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Los cien días de Van Gaal en el Bayern dejan más sombras que luces

EFE
Actualizado 08-10-2009 13:51 CET

Berlín.-  Los cien días del holandés Louis Van Gaal al frente del Bayern de Múnich dejan más sombras de luces, con el equipo en una crisis de resultados y sin haber desarrollado una identidad clara bajo el nuevo entrenador.

Aunque es claro que no todo lo que pasa en el Bayern es culpa de Van Gaal, sí hay problemas que tienen cierta relación con la proverbial tozudez del holandés, que está casado con una idea del fútbol y con un sistema que difícilmente está dispuesto a abandonar.

Van Gaal es un hombre de dogmas futbolísticos y en ocasiones la aplicación de los mismos dejan mucha porcelana rota. Ya antes de llegar el holandés generó una primera víctima, que fue el brasileño Lucio.

Durante años, Lucio había jugado como titular en el Bayern, formando pareja de centrales con el argentino Martín Demichelis o con el belga Daniel Van Buyten. A veces la constelación funcionaba casi a la perfección y a veces surgían problemas pero a nadie se le había ocurrido que la dificultad estaba en que los dos centrales eran diestros y que faltaba un central zurdo.

Van Gaal, en cambio, manifestó desde antes de asumir el equipo que Van Buyten, Demichelis, Lucio y el también brasileño Breno tenía que pelear por un único puesto en la defensa y que el otro central tenía que ser un zurdo.

A Lucio le llegó el rumor de que Van Gaal no contaba con él, se enfureció y eso abrió el camino para su marcha al Inter. Con ello, el Bayern perdió a uno de sus líderes y sus figuras de identificación a cambio de que Van Gaal tuviera su central zurdo, llevando al primer equipo al joven Holger Badstuber.

Un caso similar al de Lucio es el de Philipp Lahm, aunque con repercusiones menos graves. Normalmente, nadie que haya visto jugar a Lahm con la selección alemana duda de que probablemente sea uno de los mejores laterales izquierdos del mundo.

Para Van Gaal, sin embargo, esa evidencia parece menos que un problema teórico. Él cree que un lateral izquierdo debe ser zurdo y que por lo tanto Lahm, que es diestro, debe jugar como lateral derecho.

Con ello, Van Gaal ha roto la sociedad que formaban Lahm y Franck Ribery y la banda izquierda del Bayern es este año menos peligrosa que en años anteriores. Y por la derecha, en lo ofensivo, Lahm no tiene la misma peligrosidad.

El jugador ha reconocido últimamente que ya no sabe de que lado juega mejor y que quisiera una posición fija porque a veces Van Gaal lo vuelve a mandar a la izquierda el ver que los que han probado suerte en esa posición, el croata Daniel Pranjic y el holandés Edson Braafheid, no han convencido.

Cierta inseguridad que parece haber asaltado a Lahm afecta también a otros jugadores, sobre todo en la parte de ataque.

De entrada, con cuatro centrodelanteros claros con aspiraciones a ser titulares -el italiano Luca Toni, los alemanes Miroslav Klose y Mario Gómez y el croata Ivica Olic- Van Gaal tenía un problema a la hora de los descartes.

Pero el holandés, ha logrado agravar el problema con su obsesión por el 4-3-3, que en principio deja sólo un puesto para uno de los cuatro lo que produce inquietud en la plantilla.

Gómez fue titular en los primeros partidos, marcó goles. Pero a Van Gaal no le pareció suficiente y empezó una rotación permanentemente, en la que todavía no incluye a Toni, y en la que ninguno de los delanteros siente suficiente respaldo del entrenador.

En algunos partidos, el 4-3-3, con Ribery y Arjen Robben jugando por las bandas, dio buenos frutos. Pero también es cierto que a veces el precio de renunciar a un segundo ariete es que el equipo pierde presencia en el área.

Muchos se preguntan porque Robben y Ribery no pueden jugar en el medio de campo para que arriba haya una dupla que momento podría estar formada por Klose y Gómez o Klose y Olic.

De momento, Robben está lesionado. Y entonces Van Gaal ha caído en la ocurrencia de mandar a Olic a la banda izquierda. Y ha habido partidos en los que Klose se ha encontrado con que tiene que jugar en el centro del campo.

Todo eso no tendría importancia si los resultados fueran buenos. Pero el Bayern tiene ocho puntos de desventaja con respecto al líder, Bayer Leverkusen. Y en los últimos partidos el equipo ha sido despedido con silbidos.

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