Secciones bajar

Gabilondo, de cruzada contra el fracaso escolar: ¿es suficiente?

  • Su nombramiento ha sido bien recibido por su apuesta contra este fenómeno
  • El ministro quiere hacer de la lucha contra el abandono un eje de actuación primordial
Por MARÍA SÁNCHEZ DÍEZ (SOITU.ES)
Actualizado 19-05-2009 09:08 CET

El monstruo de Gabilondo tiene nombre de ciudad del norte de Italia. Vislumbrar una salida al laberinto sin fin en que se ha convertido el proceso de Bolonia es el principal cometido que Zapatero ha cargado sobre sus espaldas. Pero, más allá de este 'Sanbenito', algunos confían en que el ex rector de la Autónoma desempeñe un papel activo librando la gran batalla educativa que todavía tiene pendiente España: el fracaso escolar.

Según datos del Ministerio, el 31 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años no estudia más allá de la educación obligatoria y no consigue obtener un título. La media de la Europa de los 27 es del 14 por ciento, o sea, que doblamos la cifra de abandono con respecto a los países de nuestro entorno. Mientras, los informes PISA de la OCDE nos sacan los colores para escándalo del personal. ¿Cómo podría cambiar la batuta del nuevo ministro esta situación?

Como presidente de la Conferencia de Rectores, en repetidas ocasiones, Gabilondo ha mostrado su preocupación por este problema, a pesar de tratarse de un fenómeno ajeno al ámbito universitario. Quizá por ello en algunos círculos educativos su nombramiento se ha recibido con cierto optimismo, con la sensación de que "al menos parece que tiene bastante idea del tema", como dice un director de un instituto madrileño. Los primeros pasos que ha dado hasta el momento han sido bienvenidos entre los expertos. Es el caso de su anunciada intención de impulsar un plan integral para la formación profesional que consiga quitarle el estigma a este denostado itinerario educativo.

Pero no se trata sólo de una buena corazonada. El ministro está en plena ronda de contactos con las consejerías de las Comunidades Autónomas y con el resto de fuerzas políticas y sociales para lograr un pacto nacional educativo. Se trata de un ansiado acuerdo que los profesionales del sector han reclamado por activa y por pasiva para que los dos principales partidos dejen de utilizar la educación como arma arrojadiza, sin permitir que ninguna legislación tenga una vida efectiva que supere las legislaturas que esté en el poder cada uno.

Una de las ocho líneas maestras del acuerdo que pretende impulsar será la lucha por la reducción del abandono y fracaso escolar, un objetivo que Gabilondo ha marcado como prioritario. Los sindicatos y el PP ya han recogido el guante y han mostrado su buena disposición a alcanzar un pacto en un escenario donde enfrentamientos como el de la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía parecen dispuestos a olvidarse. Y, desde luego, el componente político en un Ministerio que tiene casi todas sus competencias transferidas a las autonomías se erige también como un factor decisivo.

Justo ayer empezó una semana crucial para la consecución del pacto: Gabilondo se lo presentará a las Comunidades y a los sindicatos —ayer se reunió con Fernández Toxo y Cándido Méndez— y hoy presidirá por primera vez desde que empezó su mandato la Conferencia Sectorial de Educación. Sobre la mesa de toda esta negociación planearán también las primeras valoraciones del plan que, el pasado noviembre, aprobaron el Ministerio y las autonomías para conseguir que 570.000 jóvenes más obtengan la titulación mínima en la etapa obligatoria y que, de este modo, la tasa nacional de abandono escolar se reduzca a la mitad para 2012.

Más profesores y con otra cultura

Esta confluencia de factores hace que nos encontremos ante un "momento esperanzador", según Primitivo Sánchez Delgado, subdirector de Formación Permanente del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid. Sobre la mesa hay también una financiación millonaria: 121 millones de euros. Con este dinero cuenta el ambicioso plan auspiciado por la antecesora de Gabilondo, Mercedes Cabrera, que contempla entre otras medidas la ampliación de las plazas de los Programas de Cualificación Profesional, (antigua Formación Profesional), la apuesta por la implicación de los padres en este problema o el fomento de la formación a distancia y semipresencial. Pero, ¿es suficiente?

