Santa Maravillas del Congreso, el ejemplo que necesitan los diputados

Santa Maravillas de Jesús, la carmelita de espíritu preconciliar y mano de hierro, está a punto de empezar a ser conocida como Santa Maravillas del Congreso. Gracias al beneplácito de Bono, su placa colgará junto a la de los Reyes de España y Clara Campoamor en la Cámara Baja. Se enfrenta a una dura tarea: lograr el milagro de que sus señorías cumplan con sus obligaciones.

A María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta para más señas, casi le da un patatús cuando en la rueda de prensa de los viernes tras el Consejo de Ministros le han interrogado sobre la placa que el próximo día 11 de diciembre se colocará en honor de la Santa carmelita en el Congreso. "Podrá gustar más o menos pero es una decisión del Parlamento y por tanto el Gobierno no tiene nada que alegar". A pesar de su evidente malestar, efectivamente De la Vega carece de potestad para impedir que el día en el que se conmemora la muerte de esta religiosa de vocación tardía —tomó el hábito a los 29 años—, su adusto rostro forjado en la renuncia y el sacrificio cuelgue de las paredes de templo histórico símbolo de la democracia y la libertad junto a los reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, y Clara Campoamor, la republicana defensora de los derechos de la mujer. Un curioso cóctel de personalidades, fiel reflejo de la 'España diversa' que tanto gusta nombrar a Zapatero.

La iniciativa partió de Jorge Fernández Díaz, diputado del PP y vicepresidente tercero de la Cámara y fue aprobada el pasado día 4 de noviembre por todos los miembros de la Mesa del Congreso, menos por Teresa Cunillera, del PSOE y vicepresidenta primera, que prefirió no asistir para no votar en contra de Bono, compañero de filas y presidente del Congreso. La polémica monja, cuyos ideales de extrema austeridad y su rapidísimo proceso de canonización siempre han causado controversia en las filas eclesiásticas, sigue fiel a ese espíritu provocador. Mientras Gaspar Llamazares, de IU, y Joan Herrera, de ICV, han protestado formalmente, José Ramón Beloki, del PNV, y CIU justifican la decisión por "su notoriedad pública y su vinculación familiar con el Congreso de los Diputados".

Su padre, Marqués de Pidal, fue ministro de Fomento del Gobierno de Silvela en 1899 y embajador de España ante la Santa Sede. Durante su mandato realizó una reforma de la segunda enseñanza que fue tachada de reaccionaria por la izquierda. En un ambiente ultracatólico se crío su hija, la mayor de cuatro hermanos, María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán. Gracias a la acomodada situación económica de sus padres, recibió una exquisita educación y aunque diversas biografías insisten en que a los 21 años realizó un voto personal de castidad, tardó seis años más en decidirse a ingresar en el Carmelo de El Escorial, donde tomó el hábito con 29 años. Una edad considerable para la época, el año 1920. Inspirada por instancias superiores fundó el Cerro de los Ángeles en Getafe (Madrid) en 1926 y desde ese momento no dejó de inaugurar conventos carmelitas en los que reinaba un férreo espíritu preconciliar, en el que las rígidas normas dictadas por Santa Teresa de Jesús eran de obligado cumplimiento.

Las novicias y las monjas que estuvieron bajo su tutela aprendieron lo que es el sacrificio llevado al extremo. Ella misma dormía sólo tres horas y en el suelo. Acabó con las discretas comodidades que habían conquistado los conventos carmelitas de clausura y no dudo en desprenderse de las hermanas más débiles. En algunos foros de internet pueden leerse comentarios como este: "Se puso un poco "heavy" con aquellas mujeres que querían ser religiosas sin tanta penuria , algunas fueron desplazadas a otros conventos y otras se fueron —tuve la suerte de conocer a una de estas últimas—". La madre Maravillas murió en 1974 y su proceso de beatificación primero y canonización después fue uno de los más veloces de la Iglesia.

No cabe duda de que la vida de esta Santa de mano dura y actividad desbordante, con un interés desmedido por desdoblarse con tal de ayudar a los necesitados, es el ejemplo que necesitan sus señorías. Su presencia en el Congreso servirá para recordarles sus múltiples obligaciones. No hay que olvidar que al igual que los religiosos, los políticos, echan mano de la vocación para explicar la dedicación que profesan a los ciudadanos. Además, cuando la situación se presente muy cruda, y ése es precisamente el panorama que se vislumbra a corto plazo, la intemediación divina de la Maravillas de Jesús será muy providencial.