A partir de septiembre se acabó ir a la consulta del médico para obtener la píldora del día después. Conseguirla será tan sencillo como ir a la farmacia, pedirla y pagar una media de 20 euros. Se terminó lo de dar explicaciones, oír al especialista, sus indicaciones de cómo y cuándo tomar la píldora y también las clases de educación sexual. A partir de ahora los farmacéuticos serán los únicos que tengan contacto con las mujeres que vayan a tomar el medicamento. La información que reciban correrá de su cargo. Pero... ¿cómo hacerlo en un establecimiento público sin que la situación resulte incómoda a la clienta? No parece una tarea fácil y en ésas está el Ministerio de Sanidad que prepara un protocolo de actuación para los farmacéuticos inspirándose en la experiencia de terceros países.
Para poder vender la píldora del día después en Gran Bretaña —uno de los trece países europeos donde no hace falta prescripción médica para hacerse con este medicamento —, los farmacéuticos deben pasar antes un curso de formación sobre el mismo. Comprarla implica responder al boticario preguntas sobre nuestros antecedentes familiares en cuestiones de salud. Esto obliga a que sea la propia interesada quien vaya a por el producto. Además, la pastilla viene siempre acompañada de un folleto informativo sobre métodos anticonceptivos y derechos sexuales de las mujeres.
El caso británico es uno en los que se está inspirando el Ministerio de Sanidad para elaborar el manual que deberán seguir los farmacéuticos cuando tras el verano comience a venderse este producto sin necesidad de receta. Y es que lo de tomar el ejemplo de otros países no es nuevo para la cartera de Trinidad Jiménez. Ella misma reconoció el día que presentó esta medida, hace ya dos semanas, que habían tomado el ejemplo de otros miembros de la Unión Europea. "La experiencia de otros países ya se tuvo en cuenta a la hora de tomar la decisión y se adecuará también a las características de cómo hacer esta venta", aseguran fuentes del Ministerio.
Otro caso que están siguiendo de cerca es el de Francia, país precursor en este asunto. Allí la educación sexual "la imparten enfermeras en los institutos", continúan. También toman el ejemplo de Finlandia donde para garantizarse que es la propia interesada quien va a la farmacia y evitar que se trafique con estos medicamentos se les obliga a tomar el producto delante del farmacéutico. Algo parecido a lo que pasa en los centros de planificación familiar de las Comunidades Autónomas donde se dispensa gratuitamente este medicamento como Galicia o Andalucía. En total hay 13 experiencias europeas donde inspirarse y también la de EEUU, que desde marzo dispensa este producto sin necesidad de prescripción médica.
Sanidad no es la única que mira la experiencia europea. El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, que se reunió el 13 de mayo con la titular de Sanidad y volverá a hacerlo aunque no hay fecha para ello, también está elaborando un manual basándose en estos ejemplos. "Lo que estamos haciendo es consensuar lo que hacen otros países como Gran Bretaña y Finlandia", asegura Santiago Cuéllar, director de su Departamento Técnico.
Tienen claro que la información que se vaya a dar "será siempre desde la más absoluta confidencialidad". Y hacerlo no es tan complicado como puede parecerlo, asegura. "Las personas que vengan a la farmacia siempre pueden decir que les atendamos aparte e incluso se puede hacer en la rebotica de forma separada", asegura Cuéllar para el que hay "una amplia experiencia en la venta de este medicamento —se hace desde 2001— y no se va a inventar nada nuevo". Lo que sí será novedad, y en lo que ya coinciden el ministerio y el colectivo de farmacéuticos, es que junto a la píldora se entregará un folleto informativo. Será "una documentación sencilla y fácil de entender".
La Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC), que está realizando un protocolo de actuación inspirado en el británico para remitirle al Consejo General de Farmacéuticos, también apoya que "se elabore un tríptico informativo con información de cómo debe usarse, los efectos secundarios que puede producir e información relativa a educación sexual", explica su presidenta María Jesús Rodríguez. Su manual cuenta también con "una lista de cuestiones que los farmacéuticos deberán hacer a la persona que compre el producto". Serán del tipo cuándo fue el último periodo, si tiene alguna enfermedad hepática o si sufre diarrea. De este modo intentarán "asegurarse que es la interesada quien compre la píldora y no una tercera persona". Además pretenden que los farmacéuticos puedan remitir a las clientas a un médico en caso de que crean necesaria una prescripción previa.
¿Qué papel jugarán ahora las sociedades de planificación familiar? Ahí está el gran problema y eso es lo que más preocupa en la Sociedad Española de Contracepción. Su presidente, Ezequiel Pérez Campos, insiste en que "es conveniente remitir a las mujeres a un lugar donde se les pueda informar" sobre este asunto "porque hacerlo en ese momento tampoco es lo ideal". Según éste, la labor del farmacéutico será "solucionar la urgencia y dar las instrucciones básicas".
Para él, una farmacia "no es el lugar adecuado para dar información sexual". "No es que un farmacéutico no pueda informar, pero esto implica que debería sentarse media hora con la chica y eso es contraproducente tratándose de una situación de emergencia", insiste. De ahí, que la postura que defenderán en el encuentro que tendrán con Sanidad es que los farmacéuticos dispensen el medicamento, den la información básica y remitan a las mujeres a planificación familiar.
No es el único encuentro que queda pendiente. Aunque las reuniones con los farmacéuticos son las únicas que se han celebrado, en Sanidad aseguran que tienen previsto verse con el colectivo de médicos y enfermeros. De momento no hay fecha, pero todavía queda tiempo. Y es que, aunque inicialmente Trinidad Jiménez habló de tres meses para la entrada en vigor de la medida, lo que nos situaba en el mes de agosto, en su cartera aseguran que no será hasta septiembre. "El procedimiento de cambiar el estatus de un medicamento dura más o menos tres meses", pero teniendo en cuenta que se llevará a cabo en verano se necesitará un plazo todavía mayor.
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