La terapia hormonal sustitutiva (THS) se utilizó hace décadas en mujeres postmenopáusicas con la intención de mejorar los síntomas y prevenir enfermedades. Un nuevo estudio demuestra que no sólo la THS no mejora la salud de las postmenopáusicas sino que incrementa el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares aún años más tarde de suprimir el tratamiento.
Desde hace décadas, la medicina ha centrado su atención en la menopausia. Las mujeres, que disfrutaban de una salud excelente sin apenas enfermedades cardiovasculares, veían como ésta se resentía al llegar la menopausia. La razón detrás de este fenómeno se halla en los estrógenos. Estos son considerados como factores protectores a nivel cardiovascular y son uno de los principales motivos por los que las mujeres tienen muchas menos enfermedades cardiovasculares que los hombres. Pero esto es así hasta llegar a la menopausia, entonces la producción de estrógenos decrece sensiblemente y el riesgo cardiovascular aumenta junto con el riesgo de fracturas.
La sencilla idea no tardó en llegar: ¿Si el descenso de estrógenos en la menopausia provoca un aumento de enfermedades cardiovasculares y fracturas, además de otros muchos síntomas, por qué no les administramos nosotros mismos estrógenos sintéticos? Este fue el planteamiento inicial de lo que se llamó la terapia hormonal sustitutiva (THS) y, en principio, parecía una buena idea. Se utilizó en varios países occidentales (entre ellos España) y muy ampliamente en Estados Unidos.
Con la THS, la menopausia pasó a convertirse en una "enfermedad" que debía ser tratada. No se seleccionaron a candidatas específicas, aquellas que más justificaban el tratamiento por tener enfermedades que pudieran agravarse sensiblemente tras la menopausia (como las fracturas en una osteoporosis). Al contrario, todas las mujeres menopáusicas eran candidatas al tratamiento "preventivo" con la THS.
Fue a partir de los años 90 que comenzaron a crecer y hacerse evidentes las voces críticas contra esta terapia. En 1993, se inició un proyecto del Women´s Health Iniciative -WHI- (Iniciativa por la Salud de la Mujer) que pretendía aclarar qué había de cierto en las afirmaciones de la THS. La WHI había sido creada en 1972 con la intención de estudiar a mujeres postmenopáusicas y en el año 93 comenzó a reclutar mujeres. Estudiaron los efectos de los estrógenos y la progesterona sintética sobre las enfermedades propias de la menopausia. Más de 16.000 mujeres postmenopáusicas fueron estudiadas y las conclusiones fueron las siguientes: Prevenía las enfermedades cardiacas y las fracturas de cadera. Aún así, el estudio tuvo que suspenderse en 2002 por los alarmantes resultados: Había un incremento notable del cáncer de mama y no se evidenciaba un beneficio general para la salud de la mujer postmenopáusica.
Más tarde, no sólo se comprobaron estos resultados sino que los infartos, el tromboembolismo venoso y varias enfermedades cardiovasculares aumentaban en las mujeres que tomaban tanto estrógenos como progesterona sintética.
Los resultados de estos estudios se difundieron como un reguero de pólvora y la THS dejó de utilizarse "de serie" en las mujeres postmenopáusicas y la FDA desaconsejó su uso. Sin embargo, las consecuencias permanecen en la actualidad. Otro nuevo estudio publicado hoy en JAMA y llevado a cabo por la WHI demuestra que el aumento de riesgo de cáncer de mama, infarto y trombosis permanecen aún años después de haber dejado de tomar la THS.
Aún así, las mujeres españolas que siguieron un tratamiento hormonal no tienen por qué alarmarse, como comenta el presidente de la Asociación Española para la Menopausia en Público, no recibieron la THS en la misma pauta ni a las mismas edades.
Otra prueba más, para reforzar lo que ya nadie duda. Que la THS no sólo no mejoró la salud de las postmenopáusicas sino que incrementó la frecuencia de muchas enfermedades. Y es que, aunque la medicina evolucione y progrese, no se encuentra precisamente exenta de grandes errores.
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