Los familiares y amigos de Rubén Santana Mateo —una de las personas que perdió la vida en el accidente de Barajas— no acudirán al funeral que se celebrará en la catedral de la Almudena el próximo 11 de septiembre. En el acto estarán representantes de la Casa Real, del Gobierno y la oposición y numerosos personajes públicos. Pero la familia de Rubén no lo hará por una razón: se trata de una ceremonia católica y ellos son evangélicos.
Pero Rubén no sólo pertenecía a esta confesión sino que también realizaba labores como copastor en la Iglesia Evangélica Bautista de Tres Cantos, en Madrid. Junto a su mujer, Mari Carmen, era el responsable de evangelización en la zona de la Sierra Norte madrileña. Por eso, su familia no sólo no está de acuerdo con que se realice una ceremonia católica sino que ha solicitado que durante la liturgia se tenga en cuenta que entre las víctimas había personas que no comulgaban con esta confesión. Para ello, la Federación de Entidades Evangélicas de España (FEREDE) ha remitido una carta al cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela, quien se ocupará de la ceremonia.
"Queremos que durante la liturgia quede claro que se trata de un acto católico para católicos, que no se hagan generalizaciones respecto a las víctimas en la misa, ni se use el nombre de Rubén y que no se refiera por igual a las 154 personas que perdieron la vida", explica Jorge Fernández, responsable de comunicación de FEREDE. "Aunque para la sociedad pueda parecer que el tema del funeral católico es una cuestión menor, no lo es así para las víctimas, sobre todo para el caso de nuestro compañero, que tenía profundas creencias religiosas. No respetarlas sería ofensivo e incluso humillante para su familia".
La Alianza Evangélica Española (AEE) también ha hecho público un comunicado denunciando que se trate de un acto católico puesto que supone una "auténtica violación no sólo de la laicidad del Estado sino del respeto mínimo que merece la memoria de los fallecidos y sus familiares".
Cada vez que tiene lugar una tragedia de esta envergadura, surge el debate sobre si los actos oficiales deben o no ser de signo religioso. "Es siempre la misma historia, pasó en el 11-M y desde entonces no ha cambiado nada", asegura, Isabel Romero, portavoz de la Junta Islámica. Entre las víctimas también había, al menos, dos personas de religión musulmana, según la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) se ha mostrado muy cercana a la postura de la AEA. Isabel, por su parte, se muestra más resignada: "Parece que si protestas es porque estás en contra del homenaje a las víctimas y nada más lejos de la realidad. Sí a un homenaje pero no una ceremonia de sólo una confesión".
Los funerales de Estado en España siguen siendo católicos. Es uno de los símbolos religiosos que se mantienen en los actos públicos a pesar de que el artículo 16 de la Constitución señale que "ninguna confesión tendrá carácter estatal". En este caso, las alternativas son dos: los actos laicos y las ceremonias multiconfesionales.
"Si es una convocatoria del Estado, debe tratarse de un acto institucional, en el que estén presentes la Corona, el Gobierno y la oposición pero sin necesidad de símbolos religiosos. La ceremonia multiconfesional es otra posibilidad pero me quedo con la primera porque seguro que entre las víctimas también había agnósticos", señala Isabel Romero. La opción de una ceremonia en la que estén presentes ministros de distintas confesiones es la que han reivindicado desde la UCIDE.
Ésta fue la fórmula elegida para los funerales de otros accidentes aéreos, como el que tuvo lugar en 1998 por las 38 víctimas mortales del accidente de un avión de Pauknair en Melilla. En 2000, la Iglesia de la Madeleine de París acogía otro acto multiconfesional por los muertos en la catástrofe del Concorde. Lo mismo ocurrió con los actos de homenaje a las víctimas después del 11-S.
En los últimos meses ha habido algunas propuestas para que los símbolos religiosos desaparecieran de los espacios públicos pero finalmente ninguna salió adelante. Durante su último Congreso, el PSOE planteó la posibilidad de eliminar algunos de estos signos, entre los que se hacía una referencia expresa a los funerales de Estado. Después de muchas expectativas, el debate no dio ningún fruto puesto que la propuesta no fue finalmente introducida en la ponencia del partido.
Además, tanto PSOE como PP (al igual que CiU) votaron en contra el pasado mes de mayo a una iniciativa para suprimir los símbolos religiosos de las tomas de posesión. Se trataba de una propuesta de IU e ICV en el Congreso que sólo obtuvo el apoyo del BNG.
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