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El secreto que las oficinas de Twitter guardan en silencio

  • 'Asaltamos' las instalaciones de la empresa más prometedora y deseada de internet
  • Su sede, un loft en San Francisco que alberga a apenas una treintena de trabajadores
Por CRISTINA F. PEREDA (ENVIADA ESPECIAL)
Actualizado 15-04-2009 12:50 CET

SAN FRANCISCO (EEUU).-  Nadie responde más rápido a un email que Biz Stone, uno de los fundadores de Twitter. Durante las elecciones en Estados Unidos le envié un correo: en diez minutos había contestado. Pronto conseguí una invitación para visitar sus oficinas, prácticamente un misterio para los medios. Pero todo eso ha cambiado. Stone ha dejado de responder tan rápido al mail, y el amable ofrecimiento de conocer su empresa se acabó concretando en un "asalto" tolerado y silencioso en el que pude sacar fotos y hacer pocas preguntas. Hay buenas razones para el cambio de actitud. En los últimos días los rumores de compra por parte de Google han colocado a Twitter en el ojo del huracán.

La empresa se ubica en San Francisco, pero su dirección no aparece en la web oficial, y ni siquiera aparece en sus propias tarjetas de visita. Las pistas de Google Maps nos llevan hasta un barrio en el sur de la ciudad, donde encuentro el edificio y llamo a la puerta de Twitter Inc. en la cuarta planta. Me imagino a Stone y compañía recibiendo todas las noticias y rumores sobre su compañía con la misma cara de circunstancias con la que los empleados abren la puerta a quien se acerca a su sede en San Francisco. Con un "no es personal, es que estos días ya no sabemos quién se va a plantar aquí" me recibieron.

A pesar de que interesan a gigantes como Google o Microsoft, el éxito parece haberles cogido de improviso. Twitter es la red social que más ha crecido en el último año, casi un 1400%, pero apenas ha pasado de 10 a 30 empleados desde que fue creada. Tan sólo cuatro personas atienden las preguntas de los 5 millones de visitantes que obtuvieron sólo durante el último mes de febrero.

En el loft de los treintañeros Biz Stone, Evan Williams y Jack Dorsey casi todos los trabajadores están en la sobremesa. Charlan relajados y me recuerdan que estamos en California: hay sobras de arroz con frijoles y ensalada, pantalones vaqueros, zapatillas de deporte, camisetas con mensajes muy ‘cool’ y muchas, muchas bicicletas. Salvo por la comida mexicana y las nubes y pájaros que adornan las paredes, las instalaciones me recuerdan a la sede de soitu. Aunque en la redacción de Madrid las mujeres son mayoría. En Twitter apenas conté cuatro.

Los mil usos del pájaro

En 2006, Stone y Williams imaginaron un servicio de mensajes de texto que pudieran ser recibidos por múltiples usuarios. Al poco tiempo añadieron una función para responder a la pregunta "¿qué estás haciendo?". Acababa de nacer Twitter. Tres años después, su ocurrencia ha evolucionado desde el escepticismo ("¿y qué me importa a mí lo que estén pensando unos y haciendo otros?") a la consolidación como un nuevo medio de difundir, recomendar y encontrar información.

Twitter es capaz de convertirse en lo que deseen sus usuarios. Si quieres promocionar un producto o difundir mensajes internos dentro de una empresa, Twitter te sirve. Si deseas compartir la última actualización de tu página web, convertirlo en un servicio de atención al cliente o utilizarlo para resolver una duda práctica con la esperanza de que un internauta solidario te resuelva el problema, también te sirve. Incluso si eres Demi Moore y quieres consolidar tu red de fans, o eres Lance Armstrong y te acaban de robar la bici puede ser práctico. De hecho, la décima parte de los internautas norteamericanos ya le ha encontrado utilidad al servicio de microblogging.

