Naciones Unidas.- Cuatro víctimas del tráfico y explotación de personas expusieron hoy en la sede de la ONU sus desgarradoras experiencias para exigir a las autoridades mundiales una mayor persecución de las redes implicadas en esta actividad criminal.
El evento organizado por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Navy Pillay, contó con la participación del secretario general del organismo, Ban Ki-moon.
"Las cuatro personas que comparecen hoy aquí son algo más que víctimas y supervivientes, son testigos de la verdad", afirmó el máximo responsable de la ONU, quien les encomió por su "valor".
Ban abogó por intensificar la lucha contra este fenómeno criminal para que la "respuesta sea tan amplia como lo es el problema y se ataque de raíz".
"Los índices de detenciones en la mayoría de países son microscópicos comparados con la magnitud del problema", aseguró.
Los cuatro declarantes coincidieron en exigir una mayor atención al fenómeno del tráfico de personas, tanto en el aspecto policial y judicial, como en el de la asistencia a sus víctimas.
Las redes criminales trafican anualmente con unas dos millones de personas y mantienen en condiciones de trabajo forzoso en total a unos 12,3 millones, según diversos organismos internacionales.
"Como todos los que estamos aquí, queremos contar nuestra historia para que se persiga más a estos criminales", aseguró la venezolana Kika Cerpa, que durante tres años fue obligada a prostituirse en Nueva York por delincuentes que regentaban burdeles clandestinos.
La joven había conocido a un hombre en el hotel de Caracas en el que trabajaba, que años después la convenció de emigrar a EE.UU. para vivir juntos como pareja, pero a su llegada la forzó a trabajar para su familia.
Cerpa aseguró que durante esos tres años fue detenida en varias ocasiones por la policía, pero en ningún momento se le ofreció la posibilidad de protegerla de la mafia que la controlaba.
"Uno de los retos que más afrontamos en esta materia es la dificultad que encontramos en las autoridades para que reconocen el carácter de víctima de estas personas", señaló en el acto la activista británica Rachel Lloyd.
Resaltó que su experiencia como prostituta de una red ilegal en Alemania cuando era adolescente le enseñó que "las víctimas no siempre parece que quieran ser rescatadas".
Otro de los casos expuestos en la conferencia fue el del nepalés Buddhi Gurung, que desempleado y con dos hijos, en 2004 fue captado por un supuesto empresario que le prometió un trabajo de 500 dólares mensuales de sueldo en EE.UU..
Meses después se vio embarcado por la fuerza junto a un grupo de compatriotas en un convoy que los llevó de Jordania a Bagdad para trabajar en una base estadounidense, en la que presuntamente permaneció más de un año privado de pasaporte y dinero.
Doce de sus compañeros fueron secuestrados y posteriormente asesinados por un grupo armado islamista radical opuesto a la presencia de tropas extranjeras en el país.
"Todos aquí son gente importante", dijo dirigiéndose a los presentes en el acto, por lo que "les pido que hagan algo para que a nadie le vuelva a pasar lo que a mi me sucedió".
Gurung interpuso una querella contra la empresa estadounidense de Texas que subcontrató los servicios de la compañía que lo reclutó a él y a sus compañeros asesinados.
El secretario general de la ONU también escuchó el testimonio de la joven ugandesa Charlotte Awiwo, quien a los 14 años fue secuestrada por la guerrilla del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) y obligada a servir de esclava sexual a sus comandantes.
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