Vaqueros anchotes, polo negro -su color fetiche- y cazadora. La variedad cromática no combina con él. Sin embargo, puede olvidarse del traje porque también mantiene el atractivo. No se le percibe desvalido como otros hombres en cuanto se ven obligados a salir sin corbata -el uniforme que define su estatus-, sino todo lo contrario. Relajado y distendido se atreve con chanclas en su última y definitiva visita a su abuela. Orgulloso, va de la mano con la pequeña disfrazada para Hallowen. Funciona de sport. Y seguro que hasta en pijama.