Los planes de Berlusconi

Silvio Berlusconi será lo que sea (entre otras cosas pronto será otra vez, me temo, primer ministro de Italia), pero tonto no es. No hace las cosas porque sí. El hombre tiene sus planes y los pone en práctica, cueste lo que cueste. A mí, estos últimos años, me ha extrañado mucho lo del Milán.

(REUTERS)

Silvio Berlusconi.

El equipo de Berlusconi ha conseguido algo insólito: ganar la Champions con unos jugadores seriamente viejos. Ríanse de cuando el Real Madrid ganaba copas con la panza de Puskas y la calva de Di Stefano; lo del Milán va todavía más lejos.

¿Repasamos? El portero, Dida, tiene 34 años. La defensa es un homenaje a la gerontocracia: Cafú, casi 38; Maldini, casi 40; Favalli, 35; Serginho, casi 37. Y quien marca los goles decisivos, Inzaghi, ya va por los 34.

Y eso es sólo un aspecto del fenómeno. ¿Se han fijado en los fichajes? La primera anomalía fue la de Rivaldo. Berlusconi compró un jugador mayor y bastante hecho polvo, que no sirvió de gran cosa. Luego, Ronaldo: gordo, con las rodillas machacadas y muy poca afición por el tema de cuidarse. Tampoco se privó de fichar a Emerson, que tras un año no haciendo nada en el Madrid persevera ahora en el Milán. Durante meses, esta temporada, Berlusconi insistió en que quería recuperar a Shevchenko, que con 31 tacos y una larga época en blanco en el Chelsea, parece más acabado que el rigodón. El entrenador, Ancelotti, tuvo que pedirle por favor que no siguiera dando la turra con Shevchenko.

Y ahora quiere fichar a Ronaldinho. No sé si Ronaldinho está acabado, pero con tantos meses sin hacer nada, tanta querencia por la discoteca y las copitas y ya con 28 años, que empiezan a notarse, tiene toda la pinta de una inversión peligrosa.

¿Qué le pasa a Berlusconi? ¿Por qué ese interés en convertir el Milán en un asilo de ancianos problemáticos? Tengo mi propia teoría. Al tiempo que iba acumulándose en la plantilla la gente mayor (la media de edad de los titulares ronda los 30; quitando a Kaká y Pato, se iría a los 33), Berlusconi desarrollaba más y más el MilanLab, el centro de tratamiento médico para atletas más avanzado de Europa. Con resultados óptimos: en mayo pasado, el achacoso Milán consiguió su séptima Copa de Europa, y en diciembre (y eso que, a ciertas edades, cada día pesa) se llevó la Intercontinental.

Según mi teoría, Berlusconi, provisto de los más avanzados tratamientos científicos, intenta conseguir que su equipo sea cada vez más viejo y, a la vez, más competitivo. El objetivo consiste, sin duda, en que una alineación de sesentones llenos de pupas llegue a una final europea. En ese momento Berlusconi, que ahora tiene 71 años, cuatro pelos trasplantados y un corpachón de 165 centímetros, cumplirá su sueño. No sólo será el hombre más rico y poderoso de Italia. También será, estoy seguro, delantero centro del Milán.