Luis Fernández, presidente de RTVE, amenaza con abandonar la televisión pública antes de que termine su mandato. Se siente ninguneado con las últimas decisiones audiovisuales del Gobierno, y no está de acuerdo con un nuevo sistema de financiación que le deja sin capacidad de maniobra. María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, es quien lleva los pantalones (traje de chaqueta) a nivel audiovisual, y quien ha liderado la reforma del modelo financiero de TVE. Es decir, la supresión de la publicidad, el recorte de presupuestos, la creación de una Ley Audiovisual y el aplazamiento-suspensión de la construcción de una nueva y faraónica sede. Fernández, despechado, amenaza pero de momento sigue en su puesto.
En los despachos de TVE temen que estos momentos de incertidumbre afecten a los telespectadores y puedan perder el liderazgo de audiencia. Ahí está el error. De Fernández, de la Vega, y de la mayoría de políticos y ejecutivos. La televisión pública jamás debería ser juzgada por la audiencia que consigue, sino por el servicio público que presta. Mientras este concepto no esté claro, que no lo está, TVE seguirá siendo un nido de conflictos, malos entendidos y sinsabores. Seguirá siendo el chollo de algunas productoras privadas, de algunos ejecutivos sin escrúpulos, de algunas cadenas en busca de restos de audiencia.
Pero lo peor, cuidado, no es el coito interruptus de Fernández (¿Me voy? ¿No me voy?) sino las alternativas a su sillón. Fernández quizá no haya entendido el espíritu de la televisión pública (quizá quién le vendió el cargo no le dijo toda la verdad), pero es un tipo honrado y trabajador. Los aspirantes al trono son como para echarse a temblar: Miguel Ángel Sacaluga y Manuel Campo Vidal . El primero dinamitaría la política "pacifista" del Gobierno: es un empleado de Zapatero. Campo Vidal sería mucho peor: incapaz de rejuvenecer la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, ¿qué podría hacer en TVE?
La televisión pública española necesita aire fresco. Y Sacaluga y Campo Vidal son aire revenido. Su nombramiento sería un retorno a los viejos y miserables tiempos. Pero esperen... ¿no será que ya está asentado el panorama audiovisual, que ya se consideran satisfechas las nuevas cadenas y las TDT de pago, y va siendo hora de volver a la tele gubernamental?
Me temo que nos la han vuelto a clavar.
El Descodificador se toma un par de días de descanso, pero ya mismo regresa en esta otra dirección. Gracias.
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