A la oficina... en patines

MADRID.-  Antón Albajes-Eizagirre es un informático de 27 años que no utiliza el coche para llegar a su trabajo. Tampoco la bicicleta, ni la moto, ni el metro... él prefiere ir en patines. Si lo puede hacer es porque tiene la suerte de vivir en Barcelona, una de las ciudades españolas que más ha avanzado en el uso de los transportes sin motor.

Hace cinco años que Antón se traslada por la Ciudad Condal de la forma que más le gusta, con sus patines en línea. Desde que era pequeño siempre le ha gustado este deporte que, además, le proporciona la ventaja de ser su medio de transporte. "Llego a trabajar en 12 minutos, 15 como mucho si hay tráfico", si fuera andando tardaría 40.

El tráfico al que se refiere Antón es el de ciclistas y otros patinadores que comparten con él el carril bici: "Hace dos años los patinadores nos manifestamos y conseguimos que el Ayuntamiento de Barcelona nos dejara utilizar el carril, aunque no deja de estar adaptado para bicicletas y muchas veces te encuentras tramos con tierra que no son aptos para patinadores".

Además, Antón y la asociación de la que es vocal (la Associació de Patinadors de Barcelona), consiguieron que el Ayuntamiento les permitiera utilizar la ciudad para moverse libremente en patines durante unas horas los viernes por la noche. "Organizamos rutas urbanas en las que cortamos nosotros mismos el tráfico y vamos en grupo, llegando a ser unas 300 personas", asegura. Las rutas son diversas, tienen 7 recorridos diferentes, pero siempre salen desde el mismo punto, el Paseo Marítimo con Carrer de Ramon Trias Fargas, en la Villa Olímpica, a las 22:30 horas.

Quizás 300 personas parezcan muchas, pero no lo son si se compara con el éxito de la misma iniciativa en otras ciudades de Europa, por ejemplo, en París se juntan miles. Francia es considerada por muchos ciclistas como la capital europea del patinaje: "Allí todo el mundo está más acostumbrado a moverse en patines, es tan normal como utilizar el coche, pero claro, las aceras son más lisas que aquí", asegura Carles Ros, patinador y presidente del club Patinadores de la Región de Murcia. Él utiliza los patines para desplazarse, pero no en distancias largas sino que piensa que, sobre todo, es útil para recorridos cortos: "Es buena idea si tienes 10 minutos de trayecto de tu casa al metro y del metro a tu casa y te gusta patinar". La ventaja que tienen los patines es que son un transporte ideal a la hora de compaginarlo con otros (metro, autobús...), "cuando te convenga y en el momento en el que lo desees, coges uno u otro, si la ida es cuesta arriba, puedes ir en autobús y hacer la vuelta con los patines puestos, esa posibilidad no la tienes con la bicicleta".

Carles resalta las ventajas de los patines frente a la bicicleta: "La bici es un poco más engorrosa, ocupa más espacio en casa y si quieres que no ocupe espacio tienes que andar montando y desmontando, es más cara, si entras en una tienda y la dejas aparcada fuera corres el riesgo de que te la roben... con los patines simplemente los metes en una mochila y listo". También piensa que, más que por su rapidez y comodidad, "la gente que los utiliza por la ciudad es porque disfruta realizando su deporte". Pero, asegura, que para moverse de una forma segura para ti y para el resto es fundamental saber patinar, por ello recomienda ir a una escuela de aprendizaje primero.

Sergio Gallini es profesor de patinaje de Madrid Patina y el coordinador de Slalomskating. Para él lo primero que hay que aprender es a frenar y a girar, y antes que eso, a llevar la protección adecuada: "El casco es la protección más importante porque, aunque es poco posible que ocurra un accidente que dañe la cabeza, si sucede, suele causar problemas muy graves. Tampoco pueden faltar las muñequeras, resultan muy útiles por la sensibilidad de la zona, es habitual que se dañen. Rodilleras y coderas pasarían a un punto más secundario, pero los que quieran ir tranquilos y seguros deben ponérselos".

Pero para aprender a montar bien no se necesita una gran inversión, en algunos lugares incluso es gratis. La Asociación de Patinadores de Barcelona, consciente de la importancia que tiene que la gente que salga a la calle sepa patinar por los problemas que pueden crear a los ciudadanos de 'a pie', organizan cursos gratuitos en un parque: "Hay tres niveles, en el primero enseñamos a patinar por el parque, en el segundo a patinar en rutas organizadas y en el tercero a que vayan solos por la ciudad. Para el segundo y el tercero sólo hay que hacerse socio, pagando 30 euros al año que incluyen un seguro médico", dice Antón.

No corren la misma suerte en Valencia, donde el Ayuntamiento ha prohibido que se patine fuera de las zonas habilitadas. Para María Martí, una aficionada al patinaje, la medida tiene un carácter desmesurado: "Me parece bien que prohíban molestar, pero que lo que censuren sea circular por aceras y calzadas no es prohibir los abusos, sino el patinaje". Ella cree que el problema está en que el Ayuntamiento identifica a los patinadores con los jóvenes vándalos, "pero es como si tuvieran que prohibir los coches porque alguien conduce mal". María reconoce que tanto la circulación por las aceras como la circulación por la carretera es peligrosa para peatones y patinadores, por eso reivindica la creación de infraestructuras habilitadas para el colectivo. Por ello creó la página Valencia: Con ruedas en los pies, para que las personas pudieran compartir soluciones para poder conseguir que el patinaje sea un transporte tan digno como cualquier otro.

¿Tú qué piensas? ¿Utilizarías los patines para un trayecto corto por la ciudad?

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