Apuesto contra Obama

Talento no tengo, pero sí tengo memoria. Me acuerdo muy bien de hace casi nueve años, cuando George Bush empezó su campaña presidencial contra Al Gore. Sí, la campaña de esas elecciones en las que ganó Bush, el candidato con menos votos. ¿Qué decía Bush por entonces? Vaguedades, sobre todo. Pero insistía en un asunto: en la necesidad de que los americanos hicieran trabajo voluntario. Antes de ganar el respaldo del Partido Republicano, Bush tuvo que enfrentarse a John McCain, el mismo que hace un par de meses fue derrotado por Barack Obama. El tema principal de McCain, en las primarias, fue la recuperación del servicio militar, pero sin la parte militar: quería que los americanos dedicaran al menos un año de su vida a trabajar gratis por los demás.

(Reuters)

¿A favor o en contra de Obama?

Después del 11 de septiembre de 2001, Bush relanzó la cosa del voluntarismo. Creó una cosa llamada USAFreedomCorps.gov y pidió a sus compatriotas que a lo largo de su vida dedicaran al menos 4.000 horas, equivalentes a unos dos años de trabajo, al voluntariado. El tema se olvidó en poco tiempo. Las causas del fracaso parecen evidentes. Vivimos en una sociedad basada en el dinero y en el consumo; para ganarse decentemente la vida hace falta currar un montón de horas, y cuando se tienen hijos lo suyo es dedicarles el escaso tiempo libre. Sólo unos pocos, generalmente muy jóvenes o muy poco jóvenes, tienen oportunidad y ganas de regalar su trabajo.

El domingo, en vísperas de la toma de posesión de Barack Obama, se celebró la fiesta de Martin Luther King, un día establecido por el Congreso de Estados Unidos (en tiempos de Reagan) como fiesta del voluntariado. Obama pasó un rato pintando unas paredes y repitió la canción que había cantado Bush, pidiendo a los americanos que ayuden a sus vecinos y, si es posible, a sus congéneres más desgraciados en otros países. Esta vez la cosa se llama USAservice.org y tiene el patrocinio de Colin Powell, el que fue a la ONU con las "pruebas" de que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Es de suponer que la iniciativa tendrá resultados tan brillantes como cuando Bush.

Lo siento, pero me suena a viejo.

Me he cortado de decirlo antes por no parecer aguafiestas, pero ahora, con Obama en la Casa Blanca, lo digo. Y pongo la apuesta sobre la mesa. Me juego una caña con todos los lectores registrados de soitu.es, o sea, un mogollón de personal, a que dentro de dos años, el 21 de enero de 2011, los índices de popularidad de Obama, en Estados Unidos y en los países de la Unión Europea, estarán por debajo del 50%. No hablo de que la gente despotrique, que despotricará: me limito a los índices de popularidad.

Ya sé que en estos momentos soy insolvente y que quizá, vista la pinta de la crisis, seguiré siéndolo en 2011. Pero prometo que si hace falta pasta para pagar las cañas, convenzo al Ahmed y al Vladimiro de que hagamos un 'full monty', en plan trabajo voluntario, para recaudar fondos.

Queda la apuesta sobre la mesa.