Una de las palabras de nuevo cuño preferida por mucha gente es perroflauta, que sirve para designar a una tribu urbana que ni es una recién llegada ni se acaba de inventar, pero que no tenía nombre. Bien, pues esos denominados perroflautas, denostados por todos aquellos fashionistas de pro, resultan ser grandes trendsetters, ya que su peculiar manera de vestir está influyendo, sin que apenas lo notemos, en las tendencias actuales de la moda. Sus prendas estrella han salvado la vida a muchos modernos que ya no sabían cómo distinguirse de las masas.
Para los que aún no estén muy versados, se trata de ese joven (chico o chica) de edad comprendida entre los últimos años de instituto y la universidad que suele vestir de una manera a medio camino entre los punks, los hippies y los okupas, caracterizándose por sus pantalones muy ajustados –o muy anchos, los dos extremos-, las camisetas de grupos musicales destrozadas, el palestino al cuello y unos afeites capilares que oscilan entre la cresta, la rasta y las dos cosas a la vez.
Suelen ocupar su tiempo en el noble arte de los malabares, que pueden ser fácilmente su modo de vida, o tocar algún instrumento –una flauta, cómo no- en la calle, aunque hay fundadas sospechas de que una llamada a tiempo a sus padres de clase media acomodada les llena la nevera de una manera fácil y cómoda. Se hacen acompañar de algún animal doméstico, preferiblemente un perro, aunque hay versiones con gato e incluso innovando mucho, con una especie de hurón.
Bien, aclarados los términos, hemos de asumir una realidad que puede espantar a muchos, pero que es cierta como la luz del sol: los perroflautas están influyendo mucho en la moda actual. Así a bote pronto asusta un poco, pero analizando paso a paso vemos que es un hecho. Empecemos por lo más obvio, el pañuelo palestino, prenda propia de los habitantes de Palestina y de los perroflautas; un día Balenciaga lo copió, se convirtió en chic y ahí tienes a todas las celebrities de turno, Olsens incluidas, luciéndolo. ¡Y pensar que antes sólo se podía comprar en mercadillos! Ahora no hay Pull & Bear o Bershka que no tenga uno, sobre todo la pasada temporada invernal.
Siendo un poco más sutiles, fijémonos en otra tendencia que está volviendo lentamente: las botas tipo Doc Martens, que el Nu Rave ha vuelto a poner de moda, son el calzado clásico de muchos perroflautas, más de la sección okupa que de la hippie. El niño prodigio de la moda británica, Gareth Pugh, es un gran usuario de esta prenda, pero en su versión más hardcore. No nos olvidemos tampoco de los pitillos, que ellos llevan desde hace años, y que Hedi Slimane redescubrió con Dior Homme con gran éxito. Lo mismo sucede con los leggings, propio de los perroflautas de ambos sexos y ahora 'must have' en nuestros armarios y los de las famosas.
En el lado opuesto, los pantalones turcos, anchos y cómodos hasta decir basta, también eran terreno exclusivo de los perroflautas. ¡No! Ya te contábamos la semana pasada cómo Kriss Van Assche se había inspirado en ellos para su última colección con Dior Homme. Ver para creer. Melendi, bastante fan del perroflautismo, sería un gran admirador de el nuevo giro de la firma francesa.
Las camisetas hechas polvo de grupos musicales ya las venden gastaditas, como las que sacan muchas firmas, por ejemplo Pull & Bear, de los Ramones. Levi’s, Pepe Jeans, Diesel y cualquier marca de vaqueros que se precie lanza cada temporada un montón de camisetas de estilo vintage, con aspecto casi de segunda mano, como las que llevaría un perroflauta más. La t-shirt del Che Guevara también es otro clásico que ha pasado de reivindicación a las alfombras rojas.
Hay casos especialmente llamativos dentro de la moda patria, como el último desfile de La Casita de Wendy en el Ego de Cibeles, que se lanzó al perroflautismo llenándolo todo de malabares, flautas, flores y panderetas. Fashionistas del mundo, rendíos a la evidencia: no llevaréis a un perroflauta en vuestro interior, pero sí en vuestro look.
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