Hoy les traigo malas noticias. Por un lado, TVE retira 'Guante blanco' de su parrilla. Por otro, la vicepresidenta nos mete el miedo en el cuerpo hablando de la "muerte de TVE". Por último, pero no menos importante, la entrevista de Ana Rosa Quintana a Julián Muñoz, que Telecinco tenía previsto emitir esta noche, tendrá que esperar. Me temo que España entera se va a quedar con las ganas de escuchar a nuestro renglón torcido favorito. Me refiero a Cachuli, no a Ana Rosa. Se barajan varias razones como posible causa del aborto de la operación, pero la más creíble es que un juez sin escrúpulos pretendía embargar el talón con el que Telecinco pagaría al bueno del ex alcalde, para que de esta manera fuese amortizando la deuda que tiene con la sociedad.
¿Pero en qué país vivimos? ¿Cómo es posible que un juez ose entrometerse entre los negocios de dos profesionales de la comunicación? Exijo a Telecinco un telemaratón para compensar a Cachuli por las molestias, y ayudarle a pagar la gasolina del Range Rover y los gastos de 'Mi Gitana'. Una mano negra impide que este edil modélico levante cabeza y pueda, de una vez por todas, tener una segunda oportunidad junto a su entrañable Pantoja. Una mano negra que, además del gañote de Cachuli, aprieta el cuello del jefe de ficción de TVE: su flamante serie 'Guante blanco' desaparece de pantalla con tan sólo tres episodios emitidos.
No me pilla de sorpresa: 'Guante blanco' era una serie aceptable, luego tenía el futuro muy negro. Tanto que después de un cambio de fecha de emisión, esta ficción policiaca apta para todos los públicos pasa a... ¡internet! Si señores, en TVE afirman que podremos seguir viéndola en la web del Ente. Pero no descarten que regrese a la tele, puesto que la cadena pública asegura que llevarán a cabo "diversas acciones de promoción de 'Guante blanco' con el objetivo de mejorar su audiencia y acercarla a nuevos públicos, para que vuelva a emitirse en TVE". ¿Ustedes se creen esta gilipollez? Yo no.
La televisión actual, incluida la pública, no valora la calidad, sólo la audiencia. Esto supone un desprecio absoluto por el trabajo de aquellos que hacen posible productos de ficción dignos. Y demuestra la incompetencia de los ejecutivos de las cadenas que encargan la producción de series. Cada vez la televisión está más cerca del modelo seguido por las editoriales: en lugar de publicar doce libros al año, en los que creer y depositar toda su confianza, publican doce al mes, por si con alguno suena la flauta.
¿Qué quiere decir esto? Pues que los ejecutivos de las cadenas de televisión no tienen ni puñetera idea de televisión. Y que son incapaces de confiar más de tres semanas (¡tres puñeteros capítulos!) en series que, en la mayoría de los casos, necesitan meses para ser creadas, y tiempo para crecer, para enganchar al telespectador y hacerse un hueco en una parrilla saturada. Pero a los ejecutivos no les sobra el tiempo: sus Rolex tienen minutos de 40 segundos, y si una serie no alcanza la media de la cadena de inmediato (¡tres capítulos!), a la puta calle. Ahora de manera más sutil, educada y sinvergüenza: «trasladándolas» a la web.
Más palabras y frases para la posteridad. En este caso, de María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, durante su intervención en la jornada anual de la Unión de Televisiones Comerciales de España (UTECA): "la reducción de la publicidad en TVE sería un acto irresponsable e irreal"... necesitamos decisiones estructurales para no llegar a la muerte y desaparición de la televisión pública". ¿Perdón? ¿Qué coño llevan entonces haciendo con la televisión pública desde que ganó Zapatero? ¿O acaso no considera "decisiones estructurales" el ERE o el faraónico proyecto de cambio de sede? Por último, ¿lo de "la muerte y desaparición" de la televisión pública es una amenaza o una premonición?
Parque Jurásico
Autor: Michael Crichton.
Editorial: Debolsillo.
Santo cielo, ¿estoy soñando?
¿Qué se acerca bailando por la costa?
¡Del abismo brota un torrente de dinosaurios,
Llegando para hacer temblar la tierra con su danza!
Ray Bradbury
Las necrológicas coinciden: "Ha muerto Michael Crichton, escritor de best sellers". Crichton era un escritor de best sellers, hay que reconocerlo, e incluso algo mucho peor: un negacionista del cambio climático. "Los ecologistas son más peligrosos que la contaminación o el calentamiento del planeta", llegó a decir. Impresentable, lo sé. Pero le debo un pequeño homenaje...
Michael Crichton escribió 'Parque Jurásico', un gran libro de aventuras que guardo en mi estantería dedicada a los lagartos terribles, junto a 'El mundo perdido' de Conan Doyle, los ensayos del gran José Luis Sanz y la enciclopedia de Glut. ¿Sacrilegio? No para quienes entiendan que la lectura, en ocasiones, es una inmejorable forma de diversión.
Recuerdo los buenos momentos pasados con 'Parque jurásico'. ¡La idea era tan buena, tan original, tan sorprendente! Recuperaba el espíritu de Conan Doyle, e invitaba a todos los amantes de los dinos a soñar. Y a visitar el nuevo refugio de seres prehistóricos en las entrañas de la Amazonia venezolana.
Martin Amis destruyó a Crichton, con toda la razón, en una reseña a 'El mundo perdido' (bochornosa continuación de 'Parque Jurásico') incluida en el ensayo editado por Anagrama 'La guerra del cliché'. A mí me gustaría olvidar que Crichton no fue un gran escritor, perdonarle que se negase a aceptar que estamos acabando con el planeta, y darle las gracias por los buenos ratos que me hizo pasar junto al paleontólogo Alan Grant y los inquilinos de Isla Nublar.
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