Joaquín Almunia sabía que esta mañana muchos iban a escucharle "buscando carnaza". Ésa que se desató tras la comparecencia en la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo del gobernador del Banco de España. Pero, quizá prevenido por ello, el comisario europeo de Economía ha sido más cauteloso en sus diagnósticos, aunque no se ha salido del guión de los previsores: el sistema de pensiones no estará en riesgo si se acometen ahora las reformas necesarias, entre ellas, prolongar la vida laboral. Se acabó eso de pensar en jubilarse a los 65 años.
Tenía esta mañana Joaquín Almunia que lidiar con la "competencia desleal" del simpático matrimonio Sarkozy-Bruni, de visita en el Congreso, y además, sin traer muchas alegrías —aunque sí su permanente sonrisa y buen humor—. Precavido por la polémica que hace una semana se desató con lo que algunos interpretaron que dijo su buen amigo Miguel Ángel Fernández Ordoñez en esta misma comisión —donde aconsejó reformas del actual sistema de pensiones—, Almunia ha venido parapetado de estimaciones sobre el impacto que el envejecimiento de la población tendrá en el sistema de seguridad social.
Es casi una evidencia incontestable que la población europea va a ser más vieja. Los últimos datos —que se harán públicos mañana por la Comisión — estiman que pasaremos de los actuales 495 millones de habitantes de los Veintisiete a 521 millones en 2035 para caer a 506 millones en 2060. Y que, además, en poco más de cinco años —alrededor de 2015—, las defunciones superarán a los nacimientos, por lo que la población va a envejecer más rápidamente (el 30% de la población en 2060 tendrá más de 65 años).
En el caso español, según estas mismas estimaciones, la población alcanzará los 52 millones de habitantes. Pero lo más preocupante es la tasa de dependencia: es decir, cuántos trabajadores sostienen con sus cotizaciones la pensión de un jubilado. Y agárrate, porque si ahora estamos en un 25% (cuatro trabajadores por cada pensionista), en cincuenta años esa tasa será del 53% (dos trabajadores por cada pensionista).
Es cierto que en los últimos tiempos este envejecimiento se ha visto aplacado por la llegada de inmigrantes, que no sólo han rejuvenecido la población, sino que también han contribuido a su aumento. Pero con la actual crisis económica, ¿seguirán comportándose igual los flujos migratorios? Ésa es la gran incertidumbre que se presenta, y que puede someter a las economías europeas a un retroceso de hasta un punto en su PIB, al existir menos trabajadores. Además, en comparación con nuestros competidores estadounidenses o asiáticos, en Europa los gastos son mayores, por el nivel de Estado de Bienestar consolidado.
Volviendo a la situación en España, Almunia ha esgrimido otras proyecciones sobre el impacto que tendrá el envejecimiento en los gastos públicos (sobre todo en las pensiones). Si actualmente la economía española destina el 8,4% del PIB a pensiones (cuando la media de la UE27 es el 10,2%), en 2060 España tendrá que destinar a este mismo cometido el 16,1%, mientras que la media europea será del 12,6%. Ante este panorama, "hay que dar una respuesta integral para hacer frente al envejecimiento", según el comisario europeo.
Cuáles son sus recetas: pues muy parecidas a las defendidas por el ex ministro Solbes y el actual gobernador del Banco de España, y que suenan a alarmismo entre algunos miembros del Ejecutivo. Un endeudamiento público sostenible (para no dejar excesivo déficit a las generaciones futuras), disminuir los desajustes de desempleo entre mujeres y mayores de 55 años y emprender las reformas necesarias en el sistema de protección social, tal y como él mismo se encargó de hacer en 1985 cuando ocupaba la cartera de ministro de Trabajo. "No hay que hacer dramas, pero el drama es no hacer nada", ha asegurado Almunia a sus señorías.
Quedarse quieto, esperar a que la tormenta amaine o, por el contrario, someter a la continua inestabilidad al sistema metiendo miedo, no son recetas válidas para la máxima autoridad económica de la Unión Europea. Además, "España tiene más tiempo que otros países para actuar —por su nivel de déficit y por los depósitos de garantías de la seguridad social—. Pero hay que hacerlo ya, que hay margen, porque si no, será tarde".
La primera clave es ir tomando conciencia que se acabó lo de jubilarse a los 65 años. Si la esperanza de vida aumenta y también la calidad de la misma, se pueden seguir desempeñando trabajos que no requieren esfuerzo físico con más años. Parece que entre los diputados esta mañana existía consenso de poner límites a las prejubilaciones o bonificar la ampliación de los años de cotización. Claro, que no se escapa el debate a esa dicotomía de mantener los puestos de los veteranos o fomentar el empleo juvenil. "Eso siempre surge cuando las perspectivas son malas, como ocurrió en los setenta y ochenta", ha recordado Almunia.
Aunque se ha guardado mucho de meterse en charcos nacionales, el cierre de su comparecencia tenía encerrado un mensaje claro: "Los desafíos están ahí desde hace tiempo, pero la perspectiva de tomar decisiones es distinta, porque estamos en la peor crisis conocida". Por ello, "es urgente tomar medidas y hacer reformas, porque servirán para salir antes y mejor de esta situación".
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