Siendo un pelo malpensado y aguzando la facultad de leer entre líneas, uno podría pensar que el auto por el que el juez Garzón no aceptaba la personación del Partido Popular como acusación particular en la operación Gürtel (Correa en alemán) escondía un mensaje al grupo que dirige Mariano Rajoy: "Ningún perjuicio existe, al menos judicialmente hablando, único ámbito al que se refiere esta resolución, para el Partido Popular". Tal vez sea un poco malpensado, pero, ¿significa que fuera de lo judicial existe un perjuicio evidente para el PP? Desde luego, no resulta nada descabellado plantearse que el Partido Popular quizás haya tenido que ponerse las pilas para que su imagen y su credibilidad no sufrieran un monumental descalabro.
Como acto reflejo y mecanismo de defensa, el Partido Popular echó mano rápidamente de una portada del diario 'El Mundo' en la que se afirmaba que Garzón y el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, habían compartido cacería. Los 'populares' escenificaron su respuesta a través de una fotografía en la que Mariano Rajoy aparecía escoltado por los 'barones' y dirigentes de su partido. Desde entonces, el grupo se ha aferrado a esta estrategia, la cual ha aireado dos reacciones contrapuestas.
Por un lado, hay quien opina que la defensa 'popular' ante los 'salpicones' de la operación Gürtel se basa en cimientos de papel, tan frágiles como la portada de un periódico y una impostada fotografía (véase algún editorial de 'El País'). En el otro bando, hay quien ha demonizado la figura de Bermejo y del juez Garzón, como si el magistrado no fuera más que un alcahuete del socialismo, operando bajo el mandato de influir en las autonómicas que el próximo uno de marzo se celebran tanto en Galicia como en el País Vasco (véase algún editorial de 'El Mundo'). Entre estas dos visiones, lo cierto es que el Partido Popular ha tenido que esmerarse a fondo para sacudirse cualquier quebranto en su imagen. ¿Han reaccionado bien? Desde el punto de vista de la comunicación política, ¿han logrado desvincularse de cualquier relación con la oscura trama?
José Luis Dader, catedrático de Periodismo en la Universidad Complutense y especialista en comunicación política, opina que, en este caso, "probablemente la mejor reacción posible es la de tratar de cambiar el marco de percepción del escándalo socialmente construido, de manera que lo que inicialmente aparece como el escándalo de la corrupción de cargos del PP pase a ser visto socialmente como el escándalo del juez Garzón conspirando con el ministro de Justicia". Esto es, lo que vulgarmente se conoce como dar la vuelta a la tortilla.
A esta cuestión, el profesor de la Complutense añade: "Para que esta reacción tenga mayor eficacia, probablemente, se debe realizar una separación fulminante de toda responsabilidad o competencia a los cargos del partido afectados por la investigación judicial y policial, para dar imagen de rechazo absoluto a cualquier tipo de corrupción". Como si Rajoy hubiera escuchado e hiciese propias las recomendaciones de este experto, en su primera respuesta a la reciente entrevista que Gloria Lomana le hizo en Antena 3, el líder 'popular' dejó bien a las claras lo que sigue: "Si apareciese algún militante del Partido Popular que ha hecho algo que no debía, seré absolutamente contundente y actuaré disciplinariamente contra él".
En resumen, el catedrático valora positivamente, dadas las circunstancias y con los manuales de comunicación política en la mano, la reacción 'popular', y considera que quienes están en la sala de máquinas de la imagen del partido han hilado fino: "Creo que es una de las pocas ocasiones en que el PP ha decidido responder con decisión y sostenimiento en una línea de estrategia comunicativa que el PSOE ha sabido utilizar magistralmente en muchas ocasiones". La profesora de Ciencia Políticas en la Complutense Gema Sánchez, especialista en los entresijos del PP, también comparte una opinión parecida: "La dirección del partido ha hecho lo correcto. Rajoy ha conseguido dar un golpe encima de la mesa cuando muchos pensaban que carecía de tal autoridad. Además, los partidos deben salir a defenderse en estos casos, porque, en política, el que calla otorga".
¿Deben mantener esta línea los 'populares'? Por un lado, José Luis Dader, considera que "está por verse si el PP será capaz de mantener esta iniciativa aportando nuevas alegaciones de actuaciones de persecución arbitraria y deliberada contra sus cargos. Si no llega a concretar la recopilación de información de este tipo, la imagen inicialmente lograda de pesecución maliciosa podría resultar efímera y volver a imponerse bien sea la atribución de desunión interna o la de corrupción real de sus cargos".
En una línea parecida se expresa Carlos Barrera, director del Máster de Comunicación Política de la Universidad de Navarra, quien considera que, hasta el momento, "los 'populares' han sabido explotar el tema de la cacería y la crítica a Garzón. Eso sí, se trata de una estrategia que tiene fecha de caducidad, por lo que no debe constituirse como eje central en la labor de oposición. Desde luego, la imagen de unidad de los 'populares' no debería quedarse en una fotografía, sino que debería ir más allá. Convendría que hubiera más voces que salieran a reforzar la imagen de unidad del partido (además de posar tras el líder al estallar el escándalo). Los elementos con apariencia más díscola dentro del partido también deberían involucrarse en esa pretendida imagen de unidad".
¿Y de cara a las elecciones autonómicas? "La inevitable presencia de estos temas en las campañas electorales vasca y gallega debiera ser compensada con la intensificación del resto de temas de campaña que su estrategia electoral hubiera seleccionado a favor de sus intereses. Lo que el PP debe evitar en las referidas campañas es que estas cuestiones oscurezcan los puntos fuertes de crítica o propuesta que tuviera antes previstos en su agenda electoral", asegura el profesor Dader.
En todo caso, reconoce Carlos Barrera, la verdadera eficacia de todas estas estrategias se conocerá, únicamente e inevitablemente, una vez que se conozcan los resultados electorales. Tal vez, en este punto, resulta necesario volver al juez Garzón, quien en su último libro escrito, 'La línea del horizonte', reconoce que, como decía Voltaire, "el tiempo es el mejor juez porque pone a cada uno en su sitio, y realmente es así".
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