Madrid.- El escritor argentino Andrés Neuman tiene ya en las librerías "El viajero del siglo", la novela con la que ganó el Premio Alfaguara y en la que establece paralelismos entre la Europa del XIX y la del XXI, entre aquellos países "sacudidos por el nacionalismo" y la cortedad de miras que hay ahora.
"La Europa actual es un 'sálvese quien pueda' permanente. Cada medida que se toma es apoyada o rebatida según el interés particular de esas naciones a las que se les llena la boca hablando de Europa. Hay una miopía tremenda", aseguraba hoy, en una entrevista con Efe, este escritor nacido en Buenos Aires en 1977 y afincado en Granada desde los catorce años.
Neuman recoge mañana este importante galardón, dotado con 175.000 dólares, y, a partir de ahora, se enfrenta a varias semanas de promoción por España e Hispanoamérica.
Se le ve "muy contento" de haber ganado un premio que le garantiza la publicación de su novela en toda Latinoamérica. Ese fue "el verdadero motivo" que lo llevó a presentarse a la convocatoria, incluso más que el dinero, "que te viene bien, pero lo metes en la hipoteca y te quedas sin nada".
El jurado del Alfaguara ya destacó "la ambición literaria" que late en "El viajero del siglo" y la capacidad del autor para meterse de lleno en el siglo XIX con una mirada actual.
"Es una novela que sucede en el XIX, pero no es decimonónica", decía hoy Neuman, que ha convertido a la Alemania post-napoleónica en "una metáfora de Europa", y de ahí que, Wandernburgo, la ciudad donde ambienta la trama, sea inventada.
"No se trataba tanto de indagar en la historia nacional de Alemania como de pensar que este país desde el siglo XIX, para bien y para mal, es el corazón y el hígado de Europa, y en ese sentido ha ido a la cabeza de las grandes decisiones que ha tomado el continente, tanto de las atroces como de las ejemplares", afirmaba este poeta, novelista y ensayista, que tiene "doble nacionalidad y doble extranjería".
"Amo los dos países y me siento raro en los dos lugares. Me he educado en Argentina y en España y me he maleducado en ambos", señaló Neuman, que, a diferencia de lo que hizo en otras novelas suyas, en "El viajero del siglo" apenas habla de su país de origen.
Pero Wandernburgo, la ciudad a la que llega Hans, el protagonista del libro, con la intención de irse al día siguiente, aunque poco a poco se siente atrapado por ella, sí tiene que ver Argentina.
"Argentina es un lugar al que llegan extranjeros y cuyos descendientes en algún momento se irán fuera. Es un país de fronteras", añadió Neuman. O como escribe en la novela: los argentinos "hablan de su país continuamente y nunca se quedan en él".
En esa extraña ciudad situada entre Sajonia y Prusia, Hans conoce a un viejo que toca el organillo y que es el que en principio lo anima a quedarse, y se enamora de Sophie, una joven culta, atrevida y "feminista incipiente", representativa de la élite intelectual europea, cuyos conflictos "coinciden con los de la mujer de clase media actual".
Las tertulias que organiza Sophie en su casa le dan pie al autor a repasar el pensamientos político, social y filosófico del siglo XIX, y a impregnar al lector de la literatura de aquella época.
Todo eso le ha obligado a Neuman a documentarse a fondo para esta novela, la más ambiciosa de las suyas y en la que ha empleado "cinco años y medio" de su vida.
Eso sí, sin perder en ningún momento de vista que es "una novela de personajes", que sirven de contrapeso para el debate de ideas que se plantea a lo largo de las 531 páginas del libro.
Escrita con el lenguaje del siglo XXI y "visualmente cinematográfica", "El viajero del siglo" no es una novela "sobre el pasado sino sobre el principio del presente, nuestro presente". "La Europa de la que se habla es el punto de partida, para bien y para mal, de la actual y de la Unión Europea".
Debido al fracaso del proyecto de Napoleón, la Europa de la Restauración da "un giro conservador y religioso tremendo", comenta Neuman.
Aquella Europa del XIX guarda estrecha relación con "el giro conservador que estamos viviendo ahora, con el neoliberalismo moralista y el capitalismo salvaje", y tiene que ver también con "los fracasos de la izquierda, inmensamente desorientada".
Ana Mendoza
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