Justo antes de coger un avión para Europa he cazado al vuelo dos intervenciones de tipos a quienes respeto: Dan Gillmor y Lawrence Lessig.
Dan Gillmor ('We the Media') nos hace partícipes de 22 nuevas reglas que impondría si dirigiera un medio de comunicación.
Me encanta la segunda:
Invitaríamos a nuestra audiencia a participar en el proceso periodístico en una variedad de formas que incluiría el crowdsourcing, el blogging, los wikis y muchas otras técnicas. Dejaríamos claro que no buscamos mano de obra gratis (y nos esforzaríamos en crear un sistema que recompensara a quienes contribuyeran con algo más que una palmadita en la espalda), pero sobre todo promoveríamos un flujo multidirectional de noticias e información donde la audiencia desempeñe un papel crucial.
Eso va por los directores de la prensa tradicional que no quieren entender nada de la revolución digital (sí, hay una y transforma en primer lugar a los medios).
Lawrence Lessig ('Cultura libre') sorprende a muchos tomando partido contra la transparencia, que no es otra cosa que el eje principal elegido, por el momento, por la administración Obama para cambiar la forma de gobernar EEUU.
Un pequeño extracto:
¿Cómo podría alguien estar en contra de la transparencia? Sus virtudes y ventajas parecen de una obviedad aplastante. Pero me temo cada vez más que hay un error de fondo en toda esta bondad incuestionable. No estamos siendo lo suficientemente críticos sobre dónde y cuándo funciona la transparencia, o dónde y cuándo puede llevarnos a la confusión, o algo peor. Y temo que el inevitable éxito de este movimiento (que, si se persigue por sí mismo, sin atisbo de sensibilidad por toda la complejidad de la idea del aperturismo perfecto) inspirará no una reforma, sino repugnancia. El "movimiento por la transparencia desnuda", como lo llamaré aquí, no va a inspirar cambio alguno. Simplemente tirará por la borda cualquier confianza en nuestro sistema político.
Ahí tenemos una bonita invitación a reflexionar.
Así que echad un vistazo a los comentarios de Ethan Zuckerman y de David Weinberger.
¿Qué decís vosotros a todo esto?
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