Zapatero se seca

Soy optimista por naturaleza. Fíjense hasta qué punto, que pensaba que José Luis Rodríguez Zapatero saldría por completo de mi vida el mismo día en que abandonase Moncloa. Creía que reformateando las neuronas, reiniciando la memoria y vaciando un par de veces los intestinos, Zapatero desaparecería para siempre de mi consciente y de mi subconsciente. Buenas noches, y buena suerte. Los presidentes que basan su gestión en el marketing, los fuegos artificiales y los gestos efectistas tienen estas ventajas: se disuelven en la historia como el algodón dulce en la boca. Pero las cosas no acostumbran a desarrollarse como uno tiene previsto. Me temo que recordaré a Zapatero durante el resto de mis días, porque nunca podré olvidar que fue el presidente bajo cuyo gobierno murieron las Tablas de Daimiel, uno de los humedales más bellos del mundo.

Decía Zapatero en los mítines que había que cambiar el modelo económico ("pasar del ladrillo a los ordenadores y la educación"), y llegó a asegurar que la salida de la crisis estaba "en la economía verde". Pero lo cierto es que ha despreciado profundamente la naturaleza durante todo su mandato. El desastre de las Tablas es la guinda a una política medioambiental absolutamente miserable. Tanto que no podemos hablar ni de hipocresía: el Gobierno no se ha molestado en decir buenas palabras o realizar gestos electoralistas (salvo anunciar el cierre, finalmente postergado, de las centrales nucleares). La sustitución en 2008 de Cristina Narbona por Elena Espinosa, al frente de un Ministerio que dejó de ser de Medio Ambiente para pasar a ser de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino fue toda una declaración de principios. Una absorción, más que una fusión.

La muerte de las Tablas, admitida por el Ministerio de Espinosa ("sufren un proceso de degradación irreversible que se presenta como un punto de no retorno en su conservación"), supone un punto de inflexión en la conservación en España. "Seguimos tocando fondo", cantó Paco Ibáñez en su retorno a París, 40 años después de sus históricos conciertos en el Olympia y la Sorbona. En este caso hablamos de un fondo desecado por decenas de miles de pozos ilegales, un fondo de turba en llamas, un fondo que nos avergüenza ante toda la Europa civilizada: la Comisión Europea ha expedientado a España por la extrema degradación del Parque Nacional.

Han sido las Tablas de Daimiel, pero podía haber sucedido (y sucederá, más pronto que tarde) en Doñana, otro espléndido espacio natural también utilizado como reclamo publicitario y abandonado a su suerte. La muerte lenta, progresiva y anunciada de estos paraísos resulta de una obscenidad medioambiental pornográfica. Y desnuda una política socialista venida a menos. "En este fin de siglo hay dos grandes retos que definen lo que ha de ser un Gobierno de izquierdas: luchar contra la desigualdad social y proteger el medio ambiente. Una política ambiental progresista será una de las vías fundamentales de generar puestos de trabajo", dijo hace 15 años José Borrell, entonces ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente.

Ha pasado el tiempo y la situación medioambiental, lejos de mejorar, ha empeorado con la omisión y el olvido. La destrucción de las costas (con el Algarrobico aún en pie) y las urbanizaciones especulativas, la defensa de los transgénicos, el apoyo a gestiones pesqueras y agrícolas nefastas, la ambigüedad con los trasvases, la inoperancia ante la reducción de emisiones (ayudas para la compra de automóviles), los incendios forestales, los recortes a la investigación, las minas a cielo abierto, el oleoducto extremeño, los proyectos de autovías, los vertederos tóxicos... "Las posiciones antiambientalistas del PSOE han barrido a las posiciones ambientalistas. Se han cargado el embrión de una sensibilidad ambientalista en el Estado", asegura Juan López de Uralde, director de Greenpeace España.

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Televisivamente hablando, 'El escarabajo verde' es una isla del color del pasto en medio de una programación teñida de amarillo y rosa. Los domingos al mediodía (La 2, TVE) ofrece la actualidad medioambiental, compensando la evidente falta de espacio y medios con enorme entusiasmo. Se ha convertido en un programa imprescindible, por los contenidos y por la exclusividad: no busquen otros compromisos con la naturaleza en la televisión actual, porque no los encontrarán.

Ayer hablaron del Parque Natural Sierra de Aracena, y de un proyecto que pretende "modificar" la carretera actual que atraviesa la zona, la 433 Sevilla-Frontera Portuguesa, y convertirla en una vía rápida. Se trata de una zona calificada por la Unesco de Reserva de la Biosfera. Tendrán que talar más de 11.000 árboles. El propio estudio oficial de impacto medio ambiental califica de severo-alto el impacto en varios de sus tramos. Y los habitantes de la sierra están en contra de la obra: tienen más que suficiente con la carretera actual.

Esta nueva carretera representa un modelo de desarrollo anticuado, ineficaz, depredador. La sierra de Aracena es la única zona del planeta, junto a Doñana, donde sobrevive en libertad el lince ibérico. Hace unos días podíamos leer en soitu un magnífico texto de Clemente Álvarez sobre el futuro de los linces criados en cautividad, y la dificultad para encontrar hábitats adecuados donde soltarles, el fin último de un proyecto costosísimo. Se trata de un resumen perfecto de las repugnantes políticas medioambientales que padecemos: el estado se ha gastado decenas de millones en programas de cría en cautividad para evitar que un animal se extinga, víctima de la destrucción de sus hábitats, los atropellos y la falta de alimento (conejos). Al mismo tiempo, construimos en su principal hábitat una autovía donde los linces quedarán aún más aislados y morirán atropellados.

P.D.2

La secuencia más cara en la historia de la televisión. Se rodó para abrir la décima temporada de 'C.S.I. Las Vegas', costó 400.000 dólares y dura dos minutos y diecisiete segundos. Es televisión, pero parece cine. Una pequeña maravilla en forma de tiroteo detenido en el tiempo.