Dominique Strauss-Khan, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), es un tipo raro. No sólo porque sea un gerente del FMI socialista (Partido Socialista Francés), o porque le guste reírse aún en los peores momentos y tenga una cuestionada fama de ligón. Es que además, se le entiende y practica un lenguaje que para muchos de sus colegas resulta algo chusco —no tiene empacho en hablar de la mierda de previsiones que para los gobiernos hace el FMI— y es capaz de mantener la atención de medio centenar de periodistas, que ayer sólo esperábamos algo que llevarnos a la pluma sobre el último gran escándalo: la "estafa Madoff".
En este contexto, Strauss-Khan es un espécimen de esos que se puede convertir en la alegría de la huerta, aunque esté rodeado de los ambientes más densos y pesados en los días más grises. Así era el aire que se respiraba ayer en la sede del Banco de España, en la madrileña e histórica sede de Cibeles, denso. No hay muchos resquicios para el humor y eso que debía de haber sido un día histórico. Se conmemoraban los "Cincuenta años de relación" de España con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero fue una mañana grisácea, dentro y fuera del edificio que inauguró Alfonso XII hace 117 años.
Para celebrar el evento estaban convocados desde el citado gerente Strauss-Khan, a ex gerentes como su compatriota Michel Camdessus, Rodrigo Rato o el alto funcionario del Fondo y ex gobernador del Banco de España, Jaime Caruana. Por supuesto, el gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez y el vicepresidente Pedro Solbes eran los anfitriones.
La prensa económica acudió animosa al evento, arrastrada por el fuerte hedor del caso Madoff. Pero las intervenciones se fueron sucediendo a lo largo de la mañana, una tras otra, con contenidos y lamentos similares, pasando por la grave crisis económica que atraviesa el mundo y sus recetas, a los reproches entre el FMI y los gobiernos.
Hablaron Solbes y Fernández Ordóñez, seguidos de una mesa redonda de por medio y café. Retomaron el discurso Strauss-Khan, Camdessus, Rato y Caruana. La prensa seguía las intervenciones desde una sala, algunos de ellos algo perplejos. Llegaron las dos de la tarde y ni una vez los sabios económicos que influyen en la crisis global habían hecho una referencia al caso de Bernard Madoff. En las pantallas de los ordenadores, los plumillas saltaban de su texto a la evolución de los mercados internacionales. Se esperaba el goteo de nombres contaminados por la estafa, pero ni los directivos y ex directivos del FMI —casi todos tienen ahora responsabilidades en instituciones privadas o públicas— ni las autoridades españolas hacían la mínima referencia al asunto en sus intervenciones.
En esto llegó Strauss-Khan y además de anunciar aquello de que a principios del 2009 el FMI cambiará otra vez las previsiones, tuvo la osadía de manejar el lenguaje con soltura e incluso se atrevió a llamar a las cosas por sus nombres:
No fue hasta el final de la jornada de la mañana, cuando Strauss, Fernández Ordóñez y Solbes se dirigieron a la prensa, cuando se abordó la gran estafa llegada desde los lujosos loft y rascacielos más 'in' de Manhattan. ¿Por qué había que creer en las instituciones, incluidos esos señores que se sentaban allí, si hasta a la mismísima Securities and Exchange Commission (la famosa SEC) se le había escapado Madoff?
Había denuncias contra "el prestigioso inversor" desde hacía 20 años. "Es que hay supervisores y supervisores" puntualizó el gobernador del Banco de España. Su rostro y el de Solbes, cansados y, al menos preocupados, contrastaban con el del risueño Strauss-Khan.
Fue después, durante la comida previa a la sesión de la tarde, cuando entre los comensales —Solbes, Fernández Ordóñez, Rato, Caruana, Camdessus, David Vegara, el vicepresidente del Santander (Matías Rodríguez Inciarte), los ex ministros Solchaga y Boyer, entre otros banqueros y representantes de las cajas— se cotilleó sobre la gravedad del caso; sobre los nombres que han salido tocados y los que saldrán; sobre la impotencia para afrontar lo que está pasando o la desesperación por esa "fatiga del rescate" que denunció Strauss-Khan.
Sí, ayer pudo ser una jornada para la historia en la sede del Banco de España, en la capital española. Pero fue una más de las jornadas grises, donde los financieros políticos optaron por lo políticamente correcto, cansados, aburridos, pero dispuestos a mantener el tipo ante las cámaras.
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.