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El tratamiento de la lipoatrofia en los enfermos de sida mejorará su calidad de vida

EFE
Actualizado 12-10-2008 13:19 CET

Córdoba.-  La aplicación a partir del 1 de enero de tratamientos para la lipoatrofia facial en enfermos de sida en España supondrá una clara mejora en la calidad de vida de estos pacientes y aliviará la discriminación que pueden sufrir por el aspecto deformado de su cara sin apenas grasa.

Así se desprende de la experiencia que en esta materia acredita el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, cuyo jefe de Cirugía Plástica, Tomás Gómez, ha explicado a Efe que el centro sevillano es el único de Andalucía que ya realiza este tratamiento de forma estable, una labor que comenzó hace ahora cinco años para comprobar la viabilidad de las técnicas y hacerlas extensivas después a otros hospitales de la comunidad autónoma.

Gómez ha participado esta semana en Córdoba en el XI Congreso Nacional del Sida, donde el ministro de Sanidad, Bernat Soria, anunció la incorporación al Sistema Nacional de Salud del tratamiento de la lipoatrofia facial.

La lipoatrofia facial supone una pérdida de grasa en la cara y, en muchos casos, ha sido un efecto secundario de los primeros tratamientos con antirretrovirales que se aplicaban a los infectados por VIH, que producían una redistribución de la grasa corporal, siendo más visible en el rostro.

En España hay unas 14.000 personas con lipoatrofia facial que podrán acudir a un centro público para ser tratados, algo que ya se lleva a cabo en comunidades como Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Madrid y País Vasco, además de Andalucía.

Gómez ha explicado que el tratamiento que se realiza en el centro sevillano es un implante sintético facial, aunque existen otras técnicas como la implantación de relleno o la inyección de grasa en la cara extraída de otra parte del cuerpo.

La intervención se hace mediante cirugía mayor ambulatoria, con anestesia local y sedación y dura unos 45 minutos, sin necesidad de ingreso hospitalario.

Lo normal es que existan revisiones los tres primeros meses y que en un año se dé de alta al paciente, que por lo general es derivado al servicio de Cirugía Plástica por los infectólogos y los profesionales de Medicina Interna.

Según Tomás Gómez, las intervenciones no suelen presentar complicaciones y arrojan unos resultados "muy satisfactorios" que repercuten de una manera muy importante en la calidad de vida de los pacientes, que en muchas ocasiones sufren el estigma social porque su aspecto es rápidamente identificado con la enfermedad.

De hecho, el médico ha señalado que han existido casos de enfermos que incluso han dejado el tratamiento del sida o del VIH porque producía este tipo de efectos secundarios tan visibles.

Los enfermos que son tratados de lipoatrofia facial en el hospital Virgen del Rocío, que suponen una media de 35 cada año, son hombres de forma mayoritaria, de mediana edad e infectados por el VIH.

Según Gómez, la lipoatrofia afecta de manera diferente a cada enfermo desde el punto de vista psicológico y social, y no siempre el que padece la enfermedad de forma más notoria es el que más acusa los problemas de rechazo.

No obstante, ha destacado la "gran diferencia tanto física como personal" de los enfermos antes de ser intervenidos y una vez que se ha completado el tratamiento.

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