Durante varios meses se ha acusado a la ministra Cristina Garmendia de estar completamente 'missing' ante la enorme contestación que ha provocado en las universidades la aplicación de Bolonia, el controvertido proceso de reforma de la universidad que homologará las carreras en el conjunto de la Unión Europea y que culminará con la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) en 2010. Ahora, tras mucho tiempo de espera y de aparente calma en las aulas, el Gobierno se ha decidido por fin a lanzar su esperada campaña de información sobre Bolonia. ¿Podrá aprovecharla para corregir su actitud e incrementar su presencia política?
Como en la canción de Manu Chao, a Garmendia la llaman (o la llamaban) "la desaparecida". Pero la titular de Ciencia e Innovación tiene en sus manos una buena oportunidad para enmendar su criticada política comunicativa y ratificar su liderazgo a la cabeza de un Ministerio concebido para obrar un giro en la orientación económica. Y es que desde que las críticas se hicieron especialmente agresivas, la visibilidad de la ministra se ha incrementado, especialmente en los medios de comunicación.
Para Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación de varias campañas electorales y responsable de la empresa Ideograma, el Ministerio ha empezado a caminar "en la buena dirección". Lanzar la ofensiva comunicativa era uno de los compromisos que había adquirido con los rectores. Las autoridades universitarias le exigieron una campaña similar a la del euro para tratar de frenar la marea de descontento que Bolonia provocó en las facultades hace unos meses, cuando los encierros estudiantiles se multiplicaban al mismo ritmo que las autoridades parecían desentenderse. Garmendia se hizo famosa entonces por la frase "Menudo lío, que tengáis suerte", que al parecer dijo a varios responsables universitarios.
A pesar del considerable retraso, en un par de semanas en Ciencia e Innovación se han puesto las pilas y se han visto algunos de los frutos de estos meses de silencio. El Ministerio ha introducido anuncios institucionales en los periódicos con preguntas y respuestas sobre la iniciativa, ha creado un canal en YouTube en el que el secretario de Estado de universidades, Marius Rubiralta, aborda las cuestiones más controvertidas del plan educativo y ha puesto en marcha dos sitios web informativos, que hoy mismo se han presentado: queesbolonia.es y boloniaensecundaria.es.
Sin embargo, Garmendia no ha utilizado por el momento las ocasiones que le ha brindado esta campaña informativa. Por ejemplo, TVE decidió la semana pasada dedicar varios programas monográficos sobre Bolonia. A la pasada edición del espacio de debate 59', que trataba la reforma educativa, acudió como representante del Ministerio Felipe Petriz, director general de universidades. Y la presentación de las webs de esta mañana ha corrido a cargo de Petriz y Rubiralta, que se está convirtiendo en la verdadera cara de la defensa institucional de Bolonia.
Para Gutiérrez-Rubí, la propia estructura del Ministerio de Ciencia e Innovación propicia esta mayor presencia de cargos inferiores al de la ministra. "Cuando tienes un marco competencial tan amplio y tan claramente diferenciado como el de esta cartera, se requieren varios líderes y rostros políticos", aclara. Pero también recuerda algo: "es recomendable que el número uno del Ministerio esté asociado a los grandes temas, y la aplicación de Bolonia es algo que obliga a Garmendia a estar permanentemente en contacto con ello", indica.
Es cierto que el tiempo ha aplacado la furia de los anti-Bolonia y que algunos dan ya por muerto el movimiento de oposición. Sin embargo, el desacuerdo no ha desaparecido y continúa dando muestras de cierta salud: coincidiendo con el lanzamiento de la campaña del Gobierno, 300 profesores de varias universidades catalanas han firmando un manifiesto mostrando su descontento con el proceso y pidiendo un debate público sobre él, una de las demandas más repetidas por todos los colectivos contrarios a Bolonia.
Cristina Garmendia es una de las ministras más desconocidas del Ejecutivo Zapatero. Según el último Barómetro del CIS, de enero de este año, el 61 por ciento de los españoles no saben quién es. Dentro del Gobierno, sólo superan este porcentaje César Antonio Molina (Cultura, con un 66 por ciento) y Beatriz Corredor (Vivienda, con un 67 por ciento). La valoración que los ciudadanos hacen de la ministra es de un suspenso alto: 4,25.
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