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La teoría del enemigo cercano

  • ¿Están Afganistán y Pakistán en el punto de mira de Al Qaeda?
  • Para los yihadistas, 'enemigo cercano' son los regímenes apóstatas de Oriente Próximo
  • Este es el segundo reportaje de la serie de Slate sobre el terrorismo tras el 11-S
Por TIMOTHY NOAH* (SLATE)
Actualizado 09-03-2009 12:03 CET

Este reportaje de investigación es el segundo de una serie de ocho donde se analiza por qué no ha habido otros ataques terroristas a Estados Unidos tras el 11-S. (Lee la introducción de Slate a esta serie)


Que Al Qaeda quiere perjudicar a Estados Unidos está fuera de toda duda. Así lo manifestó el grupo terrorista, de palabra y de obra, bastante antes del 11-S. En 2004, Osama Bin Laden se vanagloriaba en un vídeo de que Al Qaeda "haría derramar sangre profusamente a Norteamérica y la llevaría a la ruina total", tanto como sus compañeros yihadistas y él habían hecho correr la sangre en la antigua Unión Soviética en 1980, al combatir a las tropas rusas en Afganistán. En realidad, Bin Laden y los combatientes extranjeros que lideró en Afganistán desempeñaron un papel secundario en la expulsión soviética —el verdadero mérito es atribuible a los muyahidines locales (financiados por la CIA)— y la fallida intervención militar soviética fue tan sólo uno entre los múltiples factores que precipitaron el desmembramiento de la antigua URSS. Aun así, demos por sentado que Al Qaeda pretende causar serios daños a Estados Unidos y que ya se las ha arreglado para provocarle considerables penurias. ¿Es éste un fin en sí mismo?

Por supuesto que no. Al Qaeda quiere desangrar y llevar a la ruina total a Estados Unidos no porque codicie el territorio que se extiende entre Canadá y México sino porque considera un ultraje la influencia estadounidense en el mundo musulmán. Podemos discutir sobre hasta qué punto dicha influencia se ejerce en aras del progreso (secularización, estado de derecho, democracia) o el interés propio (petróleo barato, estabilidad geopolítica y desarrollo de mercados para productos y servicios occidentales). Para Al Qaeda, apenas importa. El llamado 'progreso' y el fomento de los intereses norteamericanos son igualmente indeseables en tanto que dificultan el objetivo sagrado de Al Qaeda de restablecer el califato de 1.000 años.

En el reportaje anterior, 'La teoría de la necedad de los terroristas', vimos cómo Thomas Schelling, Marc Sageman y Max Abrahms sostenían que los terroristas apenas piensan en términos estratégicos o directamente no lo hacen en absoluto. Si éste es el caso, entonces Al Qaeda ataca a Estados Unidos puesto que está ahí. Pero si los terroristas fueran pensadores estratégicos, entonces el objetivo inmediato de Al Qaeda consistiría lógicamente en comenzar a erigir ese califato promoviendo la creación de regímenes yihadistas en aquellas tierras que una vez fueron conquistadas por el profeta Mahoma y sus sucesores. Siguiendo esta línea de pensamiento, la necesidad de atentar contra Estados Unidos variaría en función de cuán firmemente contuviera Estados Unidos la escalada yihadista en Oriente Medio, Asia Meridional y Norte de África.

Por el momento, Estados Unidos no puede ejercer demasiada fuerza de contención en Pakistán o Afganistán, dos lugares donde Al Qaeda ha mantenido su presencia durante mucho tiempo. Por lo tanto, tendría sentido para Al Qaeda concentrar sus recursos allí. Pakistán es un trofeo especial, puesto que posee armas nucleares; Bruce Riedel, antiguo alto funcionario de la CIA y actualmente investigador en la Institución Brookings, lo denomina "el país más peligroso del mundo en la actualidad". Dos decisiones recientes de las autoridades pakistaníes han provocado especial alarma: un acuerdo con un grupo yihadista talibán clave para imponer la ley islámica (sharia) en el valle del Swat, ubicado a unos 160 kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán; y el levantamiento del arresto domiciliario a Abdul Qadeer Khanand, el científico que vendió secretos nucleares a Corea del Norte, Irán y Libia. En Afganistán, el resurgimiento talibán permanece firmemente ligado a Al Qaeda, y, en 2005, comenzó a adoptar la táctica de atentados suicida con bomba de este grupo. Tanto la formación liderada por Bin Laden como los talibanes estuvieron implicados en el asesinato en 2007 de la anterior primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto y hay indicios de que también colaboraron en un intento fallido de asesinar al presidente de Afganistán Hamid Karzai, en abril de 2008.

