A esta hora no hay prácticamente un lugar en el mundo donde no se hayan enterado de la noticia: Habemus presidente de Estados Unidos. Con la economía al borde del abismo, varios conflictos abiertos y la mala imagen internacional provocada por la gestión del que ya se discute si es el peor presidente de la historia de Estados Unidos, el demócrata Barack Obama se enfrenta a un panorama que, no sólo es complicado, sino que requiere de soluciones inmediatas. Medio mundo se abraza y festeja el fin de una era y el comienzo de otra, preguntándose si el afroamericano llegará a la Casa Blanca con un pan debajo del brazo. Lo que ocurre en Estados Unidos repercute en el resto del mundo de manera inevitable y Obama es hoy 'la gran esperanza blanca'. Pero para cuando se disipe la euforia, ya está preparada la gran pregunta: ¿Ahora qué?
En la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), un think tank europeo de corriente socialdemócrata, y encargados de la edición española de la revista Foreing Policy, varios expertos analizan esta mañana los resultados de las elecciones y los retos, que no son pocos, a los que se enfrenta el recién estrenado presidente. Coinciden en algo: Estados Unidos tiene tantos asuntos por resolver que Obama tendrá que priorizar. ¿Por dónde empezar?
Para Mariano Aguirre, Director de Paz, Seguridad y Derechos Humanos de la Fundación, la victoria demócrata abre paso a un "momento interesante y complejo", en el que, además de la economía, el gobernante del país norteamericano tendrá que ocuparse de dos asuntos urgentes: Irak y Afganistán. El investigador Ivan Briscoe va más allá y no duda en asegurar que "la piedra filosofal" en la que se articula la política de Obama es luchar contra las amenazas que "vienen del exterior", como el terrorismo, el narcotráfico, el cambio climático y la proliferación nuclear.
La siguiente pregunta es inevitable, ¿cómo abordará el nuevo presidente estos asuntos? ¿Se apuntará a una política continuista o se alejará de la línea dura de su antecesor? La incógnita está servida. Por un lado, Obama "fue valorado como el parlamentario más progresista en el senado de Estados Unidos en 2007 por el National Journal", recuerda Robert Matthews, investigador de FRIDE y experto en procesos electorales y política estadounidense. Pero Obama tiene otra cara y, como explica Matthews "muchos creen que le ha costado mucho adoptar una agenda progresista en política exterior" y que su posición es más bien "prudente". No es que Obama sea un "seguidor Bush" en términos estrictos. En realidad, según el experto, Obama y Bush no difieren tanto en su mirada al exterior, pero el afroamericano es "más hábil en política exterior para alcanzar los mismo objetivos de Bush". He aquí una lista de cosas que su antecesor le va a dejar apuntadas en la pizarra de las tareas pendientes, o lo que es lo mismo, los asuntos internacionales que esperan solución, y en los que Estados Unidos tiene un peso decisivo:
Según los expertos, no es descabellado pensar que pueda desaparecer el término lucha contra el terrorismo en los próximos años. Según Matthews, si por algo difieren Bush y Obama es porque este último es "un académico", que cuestiona el meter a todos los terrorismos "en el mismo saco". En definitiva, será difícil ver a Obama imitando a un Bush que afirmaba orgulloso: "Yo no hago matices". El experto de FRIDE opina que el nuevo mandatario podría "cambiar la estrategia apoyándose más en los servicios de inteligencia y en la policía, no sólo en el ejército, como si el terrorismo fuese la Alemania nazi".
En apariencia, no hay mucha diferencia entre las propuestas de Obama y McCain. Esto no significa que Obama no vaya a mostrarse sensible al problema medioambiental. Matthews señala que el senador de Illinois está dispuesto a apoyar "un acuerdo mundial sobre la protección del clima", siempre que incluyera a China e India, además de favorecer un acuerdo de "compraventa de emisiones" para limitar las emisiones de monóxido de carbono.
"Con Obama tendremos en la Casa Blanca un mayor sentimiento proteccionista que con una administración republicana, ya sea de Bush o de McCain", sentencia Matthews, recordando las críticas del recién elegido presidente al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, en sus siglas en inglés), entre Estados Unidos, Canadá y México. La presión de los sindicatos de trabajadores, que asocian este tratado la pérdida de casi tres millones de empleos en el sector industrial desde el año 2000, ha sido clave en la actitud del demócrata. Esto explicaría parte de las trabas que existen a la firma de este acuerdo comercial con Colombia, algo que no parece muy posible en un futuro cercano, por mucho que en el país andino no pierdan la esperanza.
Para Matthews no hay duda de que Obama ha de concentrar sus esfuerzos en iniciar el diálogo que de lugar a "un proceso de paz real, no simulado, como han hecho los anteriores, entre Israel y Palestina", lo cual debería hacerse, según el experto, volviendo a 1967 y no desde el status quo. De momento, la actitud del mandatario ha sido ambigua. Por un lado, Obama no es partidario de salirse de la política pro israelí de Estados Unidos. Sin embargo, durante la campaña, "Obama ha dicho cosas que nunca ha dicho un candidato serio", aunque después haya reculado, como que "Palestina es el pueblo más sufrido de la Tierra". Además, a Obama no le ha asustado "discutir asuntos políticos de Oriente Medio en una cena con el fallecido intelectual palestino Edward Said en Chicago", aunque esto le haya servido a opositores como Sarah Palin para asegurar que "Obama se relaciona con terroristas".