Puede que muchas de estas funciones no estuvieran en la imaginación de Stone ni Williams cuando comenzaron. Su producto pertenecía a la compañía de podcasts Odeo como un proyecto aparte. Allí Stone le puso el nombre que le ha dado la fama: Twitter. Los sonidos de los móviles al recibir un mensaje de texto le recuerdan al ruido que hacen los pájaros y tweet significa precisamente eso en inglés: el sonido de las aves. Pronto compraron el invento a Odeo y crearon una empresa para sostenerlo, Obvious. Dorsey se incorporó y añadió las funciones para mensajes instantáneos y por email. En marzo de 2006 los tres se separan de Obvious y crean Twitter Incorporated. En agosto llegaría el lanzamiento oficial.

Secretos, silencios y modelos de negocio

El equipo del momento comparte un mismo espacio de trabajo. Los cerebros trabajan en sus iMacs de última generación. Paseo entre las mesas haciéndoles fotos, pero nadie se inmuta. Silencio. Me asaltan las dudas. ¿Conocen un secreto que los demás ignoramos o sencillamente están a lo suyo? ¿Son arrogantes ganadores o trabajadores desconcertados por su súbito éxito?. Nadie parece cansado, como si su trabajo fuera también un juego. En los descansos cogen gominolas de la cocina, juegan con una máquina recreativa o se sientan irreverentes en el respaldo de un sillón.

Pero este juego les ha llevado muy lejos. Hasta les surgen compañías que anuncian falsos acuerdos con ellos, como la británica Twitter Partners, que prometía mejorar la reputación de las empresas con cuentas en Twitter. Stone tuvo que desmentirlo en su blog oficial. ¿Una locura? Sí, pero es que Twitter nació sin un modelo de negocio. Como en tantas otras empresas de tecnología, primero se lanza una idea y después, si funciona, ya se verá la forma de sacarle dinero.

Twitter es ya una red madura: los jóvenes que se registraron allá por 2006 han dado paso a adultos de entre 45 y 54 años (el 36% de sus usuarios). Search.twitter.com es una mina sin explotar que permite seguir noticias en directo tal y como las narran los usuarios, algo que ya aprovechan algunos medios online para retransmitir eventos. Si Twitter empieza publicar anuncios en función de la búsqueda que haga el usuario, las posibilidades son interminables. Y podría parecer que las posibilidades de negocio también... pero los dueños de Twitter se mantienen en silencio.

Google, ¿el novio ideal?

Google podría ser el comprador perfecto que consiguiera encajar este servicio de búsqueda con la obtención de beneficios. Y no sería la primera vez. En 2003, Williams vendió el servicio de blogs gratuitos Blogger –él mismo acuñó ese término que ahora usamos todos— al gigante de internet. Al cabo de un año abandonó. Google ya adquirió dos sistemas de mensajes instantáneos, Dodgeball, que acabó cerrando y Jaiku, que hace ya tiempo que dejó de ser un rival.

Así que de momento, la empresa con el futuro más prometedor de la red sigue sin producir dinero, aunque otros a su alrededor sí lo han logrado, como CoTweet, que trabaja con Microsoft. Google vende anuncios basándose en los últimos cinco mensajes publicados por una empresa determinada. Pero de momento Twitter gana tantos dólares por estas actividades como datos ha dado sobre sus planes. Ninguno. Quizá Twitter esté tanteando la venta al completo de la compañía —los últimos rumores hablaban de una oferta de Google por 250 millones de dólares— o tal vez la opción sea combinar su exitosa búsqueda con la maquinaria que Google ya ha consolidado.

Pero a pesar de todo este ruido, la sede de Twitter parece cerrada herméticamente al mundo exterior. Los empleados continúan con su sobremesa, y sólo Stone levanta la cabeza del ordenador para sorprenderse de que una infiltrada ajena a su empresa se pasee por su loft haciendo fotos. Y no es que estén acostumbrados a la cobertura mediática: Twitter está en las noticias, pero ninguna agencia ha publicado imágenes de sus instalaciones. Ayer, un pequeño vídeo de sus oficinas era noticia en el Silicon Alley Insider. Como si la empresa quisiera guardar el secreto de unos beneficios millonarios, su sede se mantiene en silencio y los empleados mantienen la sonrisa frente a sus Macs.

Como la Mona Lisa. Sólo ellos saben por qué.

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