'Mi nombre es Harvey Milk', una película que parece reivindicar el 'poder rosa', entre lo más destacado de esta semana. Atención al alegato de Sean Penn: "Ni mis padres ni mis profesores fueron homosexuales". Incluso con padres y maestros homologados por la Conferencia Episcopal, el niño de hoy será el 'gay' del mañana. También nos visitan Daniel Craig, el mayor éxito que ha vivido el cine francés y un pastiche de '[REC]'.
Cuando sea mayor quiero que en los momentos cumbre de mi vida suene música. ¡Anda!: ¡pero si soy mayor! Y no escucho la música. En la vida de uno, la música no suena. Eso —y que el guión de uno está bastante mal escrito— diferencia la vida de quien sea de "la vida de quien sea, en la pantalla". En la pantalla todo se ordena a un fin. Y suena música. Por eso canta tanto la música en películas que pretenden contar la vida de alguien, y más si ese alguien está relativamente próximo en el tiempo. La épica se queda entonces en ridículo y lo emotivo se vuelve lacrimógeno. Y la historia, tramposa.
'Milk' ('The Times of Harvey Milk': hubo un documental en 1984) es bastante tramposa en el sentido de la música y en otros. Con momentos sublimes de Sean Penn, aunque a veces se le vaya hacia lo amanerado, que no le hacía falta al personaje, o que igual se la hacía: a Harvey Milk nos lo enseñan en foto, pero no en movimiento. Esto es: o sí, o no. En ese aspecto, cada uno en su registro, James Franco, Joseph Cross, Diego Luna, Emile Hirsch, la chica Alison Pill, están todos soberbios. Tal vez por ellos la película cuaja. Hasta que te das cuenta de que a la película le pasa lo que a Sean Penn: que está fingiendo.
Valoración: 6,5/10
'James Bond, que estás en los bosques'... Así comenzaría una eventual oda (y se titularía la peli de haberla dirigido Miró) a Tuvia Bielski, el nuevo alter ego de Daniel Craig, uno de los tres hermanos judíos que lideraron una resistencia forestal frente al ejército nazi en el año 41 con el saldo positivo de 1.200 polacos supervivientes. Es otro adecuado paso más en la carrera de Craig, quien, en apariencia, parece prodigarse más en otros productos ajenos a la saga de espías que sus predecesores en el cargo. Lo malo es que no termina de tener suerte. 'Layer Cake', que, dirigida por Matthew Vaughn, tenía muchos de los ingredientes de 'Lock and stock', apenas vio pantallas alejadas de Gran Bretaña; 'Múnich', una de las obras más meritorias de Spielberg no será una de las que aparezcan en su epitafio; 'Invasión', a las órdenes de Oliver Hischbiegel y al lado de Nicole Kidman no podía esperarse tan mala. Tras 'El hundimiento', el alemán era el director de moda, había que trabajar con él. Y de 'La brújula dorada', mejor no hablar. Él, barbado, no tenía culpa del despropósito, pero es que la Kidman parece gafe a estas alturas.
Así que además de atractivo, robusto, 007 y con buen criterio a la hora de elegir directores, ha tenido, sin embrago mala suerte. Parecía lógico apostar por Zwick y por la épica. 'Leyendas de pasión', 'El último samurái' y 'Diamante de sangre' hicieron mucho por Pitt, Cruise y DiCaprio respectivamente. ¿O es que ellos son buenos y suben el nivel? Lo único claro es que 'Resistencia' es una película de acción bélica de manual con todos los trucos y clichés achacables (y exigibles) a su género, un reparto solvente y una factura más que eficaz. Cuenta otra relativamente desconocida historia más acerca del genocidio judío de la misma manera que podría relatar el acoso del príncipe ejercido por parte Juan sin tierra hacia los acólitos de Robin de Locksley en Sherwood, lo que está muy bien para pasar el rato. Es como las plantillas de los mensajes de texto. No te salvan la vida pero está bien tenerlas.
Valoración: 7/10
Esta película sería innecesaria de no ser por lo henchidos que nos podemos poner al pensar que la industria norteamericana, a la que tantas veces criticamos, se ha fijado en nosotros y nos quiere importar. Ocurrió la temporada pasada con Michael Haneke, claro que, de tan autor, en esa ocasión también le reclutaron a él para que hiciera un autocalco de 'Funny games'. 'Vanilla Sky' fue el vergonzoso experimento que acometió el, por otro lado, muy interesante Cameron Crowe cuando se dispuso a homenajear a 'Abre los ojos'. Fue un espanto, como espanto fue la 'Psicosis' de Gus Van Sant.