En cuanto al país árabe, Obama ha cambiado varias veces su discurso. Sin embargo, he aquí una de las mayores diferencias en la postura de Bush y McCain, y la de Obama: El afroamericano "no ve a Irak como la primera línea en la guerra contra el terrorismo", ni piensa que el compromiso militar ha de ser "incondicional e indefinido". Sin embargo, todavía no hay fecha para abandonar el territorio iraquí. Por un lado, Washington quiere un acuerdo para garantizar la presencia de la tropas estadounidenses hasta 2011, "algo a lo que se oponen la mayoría de los iraquíes", señala Matthews, aunque Obama es partidario de retirar antes las tropas. Teniendo en cuenta la situación que se vive en el país de Oriente Próximo y el desgaste económico y moral que ha supuesto esta guerra para Estados Unidos, el asunto es peliagudo y se adivina, como dice el experto de FRIDE, que "Irak va ser otro de los problemas candentes para la nueva Administración".
El otro tema estrella del que medio mundo espera respuesta es Afganistán. "Hasta la fecha Obama no ha ofrecido ningún cambio político frente a la actual estrategia militar estadounidense en Afganistán", explica Matthews. Lo que sí es cierto es que el nuevo presidente del país norteamericano ha deplorado en varias ocasiones "el uso de bombardeos que terminan matando civiles". Eso sí, "al igual que Bush y McCain, está comprometido con la victoria sobre la insurgencia en aquel país", señala. Según él, "Obama no ha hablado de replantearse lo que es, en muchos aspectos, una estrategia estadounidense fallida, ni de cambiar respecto de la trayectoria actual, que hace hincapié en presionar a los aliados de la OTAN para aumentar el esfuerzo estadounidense con más tropas suyas y más participación en los combates en el sur y el este". Durante la campaña, el demócrata se ha limitado a prometer que reducirá paulatinamente la guerra en Irak "con el fin de volver a centrar la atención y los recursos en la guerra de Afganistán".
Si por algo se ha caracterizado Barack Obama, a diferencia del resto de políticos estadounidenses, correligionarios u opositores, es por su declaración de intenciones de negociar con todos los países considerados como enemigos de 'la patria' norteamericana. Entre estas "amenazas", se incluye Mahmud Ahmadineyad, el presidente de Irán. Sin embargo, encontramos que Obama utiliza con demasiada frecuencia, "la misma retórica que los republicanos para describir la amenaza de Teherán". Matthews señala el peligro de afirmaciones como que "no puede desecharse ninguna alternativa", ya que en ellas se incluye la "impensable opción de la guerra con Irán".
Para Ivan Briscoe, América Latina no está entre las prioridades de Obama, a no ser por su papel en "la lucha contra el narcotráfico y la violencia de las pandillas de centroamérica". Sin embargo, Estados Unidos se enfrenta a un gran reto en la región debido a la mala imagen de su país que se ha extendido entre sus vecinos, sobre todo "tras el apoyo al golpe de estado en Venezuela y por el desvío de la atención del país norteamericano a Oriente Próximo". Todo esto le ha hecho perder mucha influencia en la región y le ha creado la necesidad de iniciar un urgente "lavado de cara", aunque esto es probable que no ocurra hasta el año que viene.
Pero Robert Matthews recuerda que existen algunos asuntos domésticos que inciden directamente en la política exterior, como el endurecimiento de la ley de inmigración, sobre todo de la procedente de México. "Obama ha hablado de una reforma de la ley en términos generales, pero ha apoyado la construcción del muro, de más de 1.000 kilómetros, en la frontera sur de los Estados Unidos", apunta el investigador.
Por lo demás, América Latina va a estar en un futuro inmediato en un segundo plano, salvo en el plano económico. Según Matthews, "Obama es más abierto al comercio libre que Hillary Clinton, aunque realizó un giro a la 'izquierda' en plena campaña por la preocupación de los derechos humanos", sobre todo en Colombia, asegurando que el comportamiento de Uribe, es el motivo principal para rechazar el tratado de libre comercio.
La relación de Estados Unidos con la ONU siempre ha sido compleja. Esto no es una novedad. Por un lado, fue uno de los promotores de su creación. Sin embargo, según los expertos, se ha alejado de esta organización en muchas ocasiones por esa actitud de "nadie nos puede decir desde fuera lo que tenemos que hacer". Para FRIDE, es probable que Obama sea muy dialogante con la ONU, pero no vamos a ver grandes cambios con respecto a lo que han hecho sus antecesores inmediatos.
Sin embargo, creen los investigadores que el país norteamericano "sí tendrá que negociar con China", la potencia incipiente, por lo que el liderazgo norteamericano se podría resentir. En el caso de Europa, Mariano Aguirre cree que el Viejo Continente "puede ayudar a Estados Unidos a salir de los enredos en los que se ha metido", aunque para ello, "debe cambiar su actitud complaciente y pasiva".
Estas reflexiones plantean una pregunta cuya respuesta no veremos hasta dentro de unos años: ¿Asumirá Estados Unidos ser uno entre varios o seguirá en la línea de ser uno y hegemónico?
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