Internet destroza el pacto secreto del príncipe Enrique y los medios

El príncipe Enrique de Inglaterra estaba sirviendo con las tropas británicas en Afganistán desde diciembre de 2007. Y el escándalo se ha destapado hoy cuando el famoso Drudge Report ha reventado el secreto mejor guardado después de la filtración de una revista australiana. Los medios y el ejército británico habían pactado mantener el secreto sobre la misión de combate del tercero en la línea sucesoria del trono.

(REUTERS)

El príncipe Enrique, fotografiado en Afganistán.

Pero el secreto ha estallado por los aires con gran enojo de la prensa británica y del jefe del ejército británico, general Richard Dannatt. "Estoy muy disgustado porque webs extranjeras hayan decidido publicar la noticia sin consultarnos", ha dicho.

La exclusiva y la ruptura del secreto plantea tres preguntas:

¿Deben los medios publicar esta información?

¿Debe el príncipe luchar con las tropas en Afganistán?

El problema no es la información, sino los hechos. Los reyes y herederos del trono británico, como de tantos otros, no guerrean desde los tiempos de Jorge II, en el siglo XVIII.

Desde entonces ningún rey ni heredero ha combatido con las tropas aunque Andrés, el hermano del Príncipe de Gales, estuvo en las Malvinas como piloto de helicóptero.

Cuando las monarquías se han convertido en un símbolo más que en un poder ejecutivo, tenerlas a resguardo es importante. El tiempo de las gestas de Enrique V alabadas por Shakespeare pasó hace mucho tiempo.

Los medios británicos siempre han tenido extraños códigos de conducta. Son lo mejor y lo peor. Son capaces del periodismo de rapiña más cruel o de ponerse elegantes, con ese toque british tan cinematográfico, para fijar criterio más allá de sus fronteras. Y la monarquía es uno de sus principales temas y parte importante de su negocio.

Con el teniente Enrique se han atusado el bigote al toque del ejército. ¿No es de interés público la actividad del príncipe? ¿No deben los ciudadanos estar informados de sus andanzas? ¿Por qué se ha informado de sus estudios, juergas y novias -fue elegido el animal más famoso de las fiestas en 2007, por delante de la cantante Amy Winehouse- pero se cubre con un pacto de secreto su carrera militar?

Por el peligro. Tras su graduación se había decidido no enviarlo a Irak por las amenazas terroristas. Pero insistió y la propia Reina de Inglaterra intercedió para que su nieto se forjase una carrera militar.

En los medios británicos la opinión de los ciudadanos está dividida. Unos exponen su orgullo patriótico mientras otros se preguntan qué hace el príncipe poniendo en más peligro a sus compañeros de armas.

Los medios deben publicar los hechos si son de interés general. Y la suerte y actividad del príncipe entra en esa categoría. Otra cosa es que se reduzca el daño que se pueda ocasionar avisando a los involucrados. Drudge Report alega que contactó con el Ministerio de Defensa.

Las fotos del príncipe Enrique en misiones de combate han aparecido al instante en los medios. Con ese despliegue es muy difícil creer que no se iba a hacer uso de ellas en el futuro.

¿Capricho de heredero? ¿Legítimo deseo de una auténtica carrera militar?

Esas preguntas llenarán los medios británicos los próximos días. Lo que parece claro es que la conducta y actividades de los personajes públicos, y más si son parte de las instituciones y el gobierno de un país, deben ser lo más transparentes posible.

Si sus acciones ponen en peligro o dificultan la vida y tarea de otras personas, entonces la reflexión debe hacerse antes por ellos mismos y por los responsables de esas instituciones antes que por los medios. Pero los caprichos de los hijos de Carlos y Diana son material informativo constante. El cariño que la reina les profesa, también. Amor de abuela y quizá sombra de una culpa por su tormentosa relación con Diana de Gales.

Pactar secretos no es nunca la mejor forma de servir a los ciudadanos, auténticos dueños del derecho a la información. Si el príncipe quiere ser militar, que lo sea. Si no puede serlo porque aumenta el peligro de las tropas, el secreto, como se ha vuelto a demostrar, no es la mejor trinchera.