¿Aparecerá la cabeza de Brown convertida en bombilla?

LONDRES.-  Gordon Brown lleva más de un año como cadáver político. El premier no conseguía afianzar su liderazgo en el Laborismo, pero lograba ir sobreviviendo con dosis de oxígeno proporcionadas por sus aciertos en el terreno financiero y la inestimable ayuda de Peter Mandelson. El que fuera su enemigo acérrimo se ha convertido en su mano derecha y siempre ha conseguido salvarle de la hoguera que, en repetidas ocasiones, han encendido los rebeldes del partido. Pero esta vez se han acabo los recursos. Al primer ministro le ha llegado el final. Y el motivo no hay que buscarlo en sus rivales sino en sus propias palabras.

El premier tenía que haber dado el martes el discurso de su vida. Pero en vez de eso, ofreció al congreso anual del partido un mitin electoral cargado de medidas dirigidas a la economía, asuntos sociales y sistema sanitario. Fue un discurso plano, sin pasión, sin brío. Muchos dicen que era lo mejor que podía ofrecer, pero no es cierto. Brown nunca ha sido el gran orador que fue Tony Blair, pero en el discurso del año pasado, cuando entre las filas circulaba una carta en la que se quería pedir su dimisión, consiguió convencer al público y al electorado.

En esta ocasión, sin embargo, ni engatusó ni sorprendió porque el recurso de sacar a la palestra a la querida Sarah Brown estaba ya visto. La fórmula dio magníficos resultados en el último congreso, pero esta vez dejó indiferente al público. En definitiva, el premier perdió la última oportunidad que tenía antes de las elecciones generales del año que viene.

Muchos esperaban encontrar en su intervención algún tipo de razón para seguir defendiéndole, pero tras pronunciar la última palabra se dieron cuenta de que estaba todo perdido. El rotativo The Sun no ha hecho otra cosa que corroborar su teoría. El tabloide ha dejado de apoyar al laborismo y se ha posicionado al lado de los 'tories'. Al instante, todo Reino Unido ha entendido que se ha marcado el final de una era.

La historia ha demostrado que el tabloide siempre ha apostado al caballo ganador. Lo hizo en 1992 cuando defendió a John Major y lo volvió a hacer en 1997 cuando se cambió al bando de Tony Blair al entender que los conservadores habían quemado ya todos sus cartuchos. A pesar de que el rotativo siempre había sido de derechas, el avispado de Alastair Campbell, responsable de prensa del antiguo premier supo convencer a la dirección de que la mejor opción era apoyar a un joven y dinámico candidato.

Y ahora parece que la historia se repite. Tras doce años de Laborismo, el tabloide ha decidido arrimarse a David Cameron, un "muchacho" comparado con el gris Brown que puede dar un aire fresco al país cansado ya del desgastado Ejecutivo. Y en este cambio de rumbo también ha podido ser clave el papel de otro lince. En este caso, se trata de Andy Coulson. El que fuera director del dominical del periódico, es ahora el responsable de comunicación del líder 'tory' y a la izquierda la jugada no le ha sentado nada bien.

De hecho nadie supo encajar el revés del tabloide. El gesto quizá de más frustración lo protagonizó Tony Woodley, responsable de los sindicatos, que rompió en dos el rotativo durante su intervención en el congreso laborista. Las gradas le aplaudieron, pero todos eran conscientes de que la batalla ya está perdida.

El propio Brown se ha dado cuenta que el fin está más cerca que nunca. El premier no pudo evitar su nerviosismo ante las cámaras de televisión. La ronda de entrevistas se convirtió en un escenario patético en el que el premier no daba pie con bola. Y la verdad es que tiene razones para estar nervioso. A nadie se le olvida que el día de las elecciones en 1992 The Sun, que por aquel entonces apoyaba a los tories, publicó una portada con la cabeza del candidato laborista, Neil Kinnock, convertida en bombilla y acompañada del siguiente titular: "si Kinnock gana hoy, el último en abandonar el Reino Unido que por favor apague la luz". ¿Será parecida la que protagonice el premier en los próximos comicios? Es imposible predecir aún los detalles, pero lo que está claro es que será la última.