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Los inmigrantes dan cuidados, cariño y compañía a los ancianos españoles

EFE
Actualizado 05-10-2008 17:01 CET

Madrid.-  Unos 200.000 inmigrantes y, según algunas estimaciones, más de 600.000, muchos de ellos sin papeles, se encargan de dar cuidados, cariño y compañía a los ancianos españoles las 24 horas de los 365 días del año.

"Cubren una necesidad social acuciante. Además de cuidados, dan a nuestros mayores compañía y cariño, muchas veces en circunstancias muy difíciles", aseguró, en declaraciones a Efe, Begoña Gutiérrez, vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

Es un trabajo "muy duro" que frecuentemente se desarrolla en un régimen "casi, casi de esclavitud", con "jornadas de trabajo de 24 horas los 365 días del año" por un salario que casi nunca supera los 800 euros mensuales, según Isabel Quintana, presidenta de la Plataforma Estatal de Asociaciones de Trabajadoras del Hogar.

"Hay inmigrantes que, ante la imposibilidad de encontrar otro trabajo al llegar a nuestro país, o unas condiciones de vida dignas transcurrido un tiempo, aceptan ocuparse de un anciano por menos salario (...). Y eso no lo deberíamos consentir", añade Quintana.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a fecha 1 de enero de 2008, en España había 5.786.088 personas de 70 y más años, de las que casi 950.000 tenían 85 y más años, y la tendencia es que continúe el envejecimiento progresivo de la población.

Este fenómeno de envejecimiento -cada vez son más las personas dependientes- y la incorporación de la mujer al mercado laboral explica la creciente demanda de cuidadores para personas mayores.

Pero "no todo el mundo sirve para cuidar a un anciano, más si su estado de salud es delicado", advirtió María Ángeles García Antón, trabajadora social de Cruz Roja y psicóloga.

García Antón mencionó la "picaresca" y los "abusos", tanto por parte de los cuidadores como de las familias que los contratan, e hizo hincapié en la escasa preparación, cuando no ausencia total de conocimientos y experiencia, para tan delicado trabajo.

"No se trata sólo -dijo a Efe- de sacarles a pasear o sentarse con ellos a ver la televisión. Tienen que saber cómo moverles, estar muy pendientes de su medicación, de su alimentación... No todo vale".

Esta trabajadora social planteó la necesidad de que las administraciones públicas "tomen cartas en el asunto", regulando las obligaciones y derechos de estos trabajadores y garantizando una formación "que en muchos casos brilla por su ausencia".

No es el caso de Elsa, peruana de 45 años, que cuidó durante casi tres años a una pareja de ancianos españoles.

"Me trataban muy bien, pero me pasaba las noches llorando. No tenía con quien hablar", confesó.

Diseñadora gráfica en su país, Elsa, casada y con dos hijos que actualmente son universitarios en Perú, gracias al dinero que ella y su marido ganan "con mucho esfuerzo" a este lado del Atlántico, realizó cursos de formación en geriatría antes de viajar a España, formación que después amplió para su actual empleo, también el cuidado de ancianos pero ahora en una residencia.

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