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Joven, moderno, intelectual y gay: el nuevo socio de Merkel

  • El líder del partido liberal se ha convertido en el primer vicecanciller homosexual declarado
  • Su carrera política y su liderazgo en el partido se reafirmaron ayer tras años de intentos
  • Algunos episodios de su vida le fraguaron una imagen frívola y lo alejaron del poder
Por LAURA LUCCHINI (SOITU.ES)
Actualizado 28-09-2009 18:12 CET

Joven, moderno, intelectual y gay. Guido Westerwelle es el hombre del momento en Alemania. Con 47 años, el líder del partido amarillo (los liberales del FDP) se ha convertido en el primer vicecanciller homosexual declarado, y gracias a los resultados obtenidos podrá contar a lo mejor con más de los tres ministerios normalmente reservados para el aliado junior de quien gobierna.

Un titular del diario berlinés Tagesspiegel jugaba ayer con el color de su partido y su éxito hablando de «Fiebre amarilla», y es que la formación de los liberales, que ya había recogido resultados destacados en las elecciones europeas, ayer logró el 14,9%, su mejor resultado desde 1949, es decir desde que existe la República Federal. Hubo un clamor enorme en la Luisenstrasse donde el FDP había instalado su cuartel general para el Wahlparty, la fiesta electoral. Guido Westerwelle subió al escenario y se dejó abrazar por la ovación durante algunos minutos. Cuando, tras un largo silencio, logró pronunciar un "danke", le brotaron las lágrimas detrás de las gafas, y la imagen, rebotada hoy a todos los diarios, se imprimirá en la historia.

Para Ángela Merkel sólo estaba en juego con quién formar coalición. Pero Guido Westerwelle se jugaba todo. Su carrera política y su liderazgo en los liberales se reafirmaron ayer tras años de intentos: en dos ocasiones perdió la posibilidad de entrar en el Gobierno. En 2002, con la reelección de Gerhard Schröder y, hace cuatro años, con la gran coalición que preside Angela Merkel.

Hoy el mundo se pregunta acerca de las claves de su éxito. Su bronceado perfecto, los vestidos impecablemente ajustados a una forma física entrenada, la sonrisa intacta y la mirada segura son la instantánea del líder que supo crear un partido alrededor de sí mismo, mientras sus segundos son casi desconocidos, y logró seducir a los «insatisfechos» de toda Alemania.

Ayer dijo: «Estamos contentos con estos resultados pero también sabemos que antes de todo significan responsabilidad», y es que Guido Westerwelle no oculta que algunos errores del pasado han afectado su camino hacia el Gobierno: en 2001 apareció en la versión alemana de Gran Hermano. Mientras que en 2002 recorrió el país en un autobús llamado «Guidomóvil» en el que hacía campaña electoral para conseguir un 18% de los votos (se lo había marcado en los zapatos). Estos y otros acontecimientos cementaron su imagen frívola y lo alejaron del poder.

Como gay, Westerwelle salió del armario en 2004, cuando acudió al 50 cumpleaños de Ángela Merkel acompañado por su pareja, el empresario Michael Mronz y dijo que quería tener una familia con él. El asunto no causó particular escándalo, aunque desde algunas franjas de la Unión (sus aliados) no han faltado los comentarios irónicos. El pasado verano, el líder de la CSU, los cristianodemócratas de Baviera, Horst Seehofer, le ha llamado «Little Mr Sensitive» en referencia a su homosexualidad.

Es más problemática su línea política: justo mientras la misión militar en Afganistán goza en Alemania de escasísima popularidad, él hizo campaña apoyando la intervención y su victoria aleja ahora la perspectiva de un calendario de retirada de las tropas. Así mismo, mientras unas 70.000 personas marchaban en Berlín para el abandono de la energía nuclear (una ley establece el cierre de todas las centrales dentro del 2021), él y Ángela Mrkel acordaron aplazar el cierre da las centrales establecido por Gerard Schröder. De lo contrario, el corazón fuerte de su programa se basa en la promesa de un recorte de impuestos.

Tras once años de carrera política salvaje, Westerwelle ahora tiene el reto de no sucumbir frente a las empresas, un riesgo que suele amenazar a la clase política alemana en general y a los liberales más. Mientras tanto, ya se le reconoce el hecho de haber extendido el partido liberal a los jóvenes.

«Ahora queremos co-gobernar, porque estamos convencidos de que es necesario un mejor sistema de impuestos, mejores oportunidades de educación y que los derechos de los ciudadanos vayan finalmente respetados»

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