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Las FARC piden precisar las garantías y los protocolos para la entrega de rehenes en Colombia

EFE
Actualizado 27-09-2009 20:56 CET

Bogotá.-  El mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pidió al Gobierno del presidente Álvaro Uribe que precise las garantías y protocolos para la puesta en libertad de dos militares que el grupo rebelde tiene secuestrados y la entrega de los restos de un policía que murió en cautiverio.

"Es imperativo precisar las garantías oficiales y protocolos para esta nueva liberación, los cuales deben ser claros y públicos", consideró el Secretariado de la organización guerrillera en un comunicado divulgado hoy en su sitio de internet por la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol, con sede en Estocolmo).

Las FARC hicieron la exigencia "ante las vicisitudes que rodearon la pasada liberación de militares y policías en el (departamento colombiano de) Caquetá, en cuyo desarrollo el Ejército asesinó a un guerrillero y desapareció a otro".

Los rebeldes aludieron a una misión realizada el 1 de febrero último en esa región selvática del sur colombiano, donde entregaron cuatro militares y policías rehenes a la congresista opositora Piedad Córdoba y al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

En la nota, fechada el 22 de septiembre en las "Montañas de Colombia", las FARC se afirmaron en que pondrán en libertad de manera unilateral al cabo Pablo Emilio Moncayo y al soldado Josué Daniel Calvo, ambos del Ejército, y que entregarán también los restos óseos del capitán de la Policía Julián Guevara.

Moncayo está en manos rebeldes desde diciembre de 1997, lo que lo hace uno de los dos rehenes con más tiempo de secuestro, mientras que Calvo, hecho cautivo el pasado abril, es el miembro de la fuerza pública de retención más reciente.

Por su parte, Guevara murió de una aparente enfermedad tropical en 2006, ocho años después de que fuera secuestrado por las FARC, que lo incluyó junto a los otros en una lista de rehenes con fines de canje por medio millar de insurgentes presos, entre ellos varios extraditados a Estados Unidos.

En esta relación, reducida en la actualidad a 24 militares y policías, según el Gobierno, estuvieron la colombo-francesa Íngrid Betancourt y los tres estadounidenses que fueron rescatados en julio de 2008 junto a once efectivos colombianos, en una operación militar encubierta en las selvas del departamento oriental del Guaviare.

El mando rebelde ratificó que los dos rehenes y los restos "serán entregados personalmente" a la senadora Córdoba, líder del colectivo de intelectuales Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP) y que, según la organización, "es garante de transparencia".

La legisladora destacó ante la prensa en Medellín (noroeste) que los rebeldes hayan confirmado su voluntad y decisión de esta nueva entrega unilateral de rehenes, de buscar luego un acuerdo de intercambio de cautivos por presos y, en un futuro, de ir hacia la salida política y negociada al conflicto armado.

"Lo que sigue de aquí es la coordinación de todos los protocolos de seguridad", tarea que está en manos de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) y el CICR, agregó Córdoba, que el pasado julio fue autorizada por Uribe para esta nueva misión humanitaria.

La congresista dijo que Argentina puede facilitar los helicópteros y la tripulación que se requiera para recibir a los rehenes, como lo hicieron Venezuela y Brasil en el reciente pasado.

"Con este gesto de liberación unilateral reafirmamos nuestra voluntad para avanzar en el proceso de canje que facilite la libertad de todos los prisioneros de guerra, tanto de la guerrilla como del Estado", expresó el mando insurgente.

"Nos asiste la certeza que un acuerdo de canje generaría condiciones favorables para abordar la solución política del conflicto que claman las mayorías nacionales", continuó el Secretariado de la mayor guerrilla del país.

Los insurgentes también "saludaron" en esta nueva comunicación que la Iglesia católica se haya vinculado a la gestión humanitaria en ciernes, lo mismo que el CICR, el profesor Gustavo Moncayo, padre del cabo rehén, y Emperatriz de Guevara, madre del capitán fallecido.

Sin embargo, dijeron que deploran "la innecesaria indolencia y la crueldad presidencial que prolongó por cinco meses más el cautiverio de los mencionados militares, así como su precaria sensibilidad frente al drama que afrontan los prisioneros de las dos partes".

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