Las consecuencias de los "escritores fantasma" en las revistas médicas pueden ser muy graves, incluso fatales. En varias ocasiones, la manipulación o "maquillaje" de resultados en el estudio de fármacos ha terminado con verdaderos escándalos, dejando a su paso miles de enfermos y muertos.
Como introducción al tema, en la primera parte explicábamos en qué consistía el fenómeno del escritor fantasma científico, por qué ocurría y cómo de frecuente era en las publicaciones médicas. En esta continuación, analizaremos cuáles son las consecuencias de estas prácticas y explicaremos 2 escándalos farmacéuticos en los que los escritores fantasma estuvieron muy presentes.
La medicina está en constante evolución. Lo que hoy es el tratamiento recomendado para una determinada enfermedad puede no serlo en el breve plazo de unos pocos años. El desarrollo de nuevos fármacos o técnicas terapéuticas, junto al mejor conocimiento de las enfermedades y de los resultados de los tratamientos aplicados, son los principales motores de este incesante cambio. Pero para que los nuevos conocimientos y las novedades lleguen a todo el mundo y a todos los pacientes, los médicos necesitan actualizarse. Para ello existen muchas formas: Congresos, simposios, reuniones... Pero la forma más utilizada y, a su vez, más rápida, cotidiana y sencilla para renovarse es la lectura de artículos publicados en revistas médicas científicas.
Así pues, no es nada exagerado decir que, para los médicos, las revistas médicas suponen la principal toma de contacto con lo novedoso y mejor conocido de su práctica rutinaria y, en última instancia, son los desencadenantes de sus cambios en los tratamientos aplicados a los pacientes. Estos cambios, cuando son revisados, aceptados y aplicados por la mayor parte de la comunidad médica, terminan siendo la norma hasta que aparece un nuevo cambio que lo trastoca todo y vuelta a empezar.
La actualización de los conocimientos y de las terapias aplicadas por los médicos puede ser muy perjudicial cuando se basan en resultados manipulados de estudios científicos que llegan a publicarse en las más prestigiosas revistas médicas. Lamentablemente, las peores consecuencias las pagarían siempre los pacientes. Las actuaciones terapéuticas incorrectas o las investigaciones basadas en puro humo serían algunos de los frutos de los estudios científicos con maquillaje de datos. Es decir, los pacientes recibirían tratamientos peores o dañinos y los investigadores gastarían tiempo, esfuerzo y mucho dinero en una quimera inútil basándose en los datos manipulados de otros.
Los perfiles de aquellos que llegan a manipular o incluso inventarse estudios médicos científicos podrían resumirse de la siguiente manera:
Una única persona (aunque puede ocurrir con el beneplácito de las personas a su alrededor) manipula, inventa o tergiversa datos de uno o varios estudios científicos por múltiples motivos: Conseguir la publicación del artículo, intereses económicos (conseguir financiación ante resultados positivos, por ejemplo)... Son casos que rara vez resultan graves ya que suelen ser descubiertos al poco tiempo y el descubrimiento del engaño hunde en la miseria científica al manipulador.
El caso más sonado fue el del anestesista Scott Reuben. Desde 1996 hasta 2008, se inventó (literalmente) los resultados de 21 estudios científicos que llegaron a salir publicados en las revistas médicas de anestesiología más importantes. Fue un auténtico escándalo y un enorme revés para los anestesistas y, especialmente, para los pacientes.
La manipulación de los estudios científicos realizados sobre un determinado medicamento tiene su raíz en un importante interés económico de la propia empresa que ha desarrollado o comercializado el mismo. Las opciones para manipular son básicamente dos: A cara descubierta (autores reales) o con máscara (escritores fantasma), ambos a sueldo o con relaciones económicas más o menos encubiertas con la empresa.
Debido a los estrictos requisitos de transparencia que las revistas médicas exigen a los autores y a una prudente y crítica evaluación de los artículos científicos en los que puedan existir conflicto de intereses, es muy raro que se manipule a cara descubierta porque difícilmente el engaño va a llegar a algún lado. Por eso, la forma más utilizada para manipular un estudio y conseguir que se publique es a través de "escritores fantasma" por varias razones:
Dicho de otra forma, los "escritores fantasma" son de gran ayuda para escribir y dar alas a los estudios manipulados y así lo han hecho en numerosas ocasiones, como veremos más adelante. Por supuesto, también se utilizan a estos "negros" para que las farmacéuticas difundan estudios que no tienen por qué estar manipulados, lo que no quita que la práctica siga careciendo de cualquier ética.
Cuando un escritor fantasma escribe un artículo científico que ensalza los beneficios de un medicamento o minimiza sus riesgos con una apariencia científica, cuando no es más que publicidad (consciente o inconsciente), los pacientes terminan pagando las consecuencias, enfermando o muriendo.
