Sri Lanka: los coletazos del final de una larga guerra

Esta semana pasará a la historia de Sri Lanka como la del final de la guerra. El pasado lunes, el Ejército tailandés proclamaba su victoria sobre la guerrilla tamil tras 26 años de conflicto armado. La imagen que ponía un punto y aparte a la violencia era la del cadáver del líder de los Tigres Tamiles Vellupillai Prabhakaran, que fue exhibida por el ejército de Sri Lanka. Los militares y el Gobierno aseguraban también que todos sus líderes habían muerto y que, en la última ofensiva, se había acabado con la vida de 250 guerrilleros.

El origen de la violencia se remonta a los años 70, cuando los Tigres Tamiles empezaron a operar. Sin embargo, fue en 1983 cuando se constituyeron como una guerrilla y comenzaron a enfrentarse con el ejército ceilandés en busca de la independencia del norte de la isla. Allí su etnia tiene mayor presencia, frente a la cingalesa que controla las instituciones del país. Desde entonces, la población ha sufrido los bombardeos del Ejército pero también la utilización como escudos humanos por parte de la guerrilla. Aunque todavía no está nada claro que el portazo a un conflicto tan enquistado sea definitivo, este fin de semana han seguido produciéndose movimientos que así lo corroboran.

• Los tamiles reconocen la muerte de su cabecilla: La elocuencia de la imagen que el Ejército exhibió como prueba de la victoria, durante días, no ha sido suficiente para que los Tigres aceptaran su derrota. Durante toda esta semana, han negado en repetidas ocasiones la muerte de Prabhakaran, a pesar de que el Gobierno difundió un vídeo en el que aparecía su supuesto cadáver y sus documentos de identidad. Según los militares, el cuerpo apareció en un lago, en la zona donde las tropas rechazaron el lunes un último intento de los guerrilleros por escapar del cerco que sufrían y aniquilaron a la cúpula rebelde. Hoy por fin han reconocido que está muerto.
• ¿Qué pasa con los refugiados? Según la ONU, hasta 300.000 civiles se encuentran confinados en los campos del Gobierno, con escasez de agua y alimentos y sometidos a condiciones precarias. Las autoridades no están permitiendo el acceso de las agencias humanitarias internacionales. El presidente Mahinda Rajapaksa alega razones de seguridad, pues antes quiere determinar si hay guerrilleros infiltrados en los campamentos. De momento, de poco ha servido la exigencia de secretario general de ONU, Ban Ki-moon, exigiendo la libertad de paso de la ayuda humanitaria, porque el presidente se ha mantenido firme y le ha asegurado que trabaja con un plan para devolver a sus hogares a la mayoría de los desplazados en un plazo de 180 días bajo normas "internacionalmente aceptadas".
• Ban Ki Moon visita la zona Pero Ban Ki-moon, que ha hecho acto de presencia en Sri Lanka, además de visitar un campo de desplazados ha pedido a las partes implicadas progresos en tres áreas: ayuda humanitaria inmediata, reintegración nacional y una solución política sostenible para la minoría tamil.
• ¿Crímenes de guerra? Mientras, la agencia de noticias Tamilnet, afín a los rebeldes, asegura que las condiciones de los desplazados "son similares a las de los campos de concentración nazis" y acusa al Ejército ceilandés de secuestrar a niños desplazados y de violar a las mujeres recluidas en los campos de refugiados. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU tiene previsto reunirse la semana próxima para decidir si pone en marcha o no una comisión independiente para determinar responsabilidades durante la ofensiva militar ceilandesa. Según sus datos, cerca de 7.000 civiles podrían haber muerto al haber quedado atrapados entre la guerrilla y las fuerzas militares. Rajapakse ha defendido tajantemente la actuación del Ejército.
• India rompe una lanza por la población tamil: También el Gobierno indio ha movido ficha tras el final oficial del conflicto. El ministro de Exteriores ha afirmado que Sri Lanka debería ahora resolver los problemas de la población tamil. Su apuesta es que se tomen medidas políticas para devolver el poder dentro de la constitución a "los ceilandeses de todas las comunidades".

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