En casa tampoco estamos libres de culpa. El Ahmed y yo llevamos horas discutiendo sobre si Schuster era el problema del Madrid o lo eran Calderón y Mijatovic, o Raúl, o todos los jugadores. El Ahmed, que es merengón de los de sufrir, dice que Juande Ramos no arreglará nada y que hacen falta elecciones. Bueno, vamos a dejarlo, porque todo esto es un ejemplo de lo que quería decir. Quería hablar de pijadas, porque, según parece, es lo único que nos interesa.
Va un diputado de Esquerra Republicana y grita en un mitin "muera el Borbón", y se monta la de Dios es Cristo. Va un alcalde del PSOE y dice que los que votan al PP son idiotas, y se monta más de lo mismo. Que si dimisiones, que si los fiscales, que si no hay derecho. ¿Saben qué? Por mí ya pueden ponerse todos a cantar burradas con letra y música, que me deja frío.
Yo no sé cómo es posible que nos preocupemos de estas pijadas y de toda esta palabrería, con la que está cayendo. La economía se ha ido a tomar viento, los parados somos tres millones y yendo para cuatro, el Gobierno y la oposición dan pena, hay casi mil millones de desnutridos en el mundo, el terrorismo propio y ajeno mata aquí y allá, y ¿de qué se habla? Pues de pijadas. Y no me refiero sólo a la gente normal, ojo. Me refiero también a los políticos y a los comentaristas de la política. Por lo visto, es mucho más grave lo de "muera el Borbón" que tener las oficinas del Inem como el camarote de los hermanos Marx.
Antes, en el bar del Julián, con una concurrencia de parados, subempleados y desgraciados en general, el tema era el gamberro ese del Olympique de Marsella que han metido en chirona. Por lo visto, en Marsella lo han convertido en una especie de Nelson Mandela. Fíjate, un héroe de la libertad. Y allí donde el Julián, unos diciendo que tiene que pudrirse en la cárcel y otros que no, que la sentencia es desproporcionada, que el chaval es una víctima.
En las cárceles se mueren a puñados de SIDA y droga, en la calle duermen, hasta que se mueren de frío o algún niñato los quema en un cajero automático para entretenerse, montones de infelices con problemas psiquiátricos. Pero lo que sale en la prensa y se escucha en la radio es el caso del angelito marsellés, pobriño.
El Ahmed, que lo tengo aquí detrás leyendo (vaya pesado el tío), me dice que es normal, que la gente habla de cosas sin importancia para evadirse de los problemas graves. Pues mira, igual sí. Igual tiene razón el filósofo de pacotilla. Lo que pasa es que evadiéndonos de los problemas graves, dejamos que se hagan más graves, o al menos no hacemos nada por solucionarlos. Ya se encargará Obama de arreglarlo todo, ¿no?
Aquí vamos a tener un desastre de mucho cuidado, y nos pillará entretenidos con los calcetines de Esperanza Aguirre. Con un poco de suerte, ni llegaremos a enterarnos de que estamos todos en el paro.
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