Teherán.- La controversia sobre el programa nuclear iraní abrió hoy un nuevo capítulo con la llegada de los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que pudieron visitar por vez primera la planta de enriquecimiento de uranio que Irán construye "en secreto" desde hace meses.
Los cuatro expertos aterrizaron de madrugada en la capital iraní y escasas horas después pusieron pie en la polémica central de "Fordu", que se edifica bajo una colina cerca de la ciudad santa de Qom, a unos 120 kilómetros al suroeste de Teherán.
Su misión, tratar de certificar que la instalación, en la que los científicos iraníes pretenden colocar tres mil centrifugadoras de moderna generación, se ajusta y limita a los fines pacíficos que alega el régimen de los ayatolá.
"Los inspectores, que llegaron de madrugada a Irán, visitaron esta mañana la planta y tienen previsto hacerlo varias veces más hasta el martes", fecha en que regresarán a Viena, confirmó horas después la agencia de noticias local Mehr.
"Fordu" se ha convertido en una nueva fuente de suspicacia para la comunidad internacional, que acusa a Irán de ocultar, bajo su programa nuclear civil, otro de naturaleza clandestina y aplicación bélica cuyo objetivo sería adquirir un arsenal atómico.
Vigilada por los satélites norteamericanos desde que hace más de dos años comenzara su edificación, su existencia salió a la luz pública envuelta en polémica el pasado 25 de septiembre al margen de la cumbre del G-20 en Pittsburg.
Aquel día, el presidente estadounidense, Barack Obama, flanqueado por su colega francés, Nicolás Sarkozy, y el primer ministro británico, Gordon Brown, acusó a Irán de haber engañado al mundo al iniciar su construcción "de forma clandestina".
El régimen iraní trató de justificar su acción y alegó que no había actuado de forma secreta ya que había informado al OIEA cuatro días antes de la denuncia de la Casa Blanca.
Además, subrayó que en su opinión había actuado incluso de buena fe ya que interpreta que no está obligado a revelar su existencia hasta que falten seis meses para su entrada en funcionamiento.
Pero apenas dos semanas después, el director general de la citada agencia de la ONU, Mohamad El Baradei, dio la razón a la comunidad internacional al señalar que Irán debería haber informado desde el mismo momento en el que decidió poner la primera piedra.
El nuevo conflicto estalló apenas seis días antes de que Teherán y el denominado grupo 5+1 -integrado por Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, China y Francia más Alemania- retomaran la negociación nuclear en Ginebra bajo el nuevo espíritu de diálogo fomentado por Obama.
El presidente norteamericano ha adoptado un discurso más abierto pero igualmente firme, en el que ha combinado la admisión de que Irán tiene derecho al uso civil de la energía con la advertencia de que no titubeará si el régimen iraní no ayuda a aclarar las dudas que se ciernen sobre el objetivo de su programa.
La Administración estadounidense ha subrayado que la comunidad internacional quiere, ante todo, garantías de Teherán de que no desviará el enriquecimiento de uranio a otros usos como la creación de una bomba atómica o el ensamblaje en ojivas de misiles.
Irán niega las acusaciones e insiste en que sus objetivos son únicamente la generación de electricidad y la alimentación de sus reactores de investigación médica.
Para ello, tiene más de siete mil centrifugadoras en la planta de Natanz, y espera la puesta en marcha del reactor de Bushehr, que construye con ayuda rusa.
En la capital, tiene otro reactor de investigación que necesita uranio enriquecido al veinte por ciento.
Como solución, representantes de Washington, París y Moscú propusieron esta semana a Irán, tras una reunión de tres días en Viena, enviar su uranio a otro país -en particular a Rusia- y recuperarlo tiempo después enriquecido al 20 por ciento para cubrir así sus necesidades de combustible nuclear.
Aunque el régimen iraní ha evitado hasta el momento dar una respuesta, la televisión estatal por satélite iraní PressTV y diversos responsables han sugerido que contestará que prefiere comprar el uranio en el exterior.
Además, Teherán ha advertido que si el acuerdo fracasa, tratará de lograrlo por sus propios medios, ya que la energía nuclear es un derecho que le asiste y al que no piensa renunciar.
"Occidente intenta engañar e imponer algunas de sus demandas a Irán. Nos dicen que nos ofrecerán uranio enriquecido al 20 por ciento si les entregamos el que tenemos. No vemos relación alguna entre los dos asuntos", declaró este sábado el presidente del Parlamento iraní, Ali Lariyani.
"No existe justificación lógica o legal para esa fórmula", subrayó.
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