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El incendio de turbas en Las Tablas avanza lentamente por debajo de la tierra

EFE
Actualizado 16-10-2009 12:14 CET

Daimiel (Ciudad Real).-  El incendio de turbas que se registra en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel continúa activo y avanzando lentamente por debajo de la tierra, mientras que los técnicos de este espacio natural protegido trabajan intensamente para intentar sofocarlo.

Según ha podido comprobar Efe, el punto más caliente se mantiene en torno al paraje conocido como la isla de Las Cañas, donde continúan apareciendo fumarolas que indican que el fuego sigue consumiendo la turba que se encuentra bajo el ligero sustrato de arena que recubre el terreno.

Las fumarolas son más visibles a primera hora de la mañana, cuando la diferencia de la temperatura ambiente y la del interior de la tierra, que puede llegar a ser superior a los 220 grados centígrados, provoca que se formen grandes chimeneas humeantes.

Según reconocieron a Efe los técnicos que trabajan en la extinción del incendio, las fumarolas son ahora más visibles, en puntos más distantes, a las que inicialmente se observaban cuando por primera vez se detectó que las turbas habían entrado en autocombustión a finales del mes de agosto, lo que significa que el fuego sigue avanzando por el cauce de la Madre Chica del río Guadiana.

Los aportes externos de agua procedentes de varios pozos de emergencia y la compactación del terreno son las únicas armas con las que está luchando el personal del parque para hacer frente a este incendio.

Los trabajadores se afanan cada día en compactar, con una gran máquina pesada, los puntos más calientes donde se detecta que existe mayor actividad de combustión de la turba, si bien, reconocen que la única solución para frenar el incendio es lograr inundar las más de 150 hectáreas de terreno por las que se distribuyen las turbas.

De no hacerlo, el episodio que ahora se limita a la zona de la isla de Las Cañas se podría repetir en otros puntos del Parque Nacional, a semejanza de lo que también ocurrió en el entorno del molino de Molemocho.

Durante estas últimas jornadas el rayo más optimista de esperanza que se han llevado los trabajadores en su labor de extinción es que han podido comprobar cómo los aportes de agua que se están realizando a través de tuberías han permitido que parte de la turba de la zona haya acabado humedecida, lo que contribuirá a frenar el avance de la autocombustión.

En la zona donde la turba se está quemando se trabaja con mucha precaución y extremando las medidas de prevención, puesto que el terreno ha perdido firmeza al haberse contraído por la sequía de las turbas y no es raro acabar hundido en el interior de la tierra, donde la temperatura es muy elevada.

Esto ha llevado a los trabajadores a moverse con sumo cuidado, lo mismo que le ocurre a las máquinas pesadas, que se desplazan con cadenas, lo que no les impide, en algunos casos, acabar vencidas hasta descender más de medio metro por debajo del terreno natural.

En la Isla de las Cañas también se puede comprobar, con relativa facilidad, la alta temperatura que puede llegar a alcanzar la turba al entrar en autocombustión, un hecho que se aprecia cuando se acerca la mano a cualquiera de las bocas -hundimientos- que se han producido en el terreno.

La entrada en combustión de las turbas, formadas como resultado de la acumulación de materia orgánica, principalmente vegetal, que se ha ido depositando bajo la superficie del agua a lo largo de cientos de años, se produce después de que este material haya acabado perdiendo su estructura como consecuencia de la falta de agua que vive el Parque Nacional.

La desecación de la materia orgánica provoca que se reduzca su volumen, contrayéndose y originando hundimientos y profundas grietas que aparecen sobre el suelo que antes estaba inundado.

Es a través de estas grietas por donde el aire penetra y oxida la materia orgánica, aumentando progresivamente el proceso de oxidación, que produce la elevación de la temperatura del terreno, hasta provocar que las turbas entren en autocombustión, lo que da lugar a la formación de un gran "brasero" bajo la tierra.

El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, enclavado en la provincia de Ciudad Real, es el menor y más humanizado de los que conforman la red de Parques Nacionales. Situado en el centro de La Mancha Húmeda, es el último representante del ecosistema denominado tablas fluviales.

Con una superficie de 1.928 hectáreas, acoge una gran riqueza faunística, lo que le llevó en 1982 a ser declarado zona Ramsar para la protección de los humedales y, posteriormente, Zona de Especial Protección para las aves por la Unión Europea.

La transformación agrícola de su entorno ha provocado en las últimas décadas el descenso de los recursos hídricos del Acuífero 23, considerado el auténtico embalse subterráneo que aportaba agua a este significativo ecosistema.

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