El famoso fármaco Vioxx se ha convertido en uno de los emblemas de las peores prácticas de las farmacéuticas. Se trataba de un nuevo antiinflamatorio que apareció en numerosos artículos científicos de revistas médicas importantes como una opción más segura y efectiva frente a los antiinflamatorios convencionales.
La realidad, sin embargo, fue muy distinta. En 2004, Merck tuvo que retirar el fármaco porque duplicaba la frecuencia de aparición de infartos de miocardio y cerebrales en los pacientes tratados con éste. Cuando la Justicia tomó cartas en el asunto (por las denuncias de los perjudicados y sus familiares) y se comenzó a investigar, se reveló un escenario orquestado con detalle desde mucho tiempo atrás.
No sólo se hizo una agresiva campaña de marketing con generosos y costosos regalos a gran cantidad de médicos para que recetasen Vioxx, los escritores fantasmas también habían hecho de las suyas. Docenas de estudios científicos sobre Vioxx elaborados, en realidad, por escritores fantasma a sueldo de Merck fueron publicados con la autoría de prestigiosos médicos. Ni qué decir tiene que los buenos resultados que ofrecían estos estudios poco tuvieron que ver con los estudios independientes realizados años más tarde ante la elevada frecuencia de aparición de efectos adversos graves.
La revista England Journal of Medicine acusó directamente a Merck de manipular los datos de sus investigaciones acerca del Vioxx. Eliminó deliberadamente la información que poseía sobre los infartos que aparecían en los pacientes que usaban Vioxx cuando se realizaron los ensayos clínicos oportunos para valorar su eficacia y seguridad. En Merck sabían perfectamente que si estos datos se hubieran publicado Vioxx no se hubiera comercializado al existir alternativas más seguras en el mercado. De hecho, cuando la realidad se supo, varios años después, Merck cayó en picado en bolsa.
¿Las consecuencias? Es difícil establecer la magnitud del desastre por la gran difusión que tuvo el fármaco Vioxx por todo el mundo. En la revista The Lancet se estimó que, sólo en Estados Unidos, entre 88.000 y 139.000 personas padecieron infartos de miocardio por culpa del medicamento. El 30-40% de ellos con el resultado de muerte, durante los 5 años que estuvo comercializado Vioxx.
Ojalá el escándalo de Vioxx hubiera servido para que la historia no se repitiese. Pero la codicia y la falta de escrúpulos no entienden de historia. Hace apenas unos meses, PLos Medicine y el New York Times revelaron los trapos sucios de la farmacéutica Wyeth en su intento por comercializar y difundir sus medicamentos (Premarin y Prempro) en la terapia hormonal sustitutiva (un tratamiento que ya critiqué hace un tiempo en Soitu).
Mostraron al público los 1.500 documentos que se recogieron en una demanda contra Wyeth (disponibles en la red para cualquiera que quiera acceder a ellos) que prueban la utilización de escritores fantasma para la manipulación y difusión de los estudios de estos medicamentos en importantes revistas médicas. No tienen ningún desperdicio: Aparecen facturas a nombre de los escritores fantasma, los mensajes de marketing que se querían resaltar, los mensajes de contacto entre ellos... En fin, un monumento gráfico a la decadencia humana o un sucio secreto en las publicaciones médicas, como se comentó en PloS Medicine.
Wyeth contrató a una empresa de comunicación médica llamada DesignWrite para que redactara los artículos científicos ensalzando los medicamentos para las mujeres postmenopáusicas. Una vez que ya estaban listos, DesignWrite solicitaba a importantes médicos que firmaran como los autores. La jugada les salió fenomenal: 26 artículos publicados en 18 revistas médicas importantes con estudios manipulados sobre los fármacos Premarin y Prempro. Se minimizaron sus riesgos (entre ellos el cáncer de mama) y se inventaron sus beneficios (que no fueron demostrados) como protección frente a problemas cardiovasculares, demencia senil, envejecimiento de la piel...
¿Las consecuencias? De nuevo, las mismas víctimas, los pacientes. Múltiples mujeres, a consecuencia de la terapia hormonal sustitutiva durante la menopausia, desarrollaron cáncer de mama, problemas cardiovasculares y múltiples y distintas afecciones, terminando con la muerte en los casos más graves. Aún es temprano para estimar el coste humano de este escándalo. Sea el que sea el precio, no impedirá que las farmacéuticas, los escritores fantasma y los médicos de "renombre" sobornados sigan haciendo de las suyas. Como máximo, ahora lo harán con más precaución. De hecho, cada año se detectan entre 5 y 10 artículos con escritores fantasma. Pero la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿cuántos pasarán desapercibidos?
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