No se puede decir que 'Quarantine' sea peor que '[REC]'. Es más o menos lo mismo, lo que con un original de partida tan precario como experimental no acentúa demasiada derrota en ningún momento. No le falta alma porque tampoco andaba sobrado el original, que, eso sí, pudo ser muy efectivo para según qué audiencias ávidas de vísceras (del mismo modo que lo será ésta). Manuela Velasco tiene una digna replicante en la hermana del televisivo 'Dexter', la guapa Jennifer Carpenter. Fuera de eso, absténganse los que no quieran vivir un nuevo día de la marmota.
Valoración: 4/10
Hay un matón de escuela y familia desestructurada que se amista con un 'margi' de creencia Brethren (hermandad que encierra ciertas similaridades con los mormones), pero sin padre. Ambos, inicialmente repelidos, buscan en el otro el apoyo para superar las taras derivadas de sus disfuncionales hogares. Rotos los dos, su alianza nace catalizada por la filmación de un homenaje casero a 'Acorralado', la primera película de Rambo.
Los clímax emocionales, tan profusamente buscados por Gondry en la imperfecta 'Rebobine, por favor' son alcanzados casi sin querer por Jennings en esta honesta cinta sobre el desasilvestramiento de los pícaros y el arribismo de los débiles amparados. Ambientada en aquellos maravillosos 80 en los que los cánones digitales eran ciencia ficción, es también una apología de hacer mucho con muy poco, de multiplicar el ingenio cuando no llegan los medios y de tirar a la basura las videoconsolas cuando no sirven más que para poner cercos a la imaginación. Jennings propone además la vuelta al super8, al supercinexín y a los plastidecores. O mucho me equivoco, o no será el único que los reivindique dentro de poco. Que se lo digan a quienes renegaban hace pocos años de esas zapatillas cuya marca aludía a un felino y ahora las combinan con pantalones de pitillo.
Valoración: 7,5/10
Ustedes, espectadores de paladar selecto que gustan de ir ver las películas francesas de Chabrol, Rivette, Godard (de las viejas glorias nos llega todo, sobre todo en el circuito de versión original), no disfrutan tanto de la sal gorda francesa. 'Taxi', 'El embolao', 'Yamakasi' y, en menor medida, 'Astérix' y sus secuelas, no parecen proceder de la misma industria que la de los grandes capos, de la misma manera que al otro lado de los Pirineos se cuestionan como Santiago Segura y José Luis Guerín pueden cohabitar bajo un cielo común.
'Bienvenidos al norte' es la película francesa más taquillera de todos los tiempos, del mismo modo que aquí un día lo fuera 'Airbag' y después 'Torrente 2'. El actor Dany Boon, en su segundo trabajo tras las cámaras, ha sabido pulsar las teclas de la condescendencia del "oui, oui" y del "ja ja ja", a la 'parisien'. Poco trasciende fuera de su mercado el choque idiomático y conductual de los distintos arquetipos existentes en su nación, pero no es falta suya. Tampoco en Suiza interesaría la odisea de un lepero trasladado laboralmente a Castedeldefells. Sin embargo, 35 millones de espectadores, por el momento, dicen que lo de Boon es un 'boom'. Y no es malo, ni duele, ni debe ser pasto de arrepentimiento saciar la curiosidad y husmear en la sala donde proyectan tal fenómeno de masas.
Valoración: 6/10
La refundación de la saga de 'El castigador' recuerda mucho al discurso del personaje que interpretaba John Cusack en 'Alta fidelidad' cuando se refería a su primera novia: "A veces me aburría tanto intentando tocarle los pechos que probaba entre las piernas. Era como pedir un dólar y cuando no te lo dan, pedir 50.000". Como los responsables de la primera tentativa (con Thomas Jane y John Travolta a la cabeza) no quedaron a gusto con la taquilla, para este reseteo demoledor han preferido al desconocido Ray Stevenson, una suerte de justiciero clónico de Mario Conde cuyo mérito más destacable había sido una aparición en 'El rey Arturo' y un papel fijo en la serie 'Roma'.
El malo que sustituye a Travolta es Dominic West ('300', 'The wire'). El desconocido Jonathan Hensleigh a los mandos ha sido relevado por la desconocida Lexi Alexander, que ha contado con una tercera parte menos de presupuesto. Si querían más taquilla, salieron escaldados en USA. Si querían más calidad, les ha salido un producto similar. Si lo que querían era un festival gore sin gota de autoparodia alejado totalmente del tono Marvel y algo más cercano al goteo de una tubería rota del Bronx, el resultado ha sido impecable. No se puede negar, aún así, el cierto encanto que emana la asepsia moral de este nuevo Frank Castle, ni su contundencia arrasadora (ojo al puñetazo que le mete a uno de los gángsteres con el que hunde su mano hasta el occipucio del rival).
Valoración: 5/10
* Federico Volpini y Alberto Moreno son nuestros colaboradores de cine.
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