MADRID.- Una marca para unirlos a todos: El Mundo. Pedro J. Ramírez anuncia la reinvención de Unidad Editorial bajo la égida de una marca donde se unen el diario que creó con los medios adquiridos a Recoletos (Marca, Expansión y sus revistas) y los nuevos medios: elmundo.es y resto de digitales acompañados de televisión digital. "El medio ya no es más el mensaje", sentencia el director de El Mundo ante los empresarios reunidos en Nueva Economía Forum, para advertirles que ese mensaje lo determina ahora "una marca concreta que incluye los atributos ideológicos y estéticos de la compañía".
Tocaba venta del producto y reivindicación. Si hace unos días Pedro J. lanzaba el grito de alerta contra el "hundimiento" de la prensa ante los responsables políticos, ahora recurre al poder de la marca en la era de la multimedia y el multiproducto en un foro económico. La marca es única, los mensajes, multiplataforma.
Serán las claves del nuevo El Mundo, marca de marcas de Unidad Editorial. Lo que algunos avanzaron cuando se produjo la compra de Recoletos por Unedisa comienza a hacerse realidad. El Mundo utiliza al resto de medios como productos complementarios, pero la marca, la dirección ideológica y estética, y el poder están en El Mundo, cabecera de cabeceras (perdón por usar este término pasado de moda).
Pedro J. Ramírez pone en marcha una reinvención en la que empezó a pensar hace unos años, cuando comenzó a percibir el poder editorial y la capacidad de marcar agenda de elmundo.es, tanto para la audiencia, como para el resto de medios y los poderes. El enorme liderazgo informativo digital del que ha disfrutado desde que El País decidió cerrar bajo pago su edición digital fue cimentando algunos conceptos e ideas sobre la multimedia y la capacidad del mensaje y la marca que en otros grandes diarios han tardado más en madurar.
A falta de ver los "formatos innovadores bajo el signo de la calidad y la veracidad" que promete el director para el nuevo El Mundo, marca multiplataforma, Pedro J. no pierde opción para pasar al ataque en la era de la crisis de la prensa y señala un culpable claro: la televisión pública. ¡Ciérrenlas!, grita a los políticos, a los que denuncia por "pagarse el botafumeiro a costa de los medios privados". ¡Caramba!, y de los ciudadanos. El telestado del bienestar español (estatales, autonómicas y municipales) se lleva el 18% del mercado publicitario, pero con ese pedazo de tarta sólo paga un 37% de sus enormes gastos de unos mil quinientos millones de euros al año, con un coste estimado por cada ciudadano de 102 euros en dinero público y de 170 euros anuales en total, según las televisiones comerciales.
¡Ciérrenlas!, grita Ramírez, y no hará falta mendigar auxilios a los gobiernos para conseguir subvenciones que luego se pagan a fuego en independencia, imagen y poder.
El Gobierno ya se ha comprometido a rebajar la emisión de publicidad, pero tan lentamente que la agonía de la crisis pasará antes de encontrar una solución, por mucho que la opción a la Sarkozy de acabar con la publicidad a cambio de una parte de los beneficios del resto de medios competidores: televisión convencional, nuevas multimedios digitales, móviles, etc. atraiga al presidente Zapatero y a su vice María Teresa Fernández de la Vega.
¿Y el resto, qué? Silencio en los gobiernos autonómicos. El telestado del bienestar es bien visto por la sociedad del ocio y es impopular tanto cerrar televisiones como cobrar directamente por ellas.
Pedro J. Ramírez. Un director para unirlos a todos. Si alguien puede comenzar la reinvención de la prensa en España es él. Ningún otro director de medio de comunicación tiene tanto poder. Hace tiempo que los editores confían más en los ejecutivos que en los periodistas. En años de bonanza se gastan menos dinero en periodismo y prefieren las grandes rentabilidades. En años de crisis ponen firmes a los directores y se emplean en los recortes. Pero Pedro J. y El Mundo, director y marca, viven en simbiosis tan total que hasta sus socios italianos (Rizzoli), gente acostumbrada a los liderazgos personales, sienten que algunos anillos de poder sólo encajan en ciertas falanges.
Una sola marca y un solo director extendiendo su pensamiento en el nuevo mercado distribuido de la información, donde los contenidos del día no caben en un solo lanzado (paginación de un diario) ni bajo una sola cabecera. A los 20 años de su fundación El Mundo distribuirá su marca en diversos medios, plataformas y con varios formatos. Su director se pone al frente de todos los lobbies de poder de los medios y llama a unir las asociaciones de editores de diarios, a las televisiones y al resto de medios en la batalla de la publicidad y en la que ya se avecina de la creación de un consejo audiovisual, o incluso de la información, estatal, promesa de Zapatero.
Pedro J. vive en la batalla y en esas lides despliega sus mejores armas. Discursos tiene para todo. Ahora también quiere liderar la guerra contra las promociones para no comprar lectores. Será por cierto fracaso en algunas de sus últimas grandes apuestas, porque años han pasado entregados a esa mercadería. Y también le da la bienvenida a la TDT digital de pago, descabello de Prisa y Juan Luis Cebrián, sus grandes enemigos. Y por supuesto salió en defensa de Federico Jiménez Losantos, el otro extremo de la pinza mediática de estos años que aún vive bajo marca ajena.
Pedro J. es único. Toda una marca.
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