Insuflar más dinero y recursos al sistema es, para este pedagogo, un paso fundamental. "Seguir pensando que un orientador puede atender a 1.000 alumnos al mismo tiempo es inviable", comenta Sánchez Delgado. La existencia de centros mal dotados y, sobre todo, la falta de profesorado no ayudan a paliar unas tasas de fracaso escolar que "ningún sistema educativo se puede permitir", según Carlos Díez, también pedagogo y director del Colegio Montserrat. Y, ante ello, "el elemento que influye de forma más positiva es la reducción de la ratio entre alumnos y profesores", señala. Sin embargo, en absoluto basta con aumentar el número o el dinero.

Según algunos expertos, el problema de España es que el sistema educativo español todavía no ha acabado de asumir la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años. "No ha habido el cambio de cultura profesional que debía haberse producido, didácticamente no se ha experimentado ninguna diferencia", coincide Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid. "El profesorado ha ejercido mal y no ha sido consciente de que ahora tiene que asumir al conjunto de la población", añade. Una población que, en el pasado, al cumplir 14 años, podía abandonar las aulas e incorporarse al mercado laboral, y que, en la actualidad, se ve obligado a seguir estudiando. Este escenario ha dejado a un alumnado muy diverso con necesidades educativas muy distintas de las que hasta ahora se conocían. Y todavía no existen fórmulas mágicas para enfrentarse a él.

Sin embargo, los cambios estructurales que reclama Feito no son algo que se produzca de un día para otro. Por ello, Díez, además del replanteamiento de un sistema educativo que atienda a los alumnos y se adapte a sus necesidades —y no al revés—, propone una serie de soluciones a corto plazo. Prestigiar la formación profesional —en eso coincide con Gabilondo—, potenciar los programas de diversificación curricular (adaptaciones en los temarios para alumnos con dificultades de aprendizaje) y mejorar sustancialmente la formación del personal docente son algunas de ellas.

¿Y si no quieren seguir estudiando...?

Y mientras, ¿qué se hace con esos adolescentes que no quieren seguir estudiando y se ven obligados a permanecer matriculados en los institutos de secundaria? Para Feito, el fenómeno del fracaso escolar está sobredimensionado y lo que sucede en realidad es que se ha creado un sistema que, a pesar de su fama 'flojo', se ha convertido en un "escollo más exigente de lo que corresponde". Aunque Díez no comparte este diagnóstico, reconoce que, tal y como está planteada hoy en día, la educación secundaria se percibe únicamente como "una antesala para el bachillerato o la Formación Profesional de corte muy academicista". "Eso consigue que muchos alumnos se desenganchen", lamenta.

Para ellos, la Ley Orgánica de Educación contempla respuestas como los Programas de Cualificación Profesional Inicial, en los que los alumnos aprenden un oficio al tiempo que pueden conseguir el graduado escolar. O sea que, como las meigas: soluciones haberlas, haylas. "Pero después el propio sistema se olvida de estos programas, no prestigia ni fomenta alternativas que podrían ser útiles e interesantes para ese 30 por ciento que parece abocado al fracaso escolar", critica Díez.

Este director de instituto, desde su experiencia profesional, también se queja de que los profesores que más se implican en la prevención del fracaso no son, ni mucho menos, los mejor valorados y de mayor prestigio. Y pone un ejemplo médico: "cuando una operación complicada llega a un hospital, se la dan a los cirujanos expertos; en educación debería ser igual y sucede justo lo contrario". Por eso, dice, todas las buenas intenciones son bienvenidas, pero si Gabilondo quiere acabar con el fracaso, no sólo tendrá que proponer soluciones, sino demostrar que apuesta por ellas.

Y además...

Di lo que quieras

Aceptar

Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »

En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.

Di lo que quieras

Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.

Volver a actualidad Volver a portada
subir Subir al principio de la página