Barcelona.- El Delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí, es partidario de que la auditoría que se está realizando del Palau de la Música, y que estará acabada a finales de este mes, incorpore una reflexión sobre la futura estructura jurídica y organizativa de esta institución.
En una entrevista con Efe, Martí ha analizado los hechos del Palau, protagonizados por el anterior presidente de la Fundación, Félix Millet, y su cúpula directiva, y ha mantenido que uno de los problemas que se han puesto en evidencia en los últimos meses es que Millet "mandaba en todos los niveles".
A partir de ahora, prosigue, debe haber una nueva estructura en el Palau que no puede obviar que el Orfeó Català es el propietario del emblemático edificio de Domènech i Muntaner, pero, "como no cuenta con recursos suficientes, debe necesitar del concurso de mecenas, lo que nos lleva a una estructura jurídica en la que deben concurrir empresarios, patrocinadores, administraciones públicas y la misma propiedad".
El mandatario municipal sostiene que en la nueva distribución de responsabilidades de la institución debe quedar blanco sobre negro que habrá cargos "representativos", como el que ejerce en la actualidad Mariona Carulla (presidenta del Orfeó Català y del Palau de la Música), y otros ejecutivos, como el que ocupa desde julio Joan Llinares (director ejecutivo del Consorcio del Palau de la Música).
Una fórmula que no descarta Martí es que continúe existiendo una Fundación, con un patronato con representantes de todos los ámbitos relacionados con el Palau, como también ocurre en el Liceo. "Creo que si lo hacemos de esta forma impediríamos que un delito como el que ha ocurrido volviera a suceder", ha señalado.
Preguntado sobre cómo pudo Millet desviar al menos veinte millones de euros de fondos del Palau, según estimaciones de la Fiscalía de Barcelona, sin que nadie sospechara, Jordi Martí entona un "mea culpa" y reconoce: "nos la ha jugado. Yo me siento engañado, frustrado por no haber sido suficientemente sagaz de ver que detrás del personaje había un ladrón, pero lo hemos cogido".
Por otra parte, cree que el caso también ha supuesto "que nos demos cuenta de que nos hemos de vacunar contra la sensación de impunidad, de ser intocables. Millet eso lo había conseguido y nos deberíamos conjurar para que nadie más pueda estar por encima del bien y del mal".
Martí, asimismo, recuerda que aunque ahora "todo el mundo diga que ya sospechaba de él, cuando se le hizo un homenaje en Pedralbes, no faltaba nadie".
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