Los yihadistas hablan del 'enemigo cercano' (regímenes apóstatas por todo Oriente Próximo) y del 'enemigo lejano' (Estados Unidos y el resto de Occidente). El hombre a quien se reconoce haber acuñado el término, Mohamed Abd al-Salam Faraj, lo hizo en gran medida para poner énfasis en el hecho de que era mucho más importante atacar al enemigo cercano, un principio que defendió organizando en 1981 el asesinato del presidente egipcio Anwar el Sadat (el Gobierno egipcio aseveró el mismo principio con la ejecución de Faraj). En 1993, una organización terrorista egipcia denominada Al-Gama’a Al-Islamiyya ('el grupo islámico'), que tenía amplios lazos con Al Qaeda, rompió con la estrategia del 'enemigo cercano' y bombardeó el World Trade Center. Por su parte, Al Qaeda siguió su ejemplo en 1996 y volvió formalmente su atención hacia el enemigo lejano. Pero, según Fawaz A. Gerges, profesor de Relaciones Internacionales y de Oriente Próximo en la Universidad Sarah Lawrence de Nueva York y autor del libro 'The Far Enemy: Why Jihad Went Global' ('El enemigo lejano: por qué la yihad se globalizó'), otros grupos yihadistas repartidos por el mundo nunca creyeron realmente en este cambio de prioridades. Incluso Al-Gama'a Al-Islamiyya había declarado a finales de 1999 un alto el fuego, una medida que indignó a su líder espiritual preso, Omar Abdel Rahman ('el jeque ciego') y provocó la escisión del grupo. Con los atentados del 11-S, Bin Laden confió en congregar en la batalla contra el enemigo lejano a yihadistas ajenos a la órbita de Al Qaeda. En su lugar, los espantó. Al Qaeda constituye hoy en día el único grupo terrorista extranjero del que tengamos noticia con un interés manifiesto y declarado en atacar a Estados Unidos. Por eso cualquier discusión —incluida ésta— acerca de la probabilidad de que Estados Unidos sufra otro 11-S se centra indefectiblemente sólo en Al Qaeda (en el próximo reportaje explicaré por qué se considera remota la posibilidad de que un grupo 'local' perpetre otro 11-S). Si Al Qaeda no está centrada actualmente en atentar contra Estados Unidos, no hay razones para pensar que alguien lo esté.

Sitúo la teoría del enemigo cercano un paso hacia adelante en el espectro de preocupación con respecto a la teoría de la necedad de los terroristas, puesto que, incluso aunque Al Qaeda esté en estos momentos centrada en las oportunidades de su entorno más próximo, esto no necesariamente le impide dedicar 'algunos' recursos a atacar a Estados Unidos. Los atentados del 11-S llevaron a Estados Unidos a invadir Afganistán e Irak, y esta ocupación estadounidense puso al mundo musulmán en contra de Estados Unidos. En Pakistán, el porcentaje de población con opiniones favorables sobre Estados Unidos (23%) cayó en más de la mitad (hasta el 10%) entre 1999 y 2002, de acuerdo con el Pew Global Attitudes Project (PGAP). Desde entonces, ha vuelto a ascender a un 19%. Fuera en la medida que fuera en que un nuevo atentado de Al Qaeda en Estados Unidos provocara más intervención militar estadounidense en el mundo musulmán, la opinión de Pakistán sobre Estados Unidos fácilmente empeoraría una vez más. Al Qaeda podría contemplar esa probabilidad como una valiosa herramienta en su lucha contra el 'enemigo cercano'. Sin dejar de tenerlo en cuenta, sin embargo, Al Qaeda puede haber ponderado dónde las tropas estadounidenses seguramente entrarían a raudales: en Pakistán y Afganistán. Ese sería un revés probable en su lucha contra el 'enemigo cercano'.



*Artículo originalmente publicado en el medio digital estadounidense Slate. Próximamente, publicaremos el tercer reportaje de la serie: 'La Teoría del melting pot', en la que analizaremos por qué los musulmanes norteamericanos evitan el terrorismo.

(Traducción: Carola Paredes)

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