El ángel de la guarda de Esperanza Aguirre debe estar agotado de proteger a la presidenta de la Comunidad de Madrid. "Aquí nos ponen un bombazo y se acabó todo", confesó con la voz quebrada en la rueda de prensa que ha organizado nada más bajar del avión. Tal y como estaba vestida cuando se inició el tiroteo, relató los dramáticos momentos vividos en Bombay.
No le ha dado tiempo ni a cambiarse los típicos calcetines de poliéster color crema que en los aviones ofrecen a los pasajeros. También calzaba los peep-toes blancos que según ha contado guardaba para las reuniones con las autoridades indias y el traje ajustado que vestía cuando se produjo el atentado en el hotel Oberoi de Bombay en el que se estaba registrando. Sin ducharse, a cara lavada, excepto un velo de sombra verde musgo en los párpados, con los ojos enrojecidos por la falta de sueño y la lógica excitación tras el pánico vivido, Esperanza no ha reparado en detalles a la hora de narrar la peligrosa experiencia.
La presidenta de la Comunidad de Madrid no vio heridos, ni terroristas, "sólo la sangre por la que tuve que pisar descalza". Esperanza Aguirre ha explicado que excepto en encuentros oficiales usaba unas alpargatas que se le rompieron en el hall del Oberoi por lo que prefirió deshacerse de ellas lo que provocó que a partir de entonces tuviera que andar con los pies desnudos. Quince personas componían la delegación que viajaba junto a Aguirre. Once todavía permanecen en Bombay, dos retenidas en el hotel y el resto en la residencia del cónsul español, César Alba.
Hacia las 11:15 horas de la mañana comparecía en el hall del edificio de la Comunidad de Madrid , en la Puerta del Sol, sede de la Comunidad de Madrid, sólo una hora y medía después de aterrizar en Barajas. Sus consejeros a la izquierda y Soraya Saenz de Santamaría, portavoz del PP en el Congreso, Jorge Moragas, jefe de gabinete de Rajoy y el médico y diputado Paco Villar, hombre de confianza del presidente del partido, a su derecha. Quedaban así aparcadas las diferencias ideológicas que capitanea Aguirre junto a Aznar, por un lado, y por otro, la actual dirección del partido. En las caras de Soraya y Moragas se notaba la satisfacción por poder seguir batallando con ella.
Un centenar de periodistas esperaban el relato. "Los que tienen el auténtico scoop —exclusiva— son la gente de prensa de la Comunidad, lo han grabado y lo han vivido en directo", comentaba la Presidenta tras la rueda de prensa. "En una situación así, habrán abandonado la cámara", apunta uno de los presentes. Esperanza no lo duda ni un segundo: "Un buen periodista nunca tira la cámara". Ella se encontraba ensimismada en la conversación que mantenía con Narciso de Foxá, íntimo amigo de la infancia y alcalde de Majadahonda, que había tenido que desplazarse hasta allí para repatriar el cadaver de su hermano, cuando los terroristas tomaron el hotel. Por eso no se enteró bien de lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Mientras los cristales se hacían añicos, Foxá y Aguirre se refugiaron bajo el mostrador de recepción. "Arrollados por el personal del hotel nos condujeron primero a la cocina, luego a las cámaras de la cocina, después a la lavandería, luego a un despacho que sería de la dirección del hotel, y de ahí nos sacaron a un mal sitio para el caso de que los terroristas nos estuviesen siguiendo. Acabamos en un salón de bodas donde había unas 200 personas y nos dijeron que no nos moviéramos de allí". Sin embargo, logran contactar por teléfono con la jefa de prensa de la Comunidad, Isabel Gallego, que se encuentra fuera, con los otros nueve miembros de la delegación que fueron empujados a la calle cuando se inició el asalto. Gallego explica que están custodiados por la policía y que es mejor que no intenten reunirse con ellos pues lo normal es que les retengan también. Por casualidad, el coche de la delegación que les acababa de conducir al hotel seguía en el exterior. Así que Aguirre y sus acompañantes salieron del hotel en medio del caos generalizado, por la puerta de las cocinas, y subieron al coche camino del aeropuerto.
"Nos vimos atrapados en un inmenso atasco debido a una bomba que al parecer había explotado en la terminal doméstica. Entonces pensé que nos podían poner un bombazo y ahí se acababa todo. Sin embargo, el chófer nos llevó por unos barrios y uno vericuetos que él controlaba y logramos alcanzar la terminal internacional". Éste es el único instante en el que se le quiebra la voz. Pero enseguida reacciona con un chascarrillo: "Mi jefe de Gabinete dice que a partir de ahora, cuando se acerque finales de noviembre o principios de diciembre, me quede en casa y ponga antideslizante en la ducha". Justo el 1 de diciembre de 2007 se produjo el accidente de helicóptero que compartían Aguirre y Rajoy al despegar de la plaza de toros de Móstoles y del que salió también ilesa.
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