos "es hasta este punto una de nuestras mayores decepciones".
"No vemos una razón por la que no debería ser uno de los signatarios de esta Convención. Hay pocos (países) en las Américas que no se hayan incorporado a esta Convención", recalcó.
"Brasil fue un productor y exportador importante en el pasado, incluso en el pasado no tan distante, y se ha reservado el derecho de producción. No sabemos si nuevas bombas de racimo están en saliendo de las líneas de producción o no", agregó el experto.
Sostuvo que la justificación de Brasil para no firmar el acuerdo internacional "ha sido la importancia económica de la industria".
"Pero es difícil creer que los niveles de rentabilidad que pueden obtener de exportaciones de bombas de racimo sea tan importantes", comentó el especialista.
A este respecto, Goose opinó que la renuencia de Brasil a firmar la Convención "tiene más que ver con una política de gran potencia y el deseo de mantener sus existencia para un potencial uso futuro".
Recordó que "el mercado de exportación de estas bombas se está secando cada vez más".
Más de 13.000 personas son víctimas confirmadas de bombas de racimo, según las últimas cifras publicadas por la organización Handicap International, que cree que hay un subregistro de este problema y que en realidad las víctimas se cuentan "por decenas de miles".
De otra parte, Goose se declaró optimista ante la posibilidad de que Estados Unidos se una a la Convención y recordó que la primera señal fue la adopción este año de una legislación que prohíbe la exportación de las bombas de racimo.
Sobre otras grandes potencias productoras del artefacto explosivo, como Rusia, China e India, indicó que ni siquiera participaron en las negociaciones para la elaboración de la Convención y que ahora discuten sobre esta cuestión en otros foros.
Sin embargo, dijo que no confiaba mucho en que estos países cambiarán sustancialmente su posición, al menos a corto plazo.
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