Esta semana es difícil pinchar con cualquiera de los tres estrenos que proponemos. 'Nick y Norah' es una estupenda comedia romántica adolescente; 'El lector', un intenso drama con ecos de la II G.M.; y 'La historia completa de mis fracasos sexuales', un lastimoso y muy divertido falso documental.
¿A qué huelen las películas que no huelen a nada? ¿En qué se diferencian las comedias románticas (para más INRI románticas y adolescentes) perdurables de las que no valen un pimiento? ¿Cómo manifestar con palabras lo suficientemente grandilocuentes y trascendentes que casi todo lo que hace Michael Cera está bien, que dota a sus personajes de una ternura y un pordioserismo que hace imposible que no nos identifiquemos con él? ¿Cómo combatir el scroll cronológico de soitu.es para que se le quede grabado a todo el mundo en la cocorota que ésta no hay que dejarla pasar? ¿Alguna idea para impedir que no se quede amontonado éste entre tantos y tantos cineflashes y sea difícil recuperarlo cuando a finales de año haya que hacer análisis de conciencia sobre lo más estimulante de 2009?
Los habrá excépticos, quienes digan que no, que esto no, que este póster no, que no puede ser, que les vaya con otro cuento. Como epitafio planteo una sencilla ecuación: La arrolladora inocencia näif del primer Cameron Crowe + la melomanía y ternura de 'Alta fidelidad' + la estrambótica, caricaturesca y lúcida construcción de personajes de 'Juno' = 'Nick & Nora's infinite playlist', una lista de reproducción aleatoria de gran 'pequeño celuloide'.
Valoración: 9/10
Hay una parte de la crítica que está absolutamente en contra de las comedias. Lo dice el propio Steve Martin: "Pasarán mil años y, por difícil que sea de interpretar, la comedia no será tomada nunca en serio". Otro caso similar es el de las tragedias que hacen llorar, pero el peor de todos es el de las tragedias con caligrafía de Óscar. Tortura interna en forma de demonios, muchos, nostalgia, imponderables, decisiones equivocadas, sexo antihigiénico, pezón, pederastia, insalubridad, tisis, vello púbico, lágrimas, rechazo, protagonista imbécil, desnudo frontal masculino. Túrmix. Premios.
La Academia da palmas con las orejas y la crítica acólita pone el piloto automático en diciembre. Si hay un Daldry, un Mendes o un Howard da igual la mierda increíble que hayan parido ese año porque estará —en ello confían fehacientemente las distribuidoras— escrita con pulcra tinta china y gótica caligrafía de Óscar.
Y llega el rebelde, el antisistema que dice que la maquinaria del 'marketing' es venenosa y estrábica, que se niega a pasar por el aro, que sabe que no es lo mismo 'Forrest Gump' que 'Benjamin Button', por mucho que lleven el mismo lazo, y dice: "Caramba, de verdad 'El lector' es cojonuda. Pero nadie le cree porque, llegados a ese punto de posmodernismo crítico, toma vida el refrán dice que tan malo es el 'supporterismo' como la oda y ya nadie distingue, y es entonces cuando las recomendaciones caen en saco roto.
P.D. 'El lector' es como esa mano con contundencia de abrelatas que intenta arrancar el corazón de cuajo a Indiana Jones al final de 'El templo maldito'. Adolece de una estructura tramposa que no necesitaba pero aún así propone un par de personajes impagables por enetendibles, sólidos y acabados (antes de empezar).
Valoración: 8/10
Cada día más, el cine se ocupa de lo que nos pasa cada día más: de nuestra vida, que se va despojando de imaginación, de sueños, de ideales, de metas, y se hace más prosaica, más pequeñita y, sobre todo, mucho más moldeable. La empresa, que ésa sí que se fija objetivos y que en lograrlos se justifica y se define, ya no necesita peones que se muevan, que luchen, que conquisten, sino peones que produzcan y, luego, que consuman; y eso es lo que el mundo de hoy fabrica en serie: en los colegios, en las familias, en el Gran Educador, que fue la 'tele' y ahora es el 'videojuego'. Como la empresa está también hecha por hombres, es falible: lo malo de suprimir la imaginación es que se suprime para todos, ejecutivos de corporaciones y otras multinacionales incluidos, y en su afán sin barreras por medrar, mano de obra barata y beneficios, la empresa está acabando con los consumidores, que es el fin de la empresa. En un sentido antes y en otro sentido en nuestros días. La empresa se suicida. Morirá de éxito.
Mientras, la empresa propone un ideal de persona que se interesa sólo por lo que a ella le sucede. Exhibicionista. Sin complejos. Chris Waitt tiene problemas con su sexo y esos problemas le crean problemas con el otro sexo. Chris saca la cámara a la calle para reconstruir su propia historia y ver si de ese modo logra remontarla. Rodada como un documental, lo es realmente o realmente parece que lo es. Al margen de si nos lleva o no a algún sitio, un experimento interesante.
Valoración: 7/10
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